El escritor Eduardo Lalo apunta a los causantes de la crisis y la precariedad, una clase política poco adversarial, sino cómplice, que son intocables.
El escritor Eduardo Lalo apunta a los causantes de la crisis y la precariedad, una clase política poco adversarial, sino cómplice, que son intocables.
¿Qué conjunto de vías erradas, de ambivalencias, de proyectos fracasados, nos llevan al futuro inmediato de un gobierno que se quedará sin dinero el próximo febrero? ¿Qué caminos nos trajeron al callejón sin salida de la Junta? ¿Quiénes son responsables del empobrecimiento sin pausa de los últimos 15 años? Con frecuencia, en la discusión pública y en las conversaciones privadas, tengo la impresión de que se estima que la crisis fue un fenómeno mecánico, en el que no intervinieron las acciones y los deseos de seres de carne y hueso. Quizá, un gran sector de la población, entiende la historia como una remota reminiscencia escolar, relacionada con fechas de invasiones y nombres de próceres y, por ello, se manifiesta sin percibir fuerzas, poderes centralizados, estructuras, grupos e individuos que ejercieron funciones políticas y económicas que contribuyeron al torbellino en que nos encontramos hoy atrapados. La situación abyecta a la que estamos abocados tiene responsables y su impunidad no debe ser su último logro inmerecido y escandaloso.
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