Ese gran abecedario del cuerpo que es la danza, tiene además todo vocabulario que lo trasciende, que va más allá del lenguaje técnico, de lo que somos capaces de apalabrar con el cuerpo. El dominio de ambas formas de expresividad, lo técnico y lo emotivo, es lo que suele distinguir un bailarín de otro. Pues nunca bastará ni será suficiente para maravillarnos del todo, ver la capacidad de un cuerpo de llegar a los más altos niveles de dominio técnico. El público siempre quiere sentir y sentimos desde un lugar que en las artes no tiene nombre, simplemente, se siente y se reconoce.