

Sin duda, la pandemia del COVID-19 estremeció la salud física y emocional de miles de puertorriqueños. Ante las medidas impuestas para controlar la propagación del virus, cientos de personas experimentaron miedo, estrés, ansiedad, incertidumbre, inseguridad, coraje y tristeza.
A más de un año de decretarse la emergencia de salud son muchas las personas que aún encaran las consecuencias de esta crisis. En cambio, en medio de la adversidad, programas como el de Hospitalización Parcial del Centro Médico Episcopal San Lucas, ofrecen una mano amiga a personas que necesitan asistencia psicológica y psiquiátrica.
“El Programa de Hospitalización Parcial es un tratamiento a nivel ambulatorio. El paciente viene por un espacio de cinco a seis horas diarias para recibir servicios especializados clínicos. De la mano de un equipo multidisciplinario, la persona obtiene un tratamiento individualizado”, afirmó María del Carmen Rivera, supervisora del programa.
El propósito de este programa clínico es proveer apoyo emocional a personas, mayores de 18 años, que han enfrentado situaciones difíciles. Entre las condiciones más comunes se encuentran el desánimo, la tristeza, la preocupación excesiva, los cambios de humor, el cansancio y el aislamiento.
“Hablamos de personas que experimentan emociones ante diversas situaciones y no saben cómo canalizarlas. Se quedan callados, reprimen o, por el contrario, tienen pérdida de control e incurren en conducta suicida. Estas personas presentan signos y síntomas desde hace más de un mes, inclusive años, sin buscar ayuda y en ocasiones con un cuadro clínico que no amerita una hospitalización aguda”, explicó Rivera.
La trabajadora social clínica comentó que el programa contiene múltiples beneficios. A diferencia de una hospitalización completa, la iniciativa permite que las personas reciban apoyo profesional sin necesidad de abandonar la universidad, el trabajo o sus responsabilidades diarias.
Indicó que, como parte de sus tratamientos, los pacientes reciben terapias grupales, individuales y ocupacionales. Destacó que no todos los casos son iguales, por lo que la duración de sus terapias puede variar.
“El paciente participa en sesiones terapéuticas grupales con trabajo social clínico y psicología clínica utilizando modelos de intervención y técnicas basadas en evidencia. Además, recibe terapia ocupacional y de enfermería. El psiquiatra y los demás profesionales de salud que componen el equipo realizan intervenciones individuales”, aseguró la experta.
También subrayó que el programa promueve la interacción social. Durante este proceso, los pacientes pueden contar con un compañero, aliado o recurso que impacte de manera positiva sus vidas.
Según Rivera, estas sesiones se ofrecen de manera presencial y mantienen un enfoque holístico. Su propósito principal es fomentar la salud emocional, física, social y espiritual de las personas.
“Mantenemos un enfoque holístico, biopsicosocial y espiritual basado en la necesidad del paciente. Esta orientación nos permite enfocarnos en el manejo de las emociones, los sentimientos y las fortalezas. De esta forma, los pacientes podrán tener una buena calidad de vida y un mejor funcionamiento en su cotidianidad desarrollando las destrezas de afrontamiento y solucionando las situaciones de forma saludable. También trabajamos la parte física, donde nos enfocamos en la prevención y desarrollo de condiciones ligadas a las emociones”, reiteró.
De acuerdo con la Organización Panamericana de Salud Mental (PAHO, por sus siglas en inglés), los trastornos de salud mental representan un problema serio y costoso a nivel mundial. Estas condiciones afectan a personas de distintas edades, culturas y niveles socioeconómicos.
En el caso de Puerto Rico, la Administración de Servicios de Salud Mental y contra la Adicción (Assmca) reportó 83,791 llamadas a la Línea PAS durante el año fiscal 2018-2019. Un año después, el número aumentó un 431% tras registrarse 903,000 llamadas.
“Estamos viendo muchas personas con trastornos de ansiedad generalizada y estrés postraumático. La pandemia ha provocado miedo, incertidumbre, ira, coraje e impotencia sobre lo inmediato y el futuro. Las personas no están acostumbradas al uso de mascarillas, el aislamiento forzoso, el proceso de vacunación, los cambios en las restricciones y el proceso de reinserción social, lo cual genera ansiedad”, puntualizó la profesional.
Sin embargo, opinó que la situación no es nueva. Desde 2017, los residentes en Puerto Rico enfrentan desafíos a su salud mental como consecuencia del paso de los huracanes Irma y María, los terremotos y la pandemia. Añadió que los estigmas que se tienen sobre la salud mental impiden que más personas busquen ayuda.
“Todo esto que ha ocurrido en los últimos años, en la isla, nos ha llevado a estar hipervigilantes, alertas, ansiosos, inseguros e irritables. Estas situaciones impactaron nuestro funcionamiento cotidiano”, sostuvo.
Para la experta, los desastres naturales y la pandemia exacerbaron las condiciones de salud mental en la población. Dijo, que en este contexto, el Programa de Hospitalización Parcial toma mayor relevancia.
“La clave es educarnos de lo que nos pasa, hablar de lo que sentimos con profesionales comprensivos que nos escuchen y validen y que nos ayuden a actuar de forma saludable. Mi recomendación es que, cualquier persona que entienda que necesite ayuda para manejar sus emociones, llame al Programa de Hospitalización Parcial del Centro Médico Episcopal San Lucas”, precisó.
Para más información puede llamar al 787-844-2080, extensión 6864 o 6880 o al 787-625-1430.
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