Comenzaron siendo figuras sencillas, preparadas por carpinteros, ebanistas o personas que, de alguna manera, trabajaban con madera. La intención nunca fue hacer piezas de arte, si no, crear representaciones de figuras religiosas que permitieran a las personas practicar sus devociones particulares desde el hogar. En el Puerto Rico del siglo XVII —cuando se estima que pudo haber comenzado esta práctica—, las iglesias quedaban lejanas a muchos sectores de la población. Del mismo modo, poseer piezas de arte religioso era inaccesible para la mayoría de las personas.