El impacto del arte en la vida puede ser, muchas veces, como la caída de una pequeña piedra en un cuerpo de agua. Las olas que se producen tocan la fibra humana de formas que a veces son difíciles de comprender y a quién y cómo exactamente tocarán es un gran misterio. Gerardo Castro quizás nunca lo supo, pero las olas producidas por su arte siguen tocando vidas aún hoy.

“La Saya de Oyá” es una exhibición gestada completamente por estudiantes del Recinto de Río Piedras de la UPR que busca conmemorar, celebrar y honrar el legado de este artista plástico. De este modo, la Galería Torres Martinó de la Escuela de Arquitectura se ha transformado en un espacio que recoge todas las diferentes formas en que el arte de Castro sigue resonando hoy.

“Cuando Gerardo murió y me enteré, fui rápido a donde Mayra Santos-Febres y le dije, ‘tenemos que hacerle algo’. Ella me preguntó qué podríamos hacer y yo le respondí que, como artista, si yo muriera, la mejor manera de conmemorarme sería el mismo arte. Nosotros vivimos y sangramos arte, nuestra vida entera es eso. Yo no lo comenté como algo que pensé que realmente pasaría, pero ella lo tomó muy en serio, y de ahí salió la idea de hacer esta exposición”, sostuvo Andrés Miró Lugo sobre el origen de este homenaje.

Esta es la primera vez que Miró Lugo exhibe como artista y es también la primera vez que funge como curador. Como tema unificador quisieron usar la figura de la deidad yoruba Oyá, orisha del renacimiento, de los vientos y las tempestades, también vista como una guía durante la muerte. La presencia de Oyá en la muestra sirve como un tipo de acción de gracias hacia Castro y, a la vez, como una demostración de que su vida y su legado continúan aquí, en el trabajo de los jóvenes artistas a los que ha inspirado.

A lo largo de su carrera, Castro trabajó con temas como la historia “queer”, el concepto de las mujeres divinas, la reimaginación de masculinidades, la experiencia afrocaribeña en la diáspora, además de un acercamiento a la decolonialidad a través de las figuras de los orishas. Su obra se distingue por el uso de colores llamativos, telas, figuras humanas y por su arraigo a un erotismo provocativo y a un esoterismo vivaz, que parecen querer despertar algo en el espíritu del espectador.

Castro fue un artista contemporáneo nacido en Ponce. Obtuvo un bachillerato en la Universidad de Jersey City y una maestría en pintura del Pratt Institute en Brooklyn. A lo largo de su carrera, busco ilustrar a través de su trabajo la multiplicidad de la experiencia afrocaribeña al abordar cuestiones de colonización, historia queer, culturas de performance ritual y género. Falleció el 17 de marzo de 2024.

La propia participación de Miró Lugo en la exhibición toma varios de estos elementos para crear una pieza que dialoga con el trabajo de Castro y, a la vez, con elementos de su vida personal. La obra es un vestido con una falta creada con tiras de telas de muchos colores y patrones. Frente a la pieza descansa un par de machetes cruzados, sobre los que se pueden ver imágenes de varias mujeres de su familia. La obra lleva por nombre “Ancestras: La norma, la vida y la justicia”.

“Usé muchas telas y busqué incorporar ese estilo maximalista que define la obra del propio Gerardo. El palo santo colgando de diferentes partes representa cómo él quemaba algunas de sus piezas, por ejemplo. La obra está dedicada a mi abuela Norma, a Zoé, mi madre, que en griego significa vida, y a mi otra abuela, Justina, que viene de justicia. De ahí sale el título, son tres guerreras que han inspirado mi arte y que me han guiado”, explicó.

Las obras contenidas en la exhibición, más allá de encontrar motivada en el trabajo de Castro, tienen voz propia. Tal es el caso de las piezas presentadas por la fotoperiodista Stephanie Rojas Rodríguez, que, inspirada en el concepto de la “mujer divina”, tomó retratos de tres de sus abuelas, capturadas en la presencia de flores y plantas.

“Hice un homenaje a mis abuelas en sus propios espacios, pensando también en que no se tiene que ser una mujer con un legado cultural mundial enorme para dejar un impacto. El trabajo que hicieron estas mujeres, que fueron cuidadoras, maestras y enfermeras, fue edificante. Pienso que no hay sabiduría más grande que esa y que se les niega la habilidad de reconocer ese poder. Busca resaltar la base de la sociedad caribeña, que, a fin de cuentas, son mujeres negras”, dijo.

Gianna Jiménez, por su parte, presentará dos piezas, inspiradas, parcialmente, en el paso del huracán María, pero más aún, en el concepto del renacimiento y de la nueva vida. La primera obra es una xilografía en la que se representa una figura femenina en medio de tempestades, y la segunda es un autorretrato en que su cabello está hecho de flores. En la deidad Oyá se pueden encontrar ambos elementos, asociados con ella a lo largo de la historia.

Del mismo modo, Edward Santiago toma un acercamiento que mezcla el dibujo y lo escultórico, usando como base piezas rescatadas de loza criolla sobre las que representa, también, varios elementos distintivos de la orisha y a ella misma. Su tríptico busca resaltar la esencia de Oyá basándose en la iconografía trabajada por Castro.

Egisen Carrasquillo presenta, de su lado, un par de pinturas en las que plasma elementos simbólicos que crean una conversación entre las injusticias del colonialismo y la necesidad de la liberación. Su pieza principal presenta a una mujer (ella misma), sacrificando a un cordero con un machete en medio de vientos de tormenta. El cordero es, por supuesto, una alusión directa a uno de los símbolos nacionales coloniales más antiguos del país y su sacrificio, además de ser un ofrecimiento a Oyá, funciona también como un llamado a romper con la imagen de docilidad que por siglos se ha pesado sobre los puertorriqueños.

En la muestra participan también los estudiantes Lara García Meléndez, Jafet Cruz Cordero, Isabel Ballester Rojas, Egisen Carrasquillo, Yelimska Crespo Feliciano y Anyelitza Díaz Minaya. La exposición forma parte de las actividades de preámbulo a la cuarta edición de la Cumbre Internacional de Afrodescendencia (Cumbre Afro), y tiene el propósito de otorgar un reconocimiento póstumo al artista ponceño, desde el arte plástico y el textil con una mirada y perspectiva antirracista y caribeña. “La Saya de Oyá” estará abierta al público a partir del jueves, 13 de marzo.