La puertorriqueña Nivia Piña-Medina y su esposo han creado una red de negocios de comida latina en la capital de Massachusetts. En uno de ellos se saborea el orgullo boricua
La puertorriqueña Nivia Piña-Medina y su esposo han creado una red de negocios de comida latina en la capital de Massachusetts. En uno de ellos se saborea el orgullo boricua
4 de agosto de 2023 - 8:00 AM
Boston – Sean empanadillas (¿o pastelillos?), el asunto es que una mesera lleva estas frituras a la mesa y en Boston, cuando entras al negocio Vejigantes, el debate sobre cómo llamarlas está picante. Entre una treintena de aperitivos, el menú opta por el más polémico nombre. Así comienza un almuerzo en el restaurante de comida boricua más famoso en la ciudad.
Está ubicado en Villa Victoria, justo frente a una plaza con el mensaje “lucha puertorriqueña, orgullo borincano” de este icónico vecindario, reconstruido por boricuas que triunfaron en la batalla de ser desplazados por la ciudad en 1968 y que han desarrollado como un modelo nacional de viviendas asequibles en Estados Unidos. La comida, en medio del día, une a la comunidad y, sobre todo, atrae a latinos de muchas partes del estado de Massachusetts. Aquí se habla español, aunque uno que otro se cuela con el inglés en la punta de la lengua.
Son de queso las frituras, pero hay mucho más, desde guineítos en escabeche y sorullitos hasta bacalaítos, alcapurrias y arañitas de plátano. Para el plato principal, más de cuarenta alternativas. Un surtido de mofongo, paella de mariscos y chuleta can-can son las más populares entre los comensales.
Nivia Piña-Medina es la boricua detrás del concepto del local, inspirado en los carnavalescos personajes de hocicos abiertos que son un símbolo en la cultura puertorriqueña. La empresaria es codueña del negocio, donde funge como coordinadora de eventos y catering mientras atiende los asuntos de recursos humanos.
Ha construido una red de restaurantes en Boston junto a su esposo, el empresario dominicano Héctor Piña, quien es el CFO de este y otros tres restaurantes en la ciudad. Mientras sirven suculencias dominicanas en Merengue, Doña Habana se enfoca en la gastronomía cubana. Con su nuevo concepto Cilantro Latin Kitchen, que comenzaría a operar en agosto de este año, la familia se enfocará en ponerles sazón a alimentos más saludables.
El matrimonio abrió las puertas de Vejigantes en 2012, por lo que celebraron en 2023 once años en el marco del Festival Betances, evento cultural con medio siglo de tradición en Villa Victoria. Inquilinos Boricuas en Acción (IBA), la organización sin fines de lucro que administra y desarrolla esta vecindad, le extendió la invitación inicial a la pareja para establecerse en este espacio. Con el tiempo, el negocio se ha convertido en un punto de encuentro para quienes buscan degustar tostones, arroz y habichuelas, entre otras delicias criollas.
Los tres mundos de Nivia
A sus 48 años, Nivia divide su tiempo entre tres mundos. En su hogar, prioriza la crianza de sus hijos Sebastián (18) y Sofía (15), quienes, aseguró, “son mi motor”. Además de su rol en la industria culinaria, sobresale en otro trabajo. De día, trabaja como asesora bilingüe para el programa de educación especial del sistema público de enseñanza de Boston. Por las tardes, se sumerge en los restaurantes.
“Evalúo a niños hispanohablantes cuando son referidos al programa y su progreso. Cuando los estudiantes llegan a Estados Unidos y no saben inglés, se les da apoyo de inglés como idioma secundario. Por las mañanas, salgo con mis lentes, mis moñitos y voy a la escuela. Luego voy a casa; me transformo. En los salones, muy pocos conocen que manejo restaurantes, mientras en los negocios pocos saben que soy maestra”, dijo.
Cuando llega maquillada, en tacones y con las uñas pintadas al estilo de Barbie, Nivia se enorgullece al reafirmar que desafía estereotipos. Reconoce que pocos saben que cuenta con un bagaje académico en las ciencias y que fue maestra de química durante ocho años en la Jeremiah E. Burke High School, en el vecindario de Dorchester.
Con familia en los municipios de Florida y Barceloneta, Nivia se crio y pasó su temprana adultez en el pueblo de Manatí. En 1998, completó un bachillerato en biotecnología del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM). Relató que a Massachusetts llegó para completar una maestría en bioquímica de la Brandeis University. Fue en ese período que conoció a su esposo, entre sus estudios, durante una salida a club nocturno.
Hoy día, en las mesas de Vejigantes, Nivia a veces brinda con una piña colada y un coquitini –coquito servido en copa de martini– al reencontrarse con exalumnos que lograron vencer las barreras del lenguaje y se convirtieron en profesionales.
“Para mí, ha sido bien gratificante. Con los años, he trabajado con diversas poblaciones de estudiantes, muchos migrantes, de comunidades marginadas o que viven en pobreza. A pesar de sus dificultades con el inglés, cuando yo les hablaba en español, como que entendían. Veía su progreso, que le echaban ganas y que, a pesar de sus situaciones, muchos de ellos indocumentados, querían superarse. Al día de hoy, algunos ya son enfermeros o clerks, y me visitan en los restaurantes. La comida tiene un lenguaje universal”, contó.
No abundan los lugares como Vejigantes en Boston. “Lamentablemente, en Massachusetts puedes contar con tu mano los restaurantes puertorriqueños”, señaló. Precisamente, indicó que eso la llena de motivación.
“Vejigantes es un orgullo porque ayuda a la representación. Te puedes sentar y degustar una alcapurria. Somos un restaurante de comunidad, un espacio que representa a Puerto Rico en Boston. Eso me llena de alegría”, expresó.
Lo deja claro en la entrada de Vejigantes, donde Héctor Collazo Hernández, conocido como “Héctor PR” y famoso por pintar la monoestrellada en los 78 pueblos de la isla, plasmó el máximo símbolo de la puertorriqueñidad. Curiosos y boricuas que visitan la zona se toman un “selfie”. La mayoría, casi todos residentes del área, ya están acostumbrados a ver la estrella borincana, pero sonríen cuando cruzan la calle y le pasan por el lado.
“Yo no vengo de una familia de alta alcurnia. Lo que tengo es porque mi esposo y yo hemos trabajado bien fuerte. Me levanto a trabajar y me acuesto trabajando. Puerto Rico es ese motor que nos sigue llevando. Ese amor que le tengo a la isla es difícil de describir. Por ahora, estoy acá, pero no hay día en que no sueñe con estar en la isla, sobre todo por la familia”, manifestó, quien no descarta regresar algún día y establecer alguna cadena de restaurantes en San Juan.
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