Ya se cumplieron casi siete años desde el momento en que los arecibeños Sofía Miranda Rojas y su esposo, Jordan Martínez Morales, se establecieron en la ‘ciudad de los cítricos’
Ya se cumplieron casi siete años desde el momento en que los arecibeños Sofía Miranda Rojas y su esposo, Jordan Martínez Morales, se establecieron en la ‘ciudad de los cítricos’
31 de mayo de 2023 - 11:00 AM
Sofía Miranda Rojas y su esposo, Jordan Martínez Morales, accedieron a realizar labor voluntaria para el Vivero Las Marías, sin sospechar que tiempo después se mudarían a la zona para establecer sus propios cultivos, a través de la Finca Agroecológica Bohití.
En ese momento, sus vidas corrían separadas, a pesar de contar con un hijo en común, pero la pasión que hallaron en las siembras fue el elemento que volvió a juntarlos y, hasta echaron nuevas raíces en un terreno que apenas conocían.
Ya se cumplieron casi siete años desde el momento en que estos arecibeños se establecieron en la ‘ciudad de los cítricos’, a donde han dado cátedra como trabajadores de la tierra, pues allí cuentan con variedad de plantaciones y hasta lograron confeccionar su propia marca de chocolate.
La pareja inició la nueva travesía en 2016.
“Mi mamá, Josefina, conocía a las personas que estaban aquí, en el vivero del sector Buena Vista de Las Marías. Entonces, empezaron a hacer unos campamentos de voluntarios y empezamos a venir. Hacíamos trabajos de siembra. Me gustó tanto que, mi mamá me ayudó a comprar este espacio”, relató Sofía, de 39 años, quien cuenta con un bachillerato en contabilidad.
Mientras que su esposo, completó un grado en artes culinarias y hasta trabajó en la industria por varios años, pero se fue para el Departamento de la Marina de Estados Unidos (NAVY, por sus siglas en inglés).
“Cuando regresé a Puerto Rico, me metí en la agricultura e hice un grado asociado en horticultura en la Universidad de Puerto Rico en Utuado. Luego, continué con el bachillerato. Me quedé de lleno en la finca. Entonces, uno de los proyectos de la universidad, era que tenía que crear esta finca”, recordó el hombre de 37 años.
En la búsqueda de un nombre para su proyecto universitario, Jordan encontró la palabra ‘bohití’, asociada a nuestra huella taína.
“Era como el chamán de la tribu que tenía el conocimiento de las plantas. Usé ese nombre en el proyecto y ya en 2016, habíamos arrendado unos terrenos, habíamos empezado a sembrar algunas cosas y cuando llegó el momento de registrarlo dije: ‘Ya tengo todo en el proyecto. Vamos a usarlo’”, confesó.
La jornada arrancó con siembras de plátano y café, que estaban presentes en la finca y, le agregaron otros cultivos como cacao y guineo.
“Tenemos una finca pequeña con diferentes cultivos, en un área arrendada a la finca grande que son 10 cuerdas de terreno. En esas cuerdas tenemos plátano, guineo, cítricos; tenemos tubérculos como malanga, yautía, ñame, cúrcuma y hasta lerenes, que eso también es ancestral. En el área de los invernaderos, están los cultivos más delicados que son las lechugas, tomate, pepinillos, de vez en cuando”, detalló la fémina.
“Entre los cítricos hay chinas, limones, chironjas, toronjas; algunas que son diferentes variedades como chinas nevo, china roja, china valencia y toronja rosada. Nosotros tratamos de que haya diversidad de cultivos por cuerda para ofrecer más productos a los clientes. Siempre hay un fruto disponible para vender. Si solo hubiésemos dependido del café, solo tendríamos productos para vender de agosto a octubre”, admitió.
También cuentan con variedades de cacao, “pero lo cogimos para hacer nuestro propio chocolate. Se llama chocolate Bohití”.
“Estamos haciendo el chocolate hace cuatro años. Nosotros cogemos la bellota del cacao, lo ponemos en fermentación, después lo ponemos en el sol a secar, se tuesta, lo pilamos y luego, tenemos unas máquinas y hacen el aceite del chocolate. Los tenemos en 100, 65 y 35 por ciento cacao”, sostuvo Miranda Rojas.
De hecho, Sofía es quien corre todas las bases administrativas de la empresa, a la vez que atiende el ‘homeschooling’ de sus retoños que tienen 14, 5 y 4, respectivamente, pues la familia creció con dos nuevas hijas.
“Es durísimo mantener todo esto. Soy madre ‘homeschooler’ desde el 2014, justo cuando llegué aquí. Comencé con mi hijo mayor y ahora sigo con las pequeñas. Adicional a eso, soy la que lleva la contabilidad del negocio, la parte administrativa, la de ventas, promociones, todo eso”, destacó al mencionar que la operación genera tres empleos adicionales a los suyos.
“Es un trabajo bien fuerte, no hay días libres. Si uno quiere coger un día libre, hay que buscar quién atiende a los animales porque tenemos cabras, gallinas y patos. Son hijos que no puedes llevar contigo a donde vayas y hay que mantenerlos con agua y comida”, agregó su esposo.
De otra parte, la pareja realiza recorridos para que más personas conozcan todo el proceso de la agricultura y culminan a la orilla del río Mayagüecillo, con un suculento almuerzo preparado con la cosecha de su finca.
Sus productos están disponibles a través de fincabohiti.com o llamando al 787-246-5364.
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