

La enfermedad de Alzheimer tiene una peculiaridad que le distingue de otros padecimientos. Más allá del inevitable desgaste físico, es la certeza del olvido y el desconocimiento de los seres amados lo que verdaderamente nos aterra. Basta ponerse en los zapatos de cualquier persona diagnosticada para sentir el frío correr por el cuerpo ante la confirmación de la eventual pérdida de la memoria.
Según la Asociación de Alzheimer de los Estados Unidos, esta enfermedad neurodegenerativa causa problemas con la memoria, el pensamiento y la conducta. Los síntomas se desarrollan lentamente y empeoran con el tiempo, hasta convertirse en lo suficientemente graves como para interferir con las tareas diarias. Se trata de un trastorno irreversible del cerebro que afecta el raciocinio y el comportamiento.
Las etapas y síntomas de esta enfermedad, según la Asociación de Alzheimer y Desórdenes Relacionados de Puerto Rico (AADRPR), son:
1. Etapa leve
La etapa leve dura aproximadamente de dos a cuatro años. Es común que las personas repitan las cosas y pierdan artículos como llaves, reloj, libros, entre otros. También les cuesta nombrar objetos cotidianos como una cuchara, un lápiz o una libreta. Los pacientes en la primera etapa, pero en su estado más avanzado, se pierden con facilidad, presentan cambios de personalidad y pierden interés por actividades que antes disfrutaban.
2. Etapa moderada
La etapa moderada dura aproximadamente de dos a diez años. Durante este periodo empeora la función mental y se reflejan alteraciones de la conducta. Además, la o el afectado se muestra más confundido, deambula, discute y sufre alucinaciones o delirios.
3. Etapa grave
La tercera y última etapa comprende aproximadamente de uno a tres años. Al alcanzar el estado severo, los pacientes con la enfermedad de Alzheimer no funcionan independientemente, no pueden usar ni comprender el lenguaje y no reconocen a sus familiares o amigos. Por lo general, en esta etapa se encuentran encamados. En muchos casos, son susceptibles a desnutrición, infecciones y pulmonías.
Aunque no existe una respuesta sobre cómo prevenir esta condición, estudios indican que el ejercicio, la dieta, las conexiones sociales y la actividad intelectual ayudan a mantener el cerebro saludable.
Según la Asociación de Alzheimer, hallazgos recientes apoyan una conexión entre esta condición y las enfermedades cardiovasculares, ya que un buen flujo sanguíneo es esencial para el bienestar y la función cerebral. Es por eso que la prevención de enfermedades cardiovasculares puede ayudar a mitigar el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Ante los síntomas, es recomendado visitar un especialista que realizará los estudios necesarios para diagnosticar la enfermedad.
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