El talento artístico de Jesús Ortiz Torres es innato. Desde muy pequeño sus manos y su mente creativa dieron rienda suelta a sus talentos con algo tan simple como el barro.

Este hombre de 69 años aún recuerda estar en el piso de tierra de la cocina de su humilde casita en el barrio Jagüeyes de Villalba, donde observaba a su madre María José Torres cocinando casabe “porque no había mucho que comer”. Pero, cuando la lluvia caía y mojaba su casa, entonces comenzaba a darle forma a rostros en el suelo y adornaba sus obras con canicas, dejando claro que sería un gran artista.

De esa escena cotidiana en su vida, Ortiz Torres conserva un cuadro que pintó y, que adorna la cocina de su casa, para recordarle sus orígenes como artista y los buenos momentos de su infancia.

“Ese cuadro es la respuesta a como empecé a ser artista. Esa era mi casa, el piso era de barro, entonces cuando tenía como cuatro años y llovía, era un revolú de barro y yo me ponía a crear caras. También recuerdo que estaban trabajando con cemento cuando hicieron la iglesia de aquí y siempre sobraba un poquito de cemento y yo me lo traía y hacía un montón de caras y les ponía canicas. Entonces, estaban todas esas caras puestas allí y Mami de lo más contenta ponía todas esas cosas en las paredes”, recordó el escultor.

El hogar donde se crió todavía guarda muchas de sus obras, que van desde esculturas en cemento, relieve y bronce, además de pinturas, esculturas con ensamblajes y caricaturas. Cada pared tiene un significado especial y Ortiz Torres espera algún día convertirla en un museo.

“Mi hermano y yo vivimos aquí. Pero estoy pensando hacer un museo aquí; se llamaría el Museo del Artista Pela’o porque hay un montón de detallitos que se pueden dar cuentas que hay cosas hechas que son recicladas”, confesó el villalbeño.

Ortiz Torres, quien dedicó 30 años de su vida a impartir clases de arte en la Escuela de Bellas Artes de Ponce y llegó a dar cursos en la Universidad Interamericana de Ponce, sostuvo que cada una de sus facetas como artista tienen su momento especial y que ha practicado la que mejor se ajusta a cada etapa.

“Me he dedicado al arte toda mi vida. El asunto es hacer cosas distintas, uno no puede estar haciendo lo mismo siempre. Cada época tiene su manifestación y de eso es que se trata. Pero, depende de las situaciones. Ahora estoy haciendo más caricaturas de sátira social y política que otra cosa porque estamos en un tipo de situación compleja en Puerto Rico. La caricatura va al pueblo, va más al grano, va directo. El arte es más espiritual, se dicen las mismas cosas, pero lo entienden pocas personas”, explicó el artista.

Algo que para Ortiz Torres es importante, es que no hay tiempo a la hora de entrar en su taller. Ese espacio que ubica en el exterior de su hogar, tiene un rincón para cada una de las disciplinas que domina y él afirma que entra y sale de allí sin contar el tiempo. Además, contó que su arte no es replicar las cosas, sino darle su interpretación a lo que está viendo o sintiendo.

“Tengo que pintar con mucha luz. Pero lo mío no es representar idénticamente porque para eso está la fotografía, yo hago una interpretación. También tengo la mesa para hacer esculturas, cuando me canso de estar allá, pues vengo para acá y sigo haciendo esculturas”, sostuvo mientras tomaba un instrumento para trazar líneas sobre una escultura en plastilina con la forma de la cabeza de Juan el Bautista.

Entre las obras más reconocidas de Ortiz Torres, está el mural que se alza en la entrada del pueblo de Villalba que recoge la historia y esencia de su gente.

La imponente obra de arte tiene dos piezas que miden 8 pies de ancho por 16 de alto cada una, y se encuentran pegadas en un muro de cemento que mide cerca de 30 pies de alto. Cuenta por un lado con el escudo de la ciudad, mientras que al otro tiene un compendio de varias imágenes que destacan detalles importantes de Villalba, como por ejemplo; el cultivo de gandules que es muy tradicional, los lagos que caracterizan a este pueblo y otros elementos que sirvieron de inspiración para su elaboración.

“Me inspiré en la historia de Villalba, en lo que tenemos, en lo que hacemos. Lo primero que vamos a ver son las manos del trabajador villalbeño que está sembrando gandules, cosechando el gandul, desgranando el gandul. Además, se representan las vainas de gandules, las flores de los gandules. También muestra a los dos fundadores de Villalba: Walter McJones y José Ramon Figueroa. Tenemos los lagos porque a Villalba se le conoce como ‘La Ciudad de los Lagos’, las montañas y los árboles. Otros elementos que se destacan son el sol, los símbolos del cooperativismo porque somos pioneros en esa área y el Medio Maratón, pues es un evento de tradición deportiva de nuestro pueblo. Aquí está la misma esencia, historia y el simbolismo de Villalba”, describió el escultor sobre el mural trabajado en bronce fundido.

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