La vacunación infantil es un elemento importante para promover la salud pública, ya que no solo protege a los menores, sino también a quienes los rodean
La vacunación infantil es un elemento importante para promover la salud pública, ya que no solo protege a los menores, sino también a quienes los rodean
Recientemente, se ha planteado en Puerto Rico, así como en otros países, cómo la pandemia por COVID-19 ha impactado el itinerario de vacunación de los niños y los adolescentes. Sin embargo, aunque este ha sido un tema que se ha venido exponiendo consistentemente desde muy temprano en la pandemia, con el inminente regreso a clases, cobra aún mayor vigencia.
Ya en mayo del 2020, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) habían examinado datos del efecto que ha tenido la emergencia de salud pública por COVID-19 en la vacunación pediátrica (0 a 18 años) a través del Programa de Vacunas para Niños (VFC, en inglés, el cual se nutre de datos del Sistema de Rastreo de Vacunas de los CDC) y datos de los reportes de V-Safe, que da seguimiento a los efectos adversos de las personas que han sido vacunadas y que se inscriben en esta herramienta. De acuerdo con los CDC, tan pronto como se declaró la emergencia nacional, en marzo de 2020, se comenzó a ver un descenso de la vacunación infantil.
“Se ha visto a nivel mundial y en Puerto Rico que ha habido un retraso en poner las vacunas al día. Inicialmente, fue porque los centros se tenían que preparar para recibir a los pacientes, segundo porque los padres estaban temerosos de llevar sus hijos por el riesgo de contagio, y, aunque eso eventualmente fue mejorando, entonces se acumularon muchos pacientes que estaban retrasados en sus vacunas y los centros ya no tienen la misma capacidad de vacunar a la misma cantidad de gente que antes porque tienen que tomar medidas de prevención [de contagio de COVID-19]”, explicó la doctora Carmen I. Suárez, presidenta de la Sociedad Puertorriqueña de Pediatría (SPP).
“Todo eso ha hecho que estemos en una situación real de que los niños lo más probable no estén vacunados por completo [cuando se inicien las clases], sobre todo los más pequeñitos”, alertó la pediatra, quien agregó que muchos niños podrían llegar a la escuela sin tener las segundas dosis de vacunas importantes como las de varicela, sarampión alemán y común, y paperas, por lo que no se debe perder de perspectiva que si los niños no están vacunados y se exponen a los virus que causan estas enfermedades pudieran estar a riesgo.
Según establece el Itinerario de vacunación del Departamento de Salud de Puerto Rico, los estudiantes de escuela elemental, intermedia y superior deben cumplir con los requisitos de dosis de vacuna contra: difteria, tétanos y tosferina; polio, Haemophilus influenzae tipo B (Hib), hepatitis B, sarampión común, sarampión alemán, paperas, varicela y neumococo, de acuerdo a su edad. Todo adolescente de 11 a 18 años debe cumplir con una dosis de la vacuna contra el tétanos, la difteria y la tosferina (Tdap). Los de 11 años deben tener una dosis de la vacuna conjugada contra el meningococo (MCV4) y una segunda dosis a los 16 años.
Además, “entre las vacunas que se les ponen a los adolescentes está la del virus del papiloma humano (VPH)”, añadió la pediatra. Según el Itinerario de Vacunación, “se puede poner desde los 9 años, pero se recomienda ponerse a los 11 años junto con las otras vacunas recomendadas”, agregó la doctora, quien mencionó que son dos dosis separadas por seis meses, mientras que en los jóvenes mayores de 15 años, serían tres dosis, además de que a los 16 años se recomiendan otras vacunas.
Un aspecto importante de la vacuna contra el VPH es que es la única que previene ciertos tipos de cáncer, sin embargo, a pesar de este beneficio indiscutible, todavía algunos padres tienen cierta renuencia de aplicarla a sus hijos.
“[Esta es una vacuna que] necesitamos tratar de ponerla antes de que los jóvenes comiencen a tener experiencias sexuales porque es la forma de transmisión del virus y la idea es que los vacunemos antes de que se expongan”, advirtió la doctora Suárez.
“Las personas deben entender que el proceso de la aprobación de una vacuna es bien riguroso y se basa estrictamente en la ciencia, así que debemos confiar en la ciencia para tener la tranquilidad de que lo que estamos poniéndoles a los pacientes es seguro y es efectivo”, afirmó la presidenta de la SPP, al destacar que, si bien puede haber pacientes que tengan una reacción adversa severa a una vacuna, son casos aislados.
La pediatra puso como un ejemplo actual. “Lo estamos viendo, por ejemplo, con pacientes vacunados contra el COVID-19, pero, si lo pones en una balanza, el beneficio es mayor que el riesgo de algo adverso, teniendo en cuenta la cantidad de personas que se vacunan en el mundo”, acotó, no sin antes mencionar que muchas de las reacciones que se les atribuyen a las vacunas pueden deberse a otros factores que pueden incluir hasta infecciones virales en ciertas comunidades.
De otra parte, enfatizó que la actividad sexual no va a depender de poner una vacuna, sino de la educación que se les da a los niños en su crianza, “así que el beneficio de la vacuna, no es un permiso para tener sexo, pero sí es una seguridad de que, en el momento en el que esas personas estén dispuestas a tener sexo, lo hagan de una forma más segura y se protejan del cáncer”, reafirmó.
Aunque existen otras vacunas contra el VPH en el mundo, tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos se utiliza la que brinda protección contra nueve tipos de VPH que están relacionados a verrugas genitales y cáncer, y de acuerdo con la doctora Suárez es muy efectiva. Además, se aumentó la edad de vacunación hasta los 45 años en ambos sexos, toda vez que se ha comprobado que también protege contra los cánceres de cabeza y cuello, que están relacionados al VPH.
Según la Sociedad Americana contra el Cáncer, la mayoría de los casos de precáncer y cáncer de cuello uterino, así como muchos casos de cáncer de ano, pene, vulva, vagina y garganta son ocasionados por el VPH, “y lo que se ha podido determinar es una tendencia a la disminución de todos estos cánceres. Ya sabemos la causa de los cánceres, cuáles serotipos de ese virus que son los causantes de esos cánceres y tenemos una vacuna que precisamente nos ayuda a combatir esos serotipos”, enfatizó la doctora Suárez, quien no duda que se siga evaluando el alcance de esta vacuna en otras áreas de investigación.
El Instituto Nacional del Cáncer (NCI, en inglés) recomienda que la vacuna contra el VPH se administre a niños y adultos de 9 a 26 años de edad. La recomendación se amplió a adultos de entre 27 y 45 años porque en esas edades hay más personas que se han expuesto al virus. Cada persona en este rango de edad debe consultar con su médico la necesidad de vacunarse contra el VPH.
La doctora Suárez también llamó la atención a la prevención de otras enfermedades por vacunas, como la influenza, la cual, “definitivamente, ayudará a disminuir los riesgos de que haya una infección comunitaria que se expanda en las escuelas”, enfatizó, al recordar que todas las enfermedades que se previenen por vacunas tienen la capacidad de propagarse como lo hizo el COVID-19, por lo que es importante que los niños estén vacunados.
En el caso de los jóvenes universitarios que se hospedan, la doctora recomienda que, tan pronto la fase de vacunación contra el COVID-19 esté abierta para este grupo de edad, se vacunen, y que verifiquen que tengan el resto de sus vacunas al día.
¿Existe un riesgo desmedido para los niños por el inicio de clases presenciales?
“Los padres tienen que individualizar, ser realistas en cuanto a los riesgos de sus hijos de contagiarse con COVID-19. Por ejemplo, hay niños completamente saludables que deben tener un riesgo menor de ir a una escuela. Hay niños que puede que tengan problemas de salud crónicos o severos que puedan ponerlos a más riesgo, así que los padres deben pensar en el caso particular de sus hijos y tomar una decisión prudente, pero deben entender, y esto es lo que yo creo que no les ha calado, que los niños están sufriendo las repercusiones de no tener una interacción con sus pares y que no están aprendiendo adecuadamente”, afirmó la doctora Suárez, mientras comentó que ya hay vasta experiencia en otros lugares de mundo sobre cómo poder volver a la escuela de una forma segura, además de que es importante continuar siguiendo las medidas de prevención de uso de mascarilla, lavado de manos, distanciamiento físico y evitar las aglomeraciones. “Llevamos un año y la mayoría de la gente en Puerto Rico está bien consciente de lo que se tiene que hacer”.
“Los padres deben vacunar a sus hijos para prevenir cualquier otro tipo de enfermedad prevenible por vacuna y seguir los consejos de la ciencia porque la ciencia es algo que se puede reproducir, se puede hacer en diferentes partes del mundo, con diferentes poblaciones y políticas públicas, y no va a variar. Si buscan la ciencia como fuente, deben sentirse más cómodos con las decisiones que se están tomando”, dijo.
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