Aunque necesitamos un proceso de libre determinación, y los acuerdos internacionales así lo obligan, la medida que se aprobó hoy en la Cámara federal no establece un mecanismo adecuado para un problema tan complejo, escribe Marcia Rivera
Aunque necesitamos un proceso de libre determinación, y los acuerdos internacionales así lo obligan, la medida que se aprobó hoy en la Cámara federal no establece un mecanismo adecuado para un problema tan complejo, escribe Marcia Rivera
El Proyecto 8393 de la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobado hoy, jueves, no es perfecto, ni se acerca a lo que siempre soñé. Sin embargo, algunos méritos tienen el esfuerzo sometido por el congresista Raúl Grijalva y endosado por el presidente Joe Biden. Sobre todo, que el mismo ha permitido visibilizar en Estados Unidos la discusión de la situación de subordinación colonial de Puerto Rico y las limitaciones que ello impone sobre nuestros desarrollo económico y social. El hecho de que el presidente del Comité de Reglas, el demócrata James McGovern, de Massachusetts, haya expresado que “es tiempo de reconocer que los puertorriqueños no quieren seguir siendo una colonia”, y que la población puertorriqueña se merece un camino hacia la libre determinación, es algo inusual en los corredores del Capitolio de Estados Unidos. Hasta ahora, la tónica ha sido más bien que no cambie nada. 124 años de sujeción y poder colonial ejercido desde los tres poderes federales lo confirman.
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