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La alfarera con alma y corazón de india taína que vive en Morovis

La artesana Alice Daisy Chéveres Chéveres, quien es descendiente de taínos, moldea en barro las piezas que utilizaban nuestros ancestros

21 de agosto de 2023 - 11:40 PM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 1 año.
Alice Daisy Chéveres Chéveres es descendiente directa de la población indígena, según una prueba de ADN administrada a su madre, Evarista Chéveres Díaz, por el arqueólogo Roberto Martínez durante una expedición por el lugar. (WANDA LIZ VEGA)

Llegar al taller de la artesana Alice Daisy Chéveres Chéveres, es como entrar en contacto con los habitantes originarios del archipiélago borincano, especialmente la raza taína, a juzgar por los trabajos de alfarería que honran a nuestros ancestros.

Allí se moldean en barro, las piezas que utilizaban los indios para echar sus alimentos o realizar sus rituales, justo en el lugar donde vivieron por cientos de años, aledaño a la Reserva Natural de Cabachuelas en el barrio Barahona, en Morovis.

Alice es descendiente directa de la población indígena, según una prueba de ADN administrada a su madre, Evarista Chéveres Díaz, por el arqueólogo Roberto Martínez durante una expedición por el lugar.

De acuerdo con la artista moroveña, la información genética del examen realizado a su progenitora arrojó sobre un 60% de compatibilidad.

“Hemos vivido siempre en este territorio. Un arqueólogo iba a hacer un trabajo a donde están las cuevas para ver la existencia de los descendientes taínos y, cuando pasó por la propiedad de nosotros, vio a mi mamá y quedó sorprendido porque mi mamá tenía todas las características de una india taína”, reveló la mujer de 52 años.

Explicó que, su progenitora tenía el pelo largo color negro, piel cobriza, pómulos salientes y estatura bajita, al igual que ella. “La prueba para conocer cuánto era su descendencia taína salió sobre 60%”, apuntó.

La artesana que hace réplicas de piezas taínas, utiliza las mismas herramientas que usaban los indios y no utiliza horno para quemarlas, ya que las quema en su patio sobre una fogata.
La artesana que hace réplicas de piezas taínas, utiliza las mismas herramientas que usaban los indios y no utiliza horno para quemarlas, ya que las quema en su patio sobre una fogata. (WANDA LIZ VEGA)

De hecho, su madre le contó que tenía una bisabuela llamada María “que era india taína”. “Mami le contó que, su mamá le dijo que su abuela era taína, pero en ese tiempo estaba prohibido decir que eras descendiente de taíno. Protegiéndola. Ella estaba en las cuevas y de ahí, la mayoría del tiempo siempre vivió en la cueva. Después le hicieron una casita de paja”, confesó.

Una de las cosas que recuerda, es que su progenitora preparaba una de las cavernas que componen Cabachuelas “cuando llegaba el tiempo de huracanes” para refugiarse. “Entonces, cuando mencionaban que venía un fenómeno (su madre) nos recogía y nos llevaba para allá. Ahí no sientes el viento, ni escuchas el agua, a menos que salgas a la boca de la cueva”, expuso al mencionar que, la última vez que se refugiaron en una cueva fue durante el paso del huracán Georges en 1998.

“Después de eso, no fuimos más porque mami estaba enferma y ya no caminaba. No podíamos llegar allá. Hay que caminar más de una hora para llegar a la cueva”, resaltó la moroveña al mencionar que sus ancestros “se dedicaban a la agricultura”.

De otra parte, destacó que, con el descubrimiento del arqueólogo, se demostró que “todavía existían los indios”. “Entonces, ahí, él siguió hablando con ella, conociéndola, le pidió sacarle unas fotos para ponerlas en una exhibición, sin revelar su lugar de residencia. Eso fue en el Museo de Vega Baja y cuando la gente veía las fotos le preguntaban que, de dónde las había sacado”, manifestó la hija de Pablo Chéveres.

De 10 hermanos, solo Alice se quedó con la encomienda a través del Taller Cabachuelas que cumplió 35 años, para confeccionar la alfarería indígena.
De 10 hermanos, solo Alice se quedó con la encomienda a través del Taller Cabachuelas que cumplió 35 años, para confeccionar la alfarería indígena. (WANDA LIZ VEGA)

“De ahí, comenzamos a trabajar el barro con el maestro artesano Daniel Silva Pagán que, estaba rescatando la técnica con el barro, cómo los taínos hacían sus utensilios. Iba a todas las excavaciones para mirar los pedazos de piezas que encontraban para, de ahí, coger ideas para hacer la preparación del barro”, agregó.

Sin embargo, conocer al maestro artesano cambió la vida de Alice quien, en un principio, se rehusó a aprender a trabajar con el barro. “Mami le dio alojamiento en una casita que tenía aparte, porque como él no tenía transportación, se le hiciera más fácil llegar a su lugar de trabajo. Por las noches, él se ponía a trabajar con el barro y nosotros íbamos a mirarlo mientras hacía los trabajos”, destacó.

“Un día me dice: ‘Alice, vente, vamos para que practiques’. Le dije que no me interesaba. Sin embargo, me dijo que yo era la única que me quedaría trabajando el barro. Le dije que estaba loco”, recordó.

No obstante, su maestro de historia le asignó hacer algún utensilio o pieza que tuviese que ver con los taínos. Así que, llegó a donde el artesano para que la ayudara.

“Ahí fue que yo empecé a trabajar con el barro. Primero, fue una pieza pequeñita para llevársela al maestro. Con el tiempo, me quedé trabajando el barro. Entre él y mi mamá, me ayudaron a hacer las piezas porque mami decía que ella tenía un recuerdo de cuando hacía piezas taínas”, contó la artesana certificada.

Entre las piezas que elabora “tengo potiza (botellas que se usaban para echar agua), calderos y piezas para ceremonia".
Entre las piezas que elabora “tengo potiza (botellas que se usaban para echar agua), calderos y piezas para ceremonia". (WANDA LIZ VEGA)

Entonces, de 10 hermanos, solo Alice se quedó con la encomienda a través del Taller Cabachuelas que cumplió 35 años, no solo para confeccionar la alfarería indígena, sino en su interés de enseñarle a otros el arte popular, mientras que educa para preservar la historia taína.

Entre las piezas que elabora “tengo potiza (botellas que se usaban para echar agua), calderos y piezas para ceremonia que, la gente utiliza para quemar incienso, entre otros utensilios que hacemos”.

Cabe destacar que, la artesana obtiene el barro en el área de Morovis. “Antes iba a Vega Baja, pero el más que usa es el local. Yo lo preparo, lo pongo y lo liqueo, lo bato y lo ciño, sacándole las piedritas. Otra forma es sacarle las raíces más grandes y lo utilizo echándole arena de río porque como es quemado en hoguera, lo único que usamos es leña natural”, detalló la madre de dos hijos.

“A veces, doy talleres y alguno de los nenes no quiere tocar el barro. Pero te ensucias las manos y vuelves a lavarlas. Ahí quedan las piezas más bonitas. Yo sigo aprendiendo, todos los días aprendo algo nuevo y, educando para que mantengan la cultura taína viva”, concluyó.

Para información, puede comunicarse al 939-203-9193.

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