Resulta vital el proceso de transición de un gastroenterólogo pediátrico a uno dirigido a pacientes adultos
En Puerto Rico, alrededor de 12,000 a 15,000 personas sufren enfermedades inflamatorias intestinales (EII), algunas incluso sin diagnosticar, estimó la gastroenteróloga Suzette Rivera.
“La última vez que se hizo un análisis fue en 2013 y había como 5,000 o 6,000 pacientes identificados y clasificados”, mencionó Rivera. Es decir, la prevalencia de casos en la isla pudo haberse duplicado o casi triplicado desde entonces. “En el mundo entero se están manifestando cada vez más y se están viendo en países que no se les conocía”, agregó la doctora.
Ciertamente, esta incidencia hace que sea necesario que se conozcan las señales de la enfermedad para así recibir un diagnóstico y tratamiento temprano. Por eso, cada 19 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal con el fin de crear conciencia sobre el impacto de esta condición.
Identifique las diferencias
Las enfermedades inflamatorias del intestino incluyen dos afecciones: la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. La especialista explicó que, aunque ambas son muy parecidas, se diferencian en algunos síntomas, complicaciones y áreas a las que afectan.
En el caso de la colitis ulcerosa, la lesión se mantiene dentro del intestino grueso, también conocido como colon. En cambio, la enfermedad de Crohn puede afectar cualquier parte del tubo digestivo, desde la boca hasta el ano.
“El Crohn ―como ataca el intestino en todas sus capas― tiende a tener complicaciones como fístulas (túneles entre la piel y el intestino) y formar más abscesos y cambios perianales”, indicó la experta.
Aunque con frecuencia, ambas presentan diarreas con sangre, la colitis ulcerosa tiende a ser un poco más sanguinolenta, especificó Rivera. La pérdida de peso, dolor abdominal y manifestaciones extraintestinales, tales como la artritis, son síntomas que también tienen en común.
La gastroenteróloga indicó que se desconoce la causa exacta de las enfermedades inflamatorias intestinales. Sin embargo, afirmó que existen varios factores que podrían incidir en el desarrollo de ambas condiciones como, por ejemplo, componentes genéticos y del medioambiente. “No tenemos una cura porque no sabemos exactamente la causa, pero tenemos medicinas nuevas y buenas que ayudan al paciente a entrar en remisión”, aseguró.
¿A quiénes podría afectar y cómo?
Estas condiciones crónicas se presentan a cualquier edad, pero son más comunes en jóvenes adolescentes. La doctora señaló que también se han reportado casos en adultos mayores hasta de 65 años.
Además de enfrentarse a síntomas como la incontinencia al evacuar, los pacientes también deben lidiar con efectos físicos y emocionales. Una de las manifestaciones en niños pequeños es el retraso del crecimiento. De hecho, podría ocurrir antes de la presencia de los otros síntomas, advirtió la galena.
Por otra parte, los adultos y adolescentes se ven afectados emocionalmente, aunque el alcance es mayor en la etapa de la adolescencia. “Impacta muchísimo la autoestima y la confianza en sí mismo. Si se pasan con dolor y diarrea, especialmente en la adolescencia donde uno se está desarrollando como adulto, impacta aún más”, sostuvo la especialista.
Clave la transición del cuidado pediátrico al cuidado adulto
Debido a que los pacientes pediátricos son la población de mayor incidencia en la colitis ulcerosa y Crohn, la doctora Rivera recalcó la importancia de lograr una transición efectiva del cuidado pediátrico a la atención médica para adultos.
“Los pediatras están acostumbrados a trabajar con los papás y el hijo, pero los gastroenterólogos para adultos ya esperamos que la persona se haga responsable de su propia salud. Así que, los papás tienen que entender que hay una dinámica nueva y eso conlleva unas transiciones entre dos a tres años en lo que empiezan a confiar y a conocernos”, expuso Rivera.
Indicó que parte de ese tiempo, los gastroenterólogos lo utilizan para conocer el estado del paciente desde cómo comenzó la enfermedad, a qué pruebas ha sido sometido y la respuesta a los tratamientos.
“Así sabemos cómo hacer el cambio sin que el paciente tenga otra enfermedad, se mantenga en remisión o entre a ella si no lo había estado antes (…). En una mala transición, el paciente no recibe la calidad de cuidado médico que se merece y es lo que tratamos de evitar”, enfatizó la galena.
Añadió que, en ocasiones, los pacientes pueden llegar a abandonar los tratamientos o “entrar en negación y no hacer nada”.
De creer que usted o su hijo pueda estar presentando señales de una enfermedad inflamatoria intestinal, visite a un gastroenterólogo para que evalúe los síntomas.
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