La organización sin fines de lucro ha impactado a 11 mil niños en Puerto Rico
La organización sin fines de lucro ha impactado a 11 mil niños en Puerto Rico
Para muchos, una de las soluciones para frenar la contaminación y el deterioro ambiental es la educación. De esta forma, organizaciones como la Fundación Alma de Bahía cifran sus esperanzas en los niños y jóvenes para que, por medio de la enseñanza de prácticas de sostenibilidad y conservación, sirvan como agentes de cambio y preserven nuestro planeta.
“Hemos visto que, a través de la educación, llegamos al corazón de los niños y de sus mentes con conocimientos que les dan una perspectiva distinta de su entorno natural y de la conservación”, mencionó Marcela Cañón, directora ejecutiva de la Fundación.
Desde su creación en 2014, la Fundación se ha dedicado a visitar escuelas públicas y privadas en los municipios de Loíza, Río Grande, San Juan y Guaynabo. Por medio de charlas y diferentes actividades, han impactado a más de 11 mil estudiantes en Puerto Rico.
Además de su misión educativa, la Fundación Alma de Bahía trabaja con la protección de recursos naturales y conservación de vida silvestre.
“La Fundación inició con el desarrollo del Bahía Beach Resort y, en la búsqueda de estar en armonía con la naturaleza, se creó el programa Alma de Bahía, que luego se conformó como una organización sin fines de lucro. Una de las áreas que fortalecimos es la de conservación de especies en peligro de extinción, hábitats y ecosistemas. Este trabajo lo realizamos con varias organizaciones como el Servicio Forestal de Estados Unidos, las comunidades que apoyaron el desarrollo del plan de manejo de El Yunque, el Centro de Conservación de Manatíes de Puerto Rico, la Fundación Amigos de El Yunque, el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre, la Universidad de Puerto Rico –que, junto con otras universidades, realizan estudios en el río Espíritu Santo– y el municipio de Río Grande con quienes trabajamos en la limpieza de playas, entre otras”, indicó Cañón.
De acuerdo con Ashley Pérez, directora científica de la Fundación Alma de Bahía, algunas de las especies que atienden son aves costeras, marinas y de humedal. Además, se dedican al cuidado de los manatíes y tinglares.
“En el área anidan diferentes especies, todo depende de la temporada. Nosotros nos aseguramos de contar los nidos, tomar datos de cuándo anidan y estamos pendiente a cuándo se desarrollan y salen del nido. Ese mismo trabajo lo hacemos con los tinglares, en colaboración con el Departamento de Recursos Naturales. También rescatamos aves, les damos primeros auxilios, los alimentamos y los rehabilitamos. Asimismo, monitoreamos la población de manatíes y reportamos el comportamiento cada vez que se observa uno. De surgir un caso complejo con alguno de estos, lo llevamos al Centro de Conservación de Manatíes”, explicó.
En 2008, Bahía Beach Resort promovió un programa de diseño ecológico para garantizar un desarrollo sostenible en el terreno, el campo de golf y en obras futuras. Como parte de esa labor, realizaron dos planes de manejo para la propiedad, que los llevó a recibir la distinción Gold Audubon Signature Sanctuary de la organización Audubon International.
“Esta distinción debe ser renovada cada año. Así que anualmente hacemos un reporte de las actividades que hicimos. Como parte del proceso, la entidad nos audita para asegurar nuestro cumplimiento con sus estándares. Asimismo, nos hacen recomendaciones de materiales que podemos utilizar en el campo de golf, de eficiencia energética, de manejo de agua, desperdicios, entre otras”, sostuvo Pérez.
Además de Pérez y Cañón, la plantilla de la Fundación está compuesta por el intérprete ambiental Sebastián Mergal y la técnica veterinaria Alexandra López. Sin embargo, la entidad también se nutre de un sinnúmero de voluntarios que les ayudan en sus actividades.
“Este año tuvimos unos 480 voluntarios. Sin duda, es un número significativo pese a la pandemia. Algunos voluntarios llevan varios años apoyando nuestra labor “, comentó Cañón.
A lo largo de su trayectoria, la Fundación ha realizado unas 13 campañas ambientales enfocadas en la sostenibilidad y la conexión ecológica y social.
“Las iniciativas cambian de acuerdo con las temporadas. Por ejemplo, en la pandemia hicimos diferentes actividades con aplicaciones y también motivamos a las personas a que salieran de sus hogares y a explorar sus patios para que estuvieran en contacto con la naturaleza. Otra iniciativa que tuvimos fue hace varios años, donde apoyamos la publicación de un libro del manatí de Puerto Rico y se donó un libro a cada escuela del país”, contó la directora ejecutiva.
Para Cañón y Pérez, laborar en el río Espíritu Santo les inspira a continuar protegiendo la flora y fauna del país. “El área donde trabajamos es donde se conecta el río Espíritu Santo, que viene de El Yunque, con el Océano Atlántico y es la inspiración de todas estas iniciativas ambientales”, destacó Pérez.
Cañón añadió que la organización continuará su misión de proteger el medioambiente mediante la educación y la conservación de recursos.
“Es evidente el impacto positivo que han tenido las campañas educativas que hemos desarrollado. No solo aportamos en las comunidades de esta área, sino en toda la región. En el tema de la conservación, nosotros tenemos un compromiso a nivel de todo Puerto Rico y queremos seguir compartiendo y vinculando a otras organizaciones e individuos al trabajo que hacemos en el río Espíritu Santo, con la visión desde la montaña hasta el arrecife”, puntualizó.
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