Juan Crespo de León es un escultor y maestro de artes visuales oriundo de Corozal, que transforma la madera en impresionantes esculturas que pueden ser apreciadas, incluso, por personas con discapacidad visual, pues, sus dimensiones permiten un descubrimiento bajo el sentido del tacto.

Su temática se centra en aspectos de la anatomía humana, la afrodescendencia y la maternidad, entre otras inspiraciones que le impulsan a rescatar un material en desuso para crear hermosas piezas que nacen de un talento cultivado en su niñez, mediante experiencias facilitadas por su progenitora.

“Mi mamá era costurera y maestra y, yo recuerdo jugar entre las telas, que es algo que la ha ocurrido a muchos colegas que terminaron en esta profesión, que sus madres o sus padres trabajaban en oficios de dominio manual, como tapiceros”, recordó el hijo de María de León Albino y Francisco Crespo.

Otro de sus referentes es Chiqui Moreno, un artista corozaleño que, sin pretenderlo, despertó la curiosidad en su compueblano quien “llegó a la escuela donde yo estaba en sexto grado y se plantó a hacer un modelado en barro de Betances”.

“Recuerdo que eso me impactó porque llegué a mi casa a buscar bache, fango y empecé a imitar lo que él (Moreno) hacía. Mi madre siempre estuvo muy de cerca, validando esa experimentación, sabía que podía desarrollarla y supo dosificar esa parte que todos necesitamos explorar”, sostuvo el artista de 47 años.

Una de sus grandes satisfacciones es haber pisado nuevamente algunos planteles donde se formó, entre los barrios Palos Blancos, Cuchillas y Padilla.

“Estamos pisando ese suelo donde me desarrollé y puedo ver a mis estudiantes con deseos de aprender y tienen talento. Con el tiempo, uno va comprendiendo que, el oficio de la docencia es puntual para momentos en los que una vida se puede marcar y se puede definir”, abundó el egresado de la Escuela de Artes Plásticas.

Sus piezas son elaboradas en madera, entre estas, caoba, yagrumo, capá blanco, guayacán, roble y cedro, cuyas dimensiones fluctúan entre 3 a 10 pies de altura.

“La madera me cautivó mucho porque, es la posibilidad de transformar algo que, muchas veces, está tirada, es rescatada porque las trozan y el destino es el vertedero o un barranco. Cómo hacer esa alquimia de llevar ese material que fue considerado desecho, a un resultado de este nivel. Es un reto que me disfruto mucho”, admitió.

“La madera en mi obra pasa a ser un material predilecto, puesto que, dentro de la escultura, representa uno de los procesos más exigentes. Incluso, la piedra que, para algunos, pudiera parecer que es más difícil por su dureza, pero la madera tiene fibras que tienes que saber hacia dónde das el corte y la piedra la puedes cortar en cualquier dirección”, explicó.

Asimismo, destacó que “el tema de lograr la anatomía humana a un punto donde el espectador se cautiva, me sirve para hacer una conexión con lo que también me interesa expresar”.

“Llevarlo a ese nivel de dominio es todo un proceso técnico de mucha paciencia. Estas obras hay que echarle mucho tiempo de trabajo para llevarla a ese nivel y quien conoce el proceso, cuando la ve y la aprecia, sabe lo que hay detrás de eso; por ejemplo, que, sea de una sola pieza, no es ensamblada, lograr la dimensión en esa escala”, sostuvo.

Entretanto, su obra permite que el espectador disfrute la belleza de la madera en todo su esplendor, pues, el acabado deja la superficie expuesta sin necesidad de pintarla.

Una de sus obras más aclamadas es ‘Madre Gesta’, que encarna a una embarazada con espinas que recorren su vientre. La escultura mide, aproximadamente, 9 ½ pies de altura, en una sola pieza elaborada en caoba.

“Lo que intento explicar a través de la obra es un tanto espinoso, como el vientre de la escultura. Este personaje es como una deidad. Trata el tema de la afrodescendencia desde una realidad poco estudiada y sobre las madres que, en su desesperación para el tiempo de la esclavitud, tuvieron que abortar a sus hijos”, reveló sobre su obra realizada en 2017.

“Eso de alguna manera explica por qué esta pieza con toda esa simbología de un vientre protegido, ante una realidad hostil que fue la esclavitud. Siempre me llamó la atención en la historia de la esclavitud sobre estas mujeres que no lograron ser madres porque, precisamente, en otra forma de expresar el amor, protegieron a sus hijos de una realidad insoportable y los abortaron”, apuntó.

La pieza fue expuesta en el Museo Arsenal en la Puntilla durante la primera muestra de escultura nacional.

Allí llegó un grupo de personas con discapacidad visual que, tuvo la oportunidad de explorar y conocer la obra mediante el tacto. Sin embargo, el artista proyecta expandir su obra para incorporar un enjambre de abejas.

“La pieza que se acopla a la cabeza de la obra es en almendro y, está separada porque está pensada para, en un futuro, incorporar un enjambre de abejas africanizadas que, es la población prevaleciente en el ecosistema de nuestro archipiélago. Por la vía nasal tiene un conducto al interior de la cápsula de almendro, porque es hueca y tiene la dimensión exacta para acoplar un núcleo”, detalló.

“Soy más docente que escultor, si lo vamos a tomar por tiempo dedicado al oficio. La misión con la docencia en cuanto a las bellas artes no es desarrollar artistas que se encumbren en el escenario artístico, sino que se capacite a esos niños de la misma manera que aprenden las materias básicas”, concluyó.