Atender la condición a tiempo es vital, ya que podría impactar su salud física y emocional
Atender la condición a tiempo es vital, ya que podría impactar su salud física y emocional
Existen condiciones de salud que tienen un profundo impacto emocional. Una de ellas es la dermatitis atópica, también conocida como eczema. El dermatólogo Luis Ortiz Espinosa recuerda un caso que ilustra lo anterior.
“Tuve una paciente de apenas cuatro años que los niños le decían que parecía una ‘mostra’ y que no querían jugar con ella, todo porque tenía dermatitis atópica”, narró el galeno. Como este caso, el doctor Ortiz Espinosa atiende a otras personas que desde temprana edad padecen las secuelas corporales y emocionales del eczema.
El eczema o dermatitis atópica es una condición crónica y alérgica de la piel. Su origen se desconoce, pero puede deberse a factores hereditarios o ambientales. También se asocia a condiciones como el asma o la sinusitis. Sus síntomas incluyen inflamación, picazón y enrojecimiento de la piel en distintas partes del cuerpo.
En los infantes, por ejemplo, las áreas más afectadas son el cuero cabelludo, el rostro, los codos y las rodillas. En los adultos se puede ver en el cuello, el pecho, la espalda y también en los codos y en las rodillas. Cuando la dermatitis atópica es muy severa, los pacientes pueden sentir dolor y perder movilidad en las articulaciones, expuso el doctor Ortiz Espinosa.
“Esta condición puede comenzar bien temprano. Hay niños que desde los primeros meses presentan síntomas. Algunos continúan con ella ya de adultos. Aunque lo común es que empiece en la infancia, a otros le aparece en la adultez”, detalló el especialista.
La contraparte emocional
El eczema tiene su impacto en la piel, pero también en el estado anímico de los pacientes y de sus familiares que son lastimados con la burla y el rechazo producto de la ignorancia sobre esta condición.
“Los pacientes sufren el hecho de que los demás los ven con lesiones. He tenido niños que les dicen que tienen sarna y por eso no quieren ir a la escuela. Lamentablemente la gente discrimina mucho cuando ven a personas con úlceras o con la piel escamosa. Piensan que se les va a pegar. Esto se da porque hay una falta de información. Los niños pueden ser muy crueles por desconocimiento, pero en los adultos no es diferente. En algunos casos, hay quienes hasta pierden sus trabajos”, compartió el doctor Ortiz Espinosa.
Al rechazo se suma otro impedimento: estos pacientes, por tener la piel sensitiva, no pueden realizar muchas actividades recreacionales –como zambullirse en playas o piscinas– ni exponerse al sol. Además, el picor no les permite concentrarse o dormir bien, por lo que suelen estar irritables.
“Todo esto impacta al núcleo familiar porque tienes una persona que padece una condición para la cual no hay cura. Hay tratamientos a largo plazo que la pueden controlar, pero si tú, como padre o madre, ves que tu hijo no puede socializar bien, puedes llegar a deprimirte, porque te sientes impotente ante una condición de salud”, señaló el dermatólogo.
Crucial un diagnóstico temprano
De acuerdo con el doctor Ortiz Espinosa, la dermatitis atópica se diagnostica a base de hallazgos clínicos. Como punto de partida se indaga en el historial médico-familiar del paciente –si los padres tienen asma, por ejemplo–. Si queda duda –pues esta condición suele parecerse a la psoriasis o a otras reacciones alérgicas– se hace una biopsia de la piel.
“Es bien importante que el paciente acuda a un dermatólogo lo más temprano posible para ser evaluado. Así podemos estar seguros del diagnóstico y establecer el mejor tratamiento para su condición, que puede incluir medicamentos tópicos, orales o por inyección”, puntualizó el doctor Ortiz Espinosa.
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