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Curioso hallazgo: los chicles liberan microplásticos que contaminan el ambiente

Conoce los resultados de un estudio piloto de la Universidad de California que analizó 10 marcas distintas

25 de marzo de 2025 - 8:15 AM

Fotografía de archivo de una joven mascando chicle. (Manuel Lorenzo)

El plástico nos rodea. Está en productos de uso diario, como tablas de cortar, ropa o balletas de limpieza, utensilios que cada día liberan diminutas partículas de micrómetros de ancho llamadas microplásticos. Ahora, según un nuevo estudio, hay que añadir un producto más: los chicles.

Un estudio piloto de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) ha descubierto que mascar chicle puede liberar en la saliva de cientos a miles de microplásticos por trozo y potencialmente ser ingeridos. Además, una vez usados, los chicles son una fuente de contaminación para el medio ambiente.

Los resultados del estudio se han presentado este martes en la reunión de la American Chemical Society (ACS).

“No queremos alarmar a nadie”, asegura Sanjay Mohanty, investigador principal del proyecto y profesor de ingeniería de UCLA, pero diversos estudios con animales y con células humanas indican que los microplásticos pueden ser dañinos, de modo que, mientras se obtienen conclusiones más definitivas, una opción prudente sería “reducir la exposición a los microplásticos”, aconseja.

Se estima que cada persona consume decenas de miles de microplásticos (de entre 1 micrómetro y 5 milímetros de ancho) cada año a través de alimentos, bebidas, envases de plástico, y procesos de producción o fabricación. Pero, pese a su popularidad mundial, el chicle como fuente potencial de microplásticos no se ha estudiado a fondo.

10 marcas distintas, mismo resultado

Mohanty y su equipo quisieron determinar cuántos microplásticos podría ingerir una persona al masticar chicles naturales y sintéticos.

Los chicles se fabrican a partir de una base gomosa, edulcorantes, saborizantes y otros ingredientes, y mientras que los chicles naturales usan un polímero de origen vegetal, como la savia de árbol, otros productos utilizan bases de goma sintética a partir de polímeros derivados del petróleo.

Los autores probaron cinco marcas de chicle sintético y cinco marcas de chicle natural y, para reducir el factor humano de los distintos patrones de masticación y saliva, hicieron que una sola persona probase siete chicles de cada marca.

En una de las pruebas, la persona mascaba el chicle durante 4 minutos, después se obtenían muestras de saliva cada 30 segundos y en otro experimento, se recogieron muestras de saliva periódicamente durante 20 minutos para observar la tasa de liberación de microplásticos de cada chicle.

Al medir el número de microplásticos presentes en cada muestra de saliva, descubrieron una media de cien microplásticos por gramo de chicle, aunque algunos chicles individuales liberaban hasta 600 microplásticos por gramo.

Un chicle normal pesa entre 2 y 6 gramos, lo que significa que un chicle grande podría liberar hasta 3,000 partículas de plástico, y si una persona media mastica entre 160 y 180 chicles pequeños al año, los autores calculan que podría ingerir unos 30,000 microplásticos.

Además, sorprendentemente, tanto los chicles sintéticos como los naturales tenían cantidades similares de microplásticos liberados al masticarlos.

Y también contenían los mismos polímeros: poliolefinas, tereftalatos de polietileno, poliacrilamidas y poliestirenos. Los polímeros más abundantes en ambos tipos de chicle eran las poliolefinas, un grupo de plásticos que incluye el polietileno y el polipropileno.

La mayoría de los microplásticos se desprendieron del chicle en los dos primeros minutos de masticación y tras ocho minutos de masticación, se había desprendido el 94% de las partículas de plástico recogidas durante las pruebas.

Por eso, el equipo sugiere que es mejor masticar un chicle durante más tiempo que estrenar uno nuevo.

El estudio se limitó a identificar microplásticos de 20 micrómetros de ancho o más debido a los instrumentos y técnicas utilizados pero es probable que no se pudiesen detectaran otras partículas de plástico más pequeñas en la saliva.

Los autores reconocen que hace falta nuevas investigaciones para evaluar la posible liberación de plásticos de tamaño nanométrico del chicle.

“El plástico que se libera en la saliva es una pequeña fracción del plástico que contiene el chicle”, de modo que, para cuidar el medio ambiente, “es mejor no tirarlo fuera o pegarlo a una pared” porque los chicles usados son también una fuente de contaminación para el medio ambiente, concluye Mohanty.

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