Establecida como entidad política en 1970, esta región de habla francesa es una excelente opción para los viajeros que buscan destinos únicos
Establecida como entidad política en 1970, esta región de habla francesa es una excelente opción para los viajeros que buscan destinos únicos
22 de diciembre de 2024 - 4:48 PM
La región belga de Valonia, que incluye ciudades como Lieja, Charleroi, su capital Namur y Dinant, sigue siendo un secreto bien guardado del turismo masivo. Establecida como entidad política en 1970, esta región de habla francesa es una excelente opción para los viajeros que buscan destinos únicos. Sus monumentos históricos, su exquisita gastronomía y su rica cultura local son algunos de los principales atractivos de esta región que se esfuerza por afirmar su identidad única.
En Valonia los viajeros pueden descubrir ríos impresionantes custodiados por antiguas ciudadelas y majestuosos castillos. Además, suaves valles perfectos para recorridos en bicicleta y encantadores tesoros culturales escondidos en ciudades acogedoras y pintorescos pueblos históricos esperan ser explorados.
Capital oficial de la región valona desde 1986, en la ciudad de Namur confluyen los caudalosos ríos Mosa y Sambre. Su estratégica posición geográfica para el comercio ha sido también la causa por la que la ciudad ha sufrido batallas y enfrentamientos constantes a lo largo de su historia.
Una herencia de este pasado es la Ciudadela de Namur, principal punto turístico de la ciudad, que Napoleón llamó “La termitera de Europa”, ya que en su interior se excavaron hasta siete kilómetros de galerías. Afortunadamente, y en especial desde la creación de la Unión Europea, el fuerte militar es conocido principalmente por ofrecer las mejores vistas de la ciudad y de la provincia que le rodea. Además, es un buen punto para iniciar una visita por Namur, al que se puede acceder en teleférico desde su casco histórico.
Hay visitas guiadas en inglés y francés que permiten conocer una parte de las galerías subterráneas de la ciudadela, que son al mismo tiempo un recorrido por toda la historia de la Europa occidental de los últimos cinco siglos. El Centro de Visitantes Terra Nova, ubicado a la salida del teleférico, es otra de las actividades interesantes que alberga este bastión. Se trata de un recorrido multimedia por los últimos 2,000 años de la ciudad, para el que se ofrecen audioguías en castellano.
Namur ha visto pasar por sus calles a muchos militares, reyes, príncipes y gobernantes extranjeros a lo largo de la historia, hasta que hace casi 40 años logró ser sede de su propio parlamento regional. Esta herencia se puede descubrir a simple vista recorriendo las calles de su barrio histórico, en el que se encuentra la iglesia barroca de Saint Loup, construida por los jesuitas, o por su barrio Art-Decó, levantado sobre las ruinas que dejó la Segunda Guerra Mundial.
Gracias a su escala humana, la capital valona invita a perderse sin rumbo por sus calles de trazado medieval para toparse con lugares como el Museo Félicien Rops, el artista local más internacional, conocido por su cuadro “Pornócrates”, o el Museo TREMA que alberga tesoros de la Edad Media, entre ellos el “Tesoro de Oignies”, una de las siete maravillas de Bélgica. Otro lugar de interés, tanto por sus jardines como por ser de entrada gratuita, es el complejo museístico Les Bateliers con exposiciones arqueológicas y de artes decorativas.
Una visita a Namur no se puede considerar completa sin degustar una cerveza local. Las marcas Houppe o Blanche de Namur están entre las más populares, y se pueden acompañar con unas papas fritas, que los valones consideran una invención propia. Según cuentan, a finales del siglo XVIII el río Mosa se congeló haciendo imposible comer los pescaditos típicos de la ciudad, pero a sus habitantes se les ocurrió cortar las patatas con la forma de estos peces y freírlas, dando lugar a lo que hoy se conoce como papas fritas. Verdadera o no, lo cierto es que la doble fritura que les dan y las salsas utilizadas les da un sabor diferente.
Hasta principios de otoño, Namur vibra con la vida al aire libre, tanto en las acogedoras terrazas de sus pintorescas calles y plazas como a lo largo de las riberas del Mosa que están conectadas por las encantadoras namourettes, pequeñas embarcaciones que operan como una versión local de las góndolas venecianas.
Otra forma ideal de descubrir los alrededores es en bicicleta. Las orillas del Mosa y del Sambre están acondicionadas para ser recorridas tranquilamente sobre dos ruedas, permitiendo a los visitantes disfrutar de todos los rincones del valle sin prisas. Entre todos los pueblos de la zona, Dinant se destaca como el destino estrella, considerado uno de los más hermosos de Bélgica.
Este icónico lugar de Valonia es famoso por la cúpula de su colegiata y su imponente ciudadela, que transportan a los visitantes a épocas pasadas. Un dato curioso es que en esta pequeña ciudad de 10,000 habitantes nació Adolphe Sax, el inventor del saxofón. Como es común en Bélgica, Dinant cuenta con su propia cerveza, La Caracole, y sus vinos locales, que llevan la denominación de origen protegida “Costa del Sambre y del Mosa”.
El contrapunto a la Valonia más coqueta e histórica es Charleroi. La ciudad más poblada de la región fue fundada en honor al rey Carlos II en 1664, de ahí su nombre. Antigua ciudad fortaleza a orillas del río Sambre, la villa llegó a ser una de las más prósperas a principios del siglo XX gracias a sus minas de carbón y su industria metalúrgica, pero a partir de la década de los 70, empezó su declive.
En una historia compartida con otras urbes como Bilbao o Liverpool, actualmente se encuentra en plena transformación urbana y es un destino interesante para conocer este proceso de metamorfosis en el que la cultura juega un papel importante. Su Museo de la Fotografía, de gran prestigio y el mayor de Europa dedicado a este arte, y el museo provincial de arte contemporáneo BPS22 son dos puntos clave en este renacer cultural de la antigua ciudad industrial.
Charleroi no reniega de su pasado. En sus afueras lo recuerda con orgullo en Le Bois du Cazier, una antigua mina de carbón convertida hoy en un museo, que también alberga el museo del vidrio, una industria en la que Valonia también fue una potencia europea. Los curiosos e interesados en redescubrir su pasado industrial pueden pasearse por la ruta señalizada “Entre hierro, carbón y agua” que recorre antiguos escoriales con vistas a la ciudad.
Bien conectada por tren y carretera con los principales puntos turísticos de Valonia y Bruselas, Charleroi es una buena opción para pernoctar, ya que los precios de sus hoteles suelen ser más económicos que en el resto de la región.
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