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Conoce al veterano artesano del cuatro puertorriqueño y maestro de la afinación creador de la “Serie Dorada”

Jaime Alicea Otero lleva alrededor de 60 años elaborando el instrumento típico desde su taller en el barrio Quebrada Arenas, de Vega Baja

11 de octubre de 2023 - 11:40 PM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 1 año.
El artista dijo que la afinación es su principal objetivo a la hora de trabajar cada instrumento. (Isabel Ferre Sadurni Photography)

En la espesura del barrio Quebrada Arenas, en Vega Baja, ubica la fábrica artesanal de cuatros de don Jaime Alicea Otero, fundador de la respetada “Serie Dorada”, marca que aglutina una extensa experiencia con afinada evolución.

Con sus cerca de 90 años, don Jaime recibió a Somos Puerto Rico con un café cola’o de reciente ebullición y simpático aroma. De gestos sencillos y pausado andar, el maestro artesano, comenzó a explicar sobre la fama de sus instrumentos. “A mí me han comprado cuatros; Gloria Estefan, el timbalero Orestes Vilató y un montón de músicos de renombre. Me visita mucho Edwin Colón Zayas y nos ponemos a tocar de vez en cuando, pero el duro de esto es mi hijo Javier. Ese aprendió mucho y hace y toca un cuatro de maravilla”, destacó.

Jaime Alicea Otero en el taller donde elabora el cuatro.
Jaime Alicea Otero en el taller donde elabora el cuatro. (Isabel Ferre Sadurni Photography)

“Hasta los japoneses vinieron aquí a darme un contrato por un año para llevarme de aquí y les dije que no. Me iban a pagar un millón de dólares por ese contrato y lo negué…”, agregó.

Sobre sus orígenes como instrumentista, don Jaime dijo que su historia se inició en la década del 50.

“Aprendí música a la mala. Yo tenía un cuatrito que estaba esleña’o y para ese tiempo mi mamá me mandó a trabajar en la caña seis meses para ganarme $13, eso fue como para principios de la década del 50. Entonces con ese dinero fui y compré un cuatro que habían desechado y comencé a practicar. Seguía practicando y practicando y no me salía nada. Iba a las reuniones familiares con el cuatro y me botaban a cada rato porque hacía más ruido que lo que podía tocar bien”, comentó.

Para entonces, continuó su relato, don Jaime pasaba horas practicando el instrumento en un árbol.

Un cuatro en proceso, en el taller de Vega Baja.
Un cuatro en proceso, en el taller de Vega Baja. (Isabel Ferre Sadurni Photography)

“¿Qué pasa? Que a todo instrumento donde le pongas los dedos le sacas una nota, pero hay que saber hacer melodía combinada. En esa época, (el cuatrista) Maso Rivera hizo la mazurca Nélida y, en uno de esos intentos, me salió algo bien parecido a la tonada que me hizo bajar del aquel árbol que por poco me mato y fui corriendo a casa de mi tía y ella al verme con el cuatro comenzó a botarme otra vez”, expresó sonreído.

Una vez aprendidas las primeras tonadas de la canción Nélida, don Jaime contó que comenzó a sentir confianza. Sin embargo, hubo quienes intentaron minar sus deseos de dominar el instrumento.

“Había un hombre que tocaba cuatro y, para llegar a su casa, tenía que pasar una finca de caña que era inmensa y siempre que llegaba me decía que botara mi cuatro que yo nunca iba a aprender a tocar… qué malo que le quiten los deseos a alguien que quiera aprender algo. Me quedaba triste, pero seguía y cuando al tiempo aprendí a tocar mejor, me lo encontraba y eso era echando flores a mis pasos; ese bandido que me desmoralizó en mis comienzos”, recordó.

Entre sorbo y sorbo de café, don Jaime intercaló que su pasión siempre fue ser músico de cuatros. Al ser preguntado por la cantidad de instrumentos hechos, respondió que son “miles y miles”. Dijo que, para hacer su trabajo artesanal, utiliza cualquier tipo de madera.

“No importa la madera para el sonido. Eso lo digo y la gente me mira raro. La calidad del sonido del instrumento depende del artesano”, aseguró.

Dijo, además, que estima que lleva algunos 60 años haciendo cuatros y que, su mayor celo a la hora de hacer cada pieza, es la afinación.

“Comencé a ahuecar la madera para hacer las cajas de los cuatros, pero siempre tuve mucho celo con la afinación. Como yo no sabía, hice una afinación corrediza hasta que logré dar con lo que quería y entonces la fijé. Ya cuando tomé experiencia y seguridad, fue que comenzó la construcción de los instrumentos de manera formal”, explicó.

Asimismo, dijo que el oficio le permitió criar a sus seis hijos y llevar una vida plena.

“Gracias a Papá Dios nunca me faltó dinero. Esto es una bendición de la cual estoy muy agradecido a ese Padre Celestial. Llegué a tocar con los hermanos Morales e hice mis presentaciones en Nueva York y en Puerto Rico con varios grupitos hasta que un día, como siempre ocurre, tuve que suspender la música para entonces dedicarme de lleno a confeccionar los cuatros. Eso fue un cambio, pero se tuvo que hacer por asuntos personales y del cual nunca me he arrepentido”, expresó.

Si desea conocer más sobre la “Serie Dorada” de cuatros puertorriqueños, puede comunicarse al 787- 649-1642.

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