Un hermoso paisaje costero, combinado con estructuras que cuentan su trayectoria, se manifiestan como atributos que debe explorar en este pueblo
Un hermoso paisaje costero, combinado con estructuras que cuentan su trayectoria, se manifiestan como atributos que debe explorar en este pueblo
15 de octubre de 2023 - 11:04 PM
Una pequeña isla con una privilegiada vista al Viejo San Juan, en la Ciudad Capital, se manifiesta como uno de los lugares preferidos de la llamada “Ciudad Llanera”, no solo por ser un lugar para disfrutar en familia sino, además, porque el entorno es ideal para relajarse.
La llaman Isla de Cabras y está ubicada en el sector Palo Seco. En el lugar, que administra el Municipio de Toa Baja desde septiembre de 2022, podrá también conocer la historia de edificaciones antiguas como el Fortín San Juan de la Cruz, conocido también como Fortín El Cañuelo y el Leprocomio.
Allí también tendrá la oportunidad de celebrar cualquier tipo de actividad y practicar deportes acuáticos.
Esta estructura histórica conocida como el Fortín del Cañuelo, cuyo nombre real era San Juan De la Cruz, se comenzó a construir aproximadamente para el 1603. Originalmente, se hizo en madera en una especie de islote al que solo se podía llegar en barco.
Su función principal era, junto con el Castillo San Felipe del Morro, proteger el área de posibles navíos invasores. También servía para resguardar la desembocadura del río Bayamón, que era muy utilizada entonces para entrar a la isla.
Pero en 1625, la estructura se redujo a escombros en medio de un ataque holandés. El lugar fue reconstruido en el 1645, esta vez con el mismo diseño de El Morro.
Casi 300 años más tarde, el Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos dragó la entrada de la Bahía de San Juan para dar acceso al puerto a grandes buques de guerra y submarinos. El material que se sacó, se utilizó para rellenar y conectar El Cañuelo con Isla de Cabras, haciéndolo así accesible para que hoy día podamos llegar hasta sus alrededores y disfrutar de la historia plasmada en esta edificación.
De hecho, la estructura fue declarada Patrimonio de la Humanidad, en conjunto con La Fortaleza, los castillos San Felipe del Morro y San Cristóbal, además de gran parte de las murallas que bordean al Viejo San Juan.
Este espacio fue construido para el 1800, cuando en Puerto Rico comenzó a verse la lepra y determinaron mover hasta allí a las personas contagiadas, tanto adultos como niños.
El Leprocomio contaba con cuatro edificaciones, donde se ubicaban a los pacientes por edades. Médicos y enfermeras viajaban en barcos hasta el lugar para atenderlos y llevarles alimentos.
Actualmente, de las cuatro edificaciones, una desapareció por la erosión. Las otras tres permanecen en ruinas a merced del tiempo y el clima.
Darse un paseo por el Balneario Punta Salinas es obligado en la “Ciudad Llanera”. Esta preciosa playa tiene una costa extensa, protegida por un rompeolas artificial en su área este.
Es un lugar de encuentro ideal para un pasadía familiar, ya que cuenta con gazebos, merendero y un centro comunal. Las instalaciones incluyen, además, un lago artificial, un estacionamiento cerca de la playa, baños, duchas y áreas recreativas para jugar baloncesto, voleibol playero, “beach tennis” y soccer. Además, dentro del balneario ubica el Bosque Punta Salinas.
Esta edificación fue construida para el 1749, siendo una de las más antiguas de Puerto Rico. Está hecha de ladrillo y troncos de ausubo al estilo neoclásico.
En el interior de la estructura, resaltan sus columnas arqueadas en ladrillos y un altar en plata labrada único en Puerto Rico, el cual está formado por 12 planchas de este metal.
En ellas se muestran grabados dedicados a San Pedro Apóstol, hechos por los esclavos de aquella época. Se dice que, en el pasado, la Parroquia San Pedro contaba con detalles en oro y piedras preciosas, pero con el terremoto de 1918, la estructura sufrió daños y, los dueños de lo ajeno, se llevaron todos estos elementos valiosos. No pudieron llevarse el altar porque este quedó pillado por el sismo.
En Toa Baja, aún quedan rastros de la época de la industria azucarera. La Hacienda Santa Elena fue fundada por don Juan Rijus Feduchi y establecida en la Ribera del Toa en el año 1790.
En sus comienzos, el lugar era responsable de suplir azúcar, tanto al pueblo de Toa Baja como a la Ciudad Capital. Esta hacienda tenía la particularidad de que contaba con su propio embarcadero, por lo que se les facilitó la exportación hacia España de productos como azúcar, mieles y rones de la mejor calidad.
Para el año 1830, la producción había aumentado de tal manera que eliminaron el antiguo trapiche de bueyes sustituyéndolo por una moderna planta de vapor que convirtió a la Hacienda Santa Elena en una de las más modernas y eficientes de Puerto Rico.
El lugar cesó operaciones en el 1910.
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