1 de febrero de 2025 - 11:10 PM
El estrés cotidiano nos lleva a ingerir los alimentos demasiado rápido, como si estuviéramos corriendo en vez de caminando, lo cual puede perjudicar nuestra salud.
Una especialista describe los múltiples beneficios de comer de manera lenta y pausada y propone tácticas para desacelerar nuestra forma de alimentarnos.
Aunque no hay una “medida mágica” en particular que nos ayude a reducir la velocidad de nuestras comidas, hay una serie de sencillos gestos, que practicados con regularidad hasta convertirlos en hábitos, pueden ayudarnos a desacelerar nuestra forma de comer, señala la dietista nutricionista Cristina Bedmar.
“Comer muy rápido es un comportamiento bastante habitual en personas con una vida estresante, que puede convertirse en un hábito difícil de eliminar y provocar problemas de salud”, señala Bedmar, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
“Comer en menos de 15 o 20 minutos; no masticar bien o no hacer pausas entre mordisco y mordisco son indicadores de que comemos demasiado rápido” señala la docente de la UOC, con sede en Barcelona (Cataluña, España).
“Además de provocar malestar gástrico o reflujo gastroesofágico, ingerir alimentos muy rápido puede dar lugar, en el corto plazo, a problemas de distensión abdominal y malestar debido a gases”, advierte Bedmar.
A largo plazo, “este comportamiento se puede relacionar con dolencias vinculadas al aumento de peso, como enfermedades cardiovasculares, sobrepeso u obesidad”, según apunta.
“El hecho de comer más rápidamente puede llevarnos a comer más. Esto sucede porque no damos tiempo a que las señales de saciedad de nuestro organismo, que nos informan que ya hemos comido lo suficiente, lleguen a tiempo. Entonces, ingerimos más alimentos de los que realmente necesitamos, aumentando así el riesgo de incrementar el peso”, explica.
Según la profesora de la UOC, “hay que tener presente que el cuerpo tarda de media unos 20 minutos a enviar las señales de saciedad al cerebro”.
Asimismo, no masticar bien los alimentos crudos (zanahoria, manzana, frutos secos, etc.) o ingerir trozos de pescado o carne sin prestar atención a lo que ingerimos (espinas, huesos, etc.) puede desembocar en un atragantamiento accidental, advierte.
Bedmar recomienda comer de manera pausada, ya que esto “nos ayuda a percibir mejor los sabores de los alimentos y a disfrutar del momento, facilita el proceso digestivo y permite que identifiquemos a tiempo las señales de saciedad”, señala.
“La digestión de los alimentos se inicia ya en la boca con la secreción de las primeras enzimas digestivas, y masticar bien los alimentos facilita los siguientes pasos de la digestión, que tendrán lugar en el estómago”, añade.
Bedmar señala además que “los tipos de alimentos que se consumen (crudos, cocidos, integrales, con grasa o no, etc.) pueden marcar la velocidad a la hora de comer, la velocidad de la digestión y del azúcar que pasará a nuestra sangre”.
“No tendremos la misma respuesta glucémica (potencial de un alimento para aumentar el azúcar en sangre), bebiendo 200 mililitros (ml) de zumo, que al consumir el mismo azúcar comiendo dos naranjas enteras, ni la respuestas glucémica será la misma si nos tomamos el zumo acompañándolo con pan integral con queso”, puntualiza.
Para conseguir comer de una manera más pausada y saludable, Bedmar ofrece las siguientes recomendaciones básicas:
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