San Juan - Durante las últimas dos décadas ha sido extremadamente fácil lamentarse por la falta de originalidad en el cine comercial de Hollywood. La realidad del caso es que la avalancha de secuelas, ‘remakes’, ‘reboots’ y todas las posibles versiones de propiedades pre-vendidas siempre ha sido el modelo comercial de los estudios de cine. Cuando la industria evolucionó del cine silente al sonoro lo primero que se hizo fue hacer versiones nuevas de lo que había sido exitoso en la taquilla.

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La originalidad siempre ha existido en el cine comercial de Estados Unidos, pero parecería ser de forma accidental. “Sinners”, la nueva producción de Warner Bros. que estrena este jueves en los cines de Puerto Rico, definitivamente es un filme original. Cuando a eso se le suma la ejecución ambiciosa, arriesgada y magistral del director Ryan Coogler (“Creed”, “Black Panther”) , la producción definitivamente se convierte en la primera visita obligatoria al cine de este año. La película es una fusión de géneros hipnótica y elegante que desafía la noción de lo que se supone que funcione en pantalla.

El director acierta una y otra vez con su mezcla de drama histórico, horror y musical. El único punto de referencia para este tipo de experimento es el momento en “From Dusk Till Dawn”, donde la película se transforma violentamente de un drama criminal a una película de vampiros. Y aun así la comparación no le hace justicia, porque como cineasta Coogler no se conforma con el voltaje creativo del choque de géneros. El director tiene mucho que expresar con este filme y el resultado es algo mucho más desafiante y profundo.

La primera de muchas sorpresas en esta película a nivel creativo es que se toma su tiempo. Esto, usualmente se interpreta como una implicación de que el ritmo de la película sea tedioso, pero aquí eso no aplica para nada. El presentarnos el trasfondo de la trama, que sucede en el sur de los Estados Unidos justo después la Gran Depresión, enriquece la historia e impide que el filme se quede en la superficie de los géneros que está mezclando. Lo otro que resulta crucial es la primera sección donde el público conoce a los hermanos gemelos, interpretados por Michael B Jordan, y la comunidad que va a ayudarlos a montar su cantina. Todos los horrores que se avecinan en el segundo acto, los que están atados a fuerzas sobrenaturales y los que no, tienen un mayor impacto por la conexión emocional que se logra entre estos personajes y el público en esta primera sección.

Del resto del filme mientras menos detalles sepa, más pura será la experiencia de descubrir todas sus sorpresas en pantalla. Lo que sí se puede decir es que la película se divierte muchísimo experimentando con su tono, buscando desafiar cualquier tipo de etiqueta fácil. La inteligencia y el humor del guión de Coogler son indiscutibles. Este retiene muchas de las convenciones básicas de una historia de vampiros y constantemente las transforma en algo mucho más interesante y profundo.

“Sinners” es la fusión más interesante de desarrollo de personaje y convenciones de horror en el cine comercial de Hollywood desde que John Carpenter hizo su versión de “The Thing” en 1982.

Lo otro que hay que resaltar es que el filme logra unas secuencias espectaculares mucho antes de que la lucha con los vampiros para sobrevivir la noche domine el desarrollo de la trama. Es genuinamente emocionante ver como esta película explora la idea de lo que se requiere para ser artista y no quedar atrapado por las reglas a través del poder de la música y sin marginar los elementos de horror distintivos de la trama principal.

Este es el tipo de película donde toda esta avalancha de superlativos podría disparar las expectativas del público y como quiera “Sinners" logrará superarlas. La originalidad de este filme no es un accidente. Todo está calibrado para darle al espectador una experiencia cinematográfica excepcional, que tiene que ser vista en la pantalla grande.