

16 de marzo de 2025 - 11:10 PM
Barcelona - En mi primer viaje a Barcelona, recuerdo que llegué como una autómata a La Boquería. Estaba en un tour con docenas de turistas en un recorrido donde querían presentarnos, en unas horas, todos los atractivos de esa importante ciudad española.
El colorido, bullicio y la cantidad de opciones de comida, sumada a la cantidad de lugares que vi en el tour, me dejaron tan abrumada que juré no volver. Con la suerte de haber regresado varias veces a la ciudad, el “Mercat de la Boqueria”, su nombre en catalán, se ha convertido en un punto de parada cuando visito esta ciudad, capital de la región de Cataluña.
Ahora me mueve descubrir sabores que no he probado, y voy preparada para lo que representa. No me molestan ni su ruido, ni el gentío ni la mezcla intensa de colores, olores y sabores de los platillos que venden en sus decenas de quioscos, provocando una sensación equivalente a una explosión sensorial.
Es más, disfruto mirando este mercado, que sigue siendo hoy una de las principales atracciones turísticas de Barcelona. Y, por supuesto, probando algunas de las sabrosuras que venden en sus más de 300 puestos de comida. Algunas de ellas ya alejadas de los sabores auténticos e inclinadas más a presentar delicias gastronómicas gourmet y otras apegadas a la tradición y sabor de la región.
Su historia comenzó como un lugar de puestos de venta de carnes, como parte de los mercados ambulantes en la Rambla, en 1217, y fue evolucionando por motivos estéticos, por visitas de Reyes y por nuevas construcciones.
El lugar, cuyo nombre original era Mercado de San José, ocupa actualmente el que fue el antiguo Convento de San José, y ha tenido varias renovaciones.
En el 1913 se le colocó un arco modernista de entrada, diseñado por el arquitecto Antoni de Falguera. En 1914, se puso la cubierta metálica, que eliminó los toldos con los que los comerciantes se protegían ante las inclemencias del tiempo. Entre 1998 y 2001 se renovaron los espacios de venta, se pusieron más cristales, y desde esa época el interior del mercado recibe más entrada de luz natural y volvió a contar con sus icónicas columnas que contribuyen a que levante su vista más allá de los puestos de la sabrosa comida.
El lugar no deja indiferente a ningún visitante. Aunque los mercados de cualquier destino están más de moda que nunca (además de sabrosos, son bien “instagramables”), los europeos cautivan. Y entre ellos, el de la Boquería tiene fama de ser uno de los mejores y más grandes.
Su ofrecimiento va desde frutas frescas, hasta pescados y todo tipo de mariscos, carnes, embutidos, quesos y souvenirs. Uno de los más buscados es el jamón ibérico de bellota, que venden en múltiples puestos, entre ellos Ramos Boquería, y que están en el mercado desde 1939.
También son famosas las infaltables croquetas, las empanadillas, las ostras, el pulpo y las carnes asadas acompañadas de patatas bravas (papas). Dos lugares que tiene que ver (y hacer una parada en ellos), son El Quim de la Boqueria, que ocupa un amplio espacio, y Joan La llar del Pernil, especializado en todo tipo de jamones.
En el mercado encontrará tapas con precios bastante razonables, incluyendo algunas gangas a poco más de $2 a $3, dependiendo del tamaño, el producto y la fama del quiosco.
A pesar de su popularidad, que la ha convertido en toda una atracción turística, la Boquería también es visitada por locales, que compran la comida para preparar en sus casas. Pero también es el lugar favorito de muchos chefs que van temprano a escoger los productos más frescos para sus restaurantes, entre ellos vegetales, mariscos, especialmente las gambas (camarones), pulpo y bacalao y carnes como picaña y steaks Tomahawk.
No pierda de perspectiva que el verdadero gozo culinario de estos mercados es probar varios platos. El famoso tapeo español es la mejor opción para probar varios productos, ya que son porciones pequeñas y más económicas. Si bien es cierto que podría comer en un restaurante de servicio completo, tal vez con igual cantidad de dinero que en la Boquería, la experiencia y vibra del mercado lo convierte en un paraíso para “foodies”.
Además, el encanto de la Boquería radica en su ambiente, ese mismo que me abrumó en la primera visita, y después me cautivó por su sabor a pueblo auténtico.
Un consejo, si quiere disfrutar del mercado, ubicado en la icónica calle peatonal de las Ramblas, no ceda a la tentación de quedarse en los restaurantes y cafés callejeros que verá antes de llegar. ¡Y asegúrese de ir con hambre!
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