Antes de dar la señal para que inicie la documentación visual del encuentro con el violinista Henry Hutchinson Negrón, el fotógrafo de este medio advierte “listo” y da un sonado aplauso. “Disculpe si lo incomodé”, dice mientras manipula los lentes fotográficos. “Para nada, a mí me gustan los aplausos”, responde Hutchinson con serenidad y una ligera sonrisa. Poco a poco los vidrios de hielo Antártico que lleva por ojos se van adaptando a la iluminación artificial fotográfica que se pierde en la claridad natural del apartamento.