Ser la tercera mujer puertorriqueña en estudiar dirección orquestal y la primera en dirigir un concierto de temporada clásica con la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico (OSPR) son hitos históricos que solo Yabetza Vivas Irizarry posee en su resumé.
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En mayo de este año, fungió como directora invitada de la OSPR por décima ocasión en el concierto especial de Homenaje por el Día de las Madres, consolidando su currículum como la única mujer directora de orquesta activa actualmente en la isla.
Bajo su batuta se llevó adelante también el emotivo concierto del aniversario 121 de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, y dirigió dos ciclos de Conciertos Familiares en la Sala Sinfónica Pablo Casals, del Centro de Bellas Artes de Santurce, como parte del programa educativo “Conoce tu orquesta” de la OSPR.
En esa misma sala, hace apenas un año, ocurrió un evento sin precedentes, que le sirvió no solo de debut como directora en la orquesta nacional, sino como punta de lanza en su misión por impulsar la representación femenina en un campo predominantemente masculino.
“Ese primer día recuerdo que me paré en el podio frente a la orquesta y fue un momento de decir: ‘Estoy aquí. No estoy pidiendo estar. Estoy aquí y voy a hacerlo’”, relató Vivas Irizarry sobre aquel concierto especial en el 2023 titulado “Mujeres en la Música” que dirigió con apenas 32 años.
”Yo sabía que las personas en la audiencia no solamente iban a recibir un concierto: era un statement. Y yo aproveché esa oportunidad para dar otros espacios también a mujeres compositoras, dos solistas que tocaron conmigo, una clarinetista, Kathleen Jones, que lleva más de 40 años tocando en la orquesta, e Ivonne Pérez, que es la principal oboe, y escuchar la música que ellas hacen es hermoso, porque no solo es lo que podemos hacer, sino por qué lo hacemos”, enfatizó sobre la importancia de visibilizar a sus colegas femeninas desde la batuta.
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Hubo obstáculos en su propio camino que le recordaron constantemente que hacer una carrera en el ámbito de la música clásica, siendo mujer (y latina), requería no solo habilidad, la cual le sobra, sino también una fuerte resistencia a los prejuicios, la cual tuvo que desarrollar.
“Me he enfrentado a muchas cosas. Estar tomando clases magistrales con directores famosos de Estados Unidos y que me dijeran que mis gestos eran muy femeninos, o que me debía recoger el pelo porque era una distracción, o que yo soy una persona voluptuosa y me tengo que vestir distinto porque puedo incitar a los músicos y distraerlos, todo tipo de comentarios superficiales, machistas”, recordó Vivas, quien posee un bachillerato en Educación Musical por el Conservatorio de Música de Puerto Rico y una maestría en Dirección de Orquesta por la Bowling Green State University, en Ohio.
“Y sí, es difícil, no te voy a decir que eso no me afectó”, reconoció la también cantante de ópera.
A pesar de las expectativas infundadas, Vivas Irizarry ha desafiado el discrimen, plantándose firme en los escenarios con su presencia enérgica, su carisma avasallante y su pelo rizo. “Yo siempre he estado en lucha constante toda mi vida, desde niña, siempre he estado tratando de mantener quién soy. Es mi pelo y yo me siento orgullosa de quién soy, yo me presento así”, sostuvo la directora emergente.
“First why and then trust ”
Aunque continúa abriendo camino, Vivas Irizarry quisiera ver a muchas más mujeres dentro de la música clásica y, para eso, levanta bandera sobre la necesidad de crear espacios inclusivos.
“Creo que es fundamental que las organizaciones den las oportunidades necesarias para que las mujeres puedan tener su espacio. Debemos enseñar y visibilizar lo que hacemos, eliminar los paradigmas y dejar de juzgar la creación y el talento de las personas por cómo se visten, por cómo se ven o por cómo se identifican”, argumentó la directora musical del programa “El Sistema 100 x 35″, de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Puerto Rico.
Sobre todo, Vivas Irizarry enfatiza la importancia de que haya referentes visibles para las generaciones más jóvenes, algo que ella misma no tuvo al inicio de su carrera. De hecho, su primera etapa académica estuvo lejos de la música, por no considerarla una opción viable para subsistir. Ingresó al programa de Ingeniería del recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, donde se desempeñó como una estudiante sobresaliente hasta que, cuatro años después y gracias al impulso de los músicos la iglesia donde se crio, se animó a redirigir su vida hacia su verdadera pasión.
En el 2010 y tras muchas audiciones, finalmente logró entrar en el Conservatorio de Música de Puerto Rico, un paso que le abrió un abanico de posibilidades y sueños que hasta entonces le resultaban inalcanzables.
Tres claves para el éxito de una mujer
- Saber qué quieres hacer
- Por qué lo quieres hacer
- Cómo lo vas a hacer
“Yo nunca me imaginé a una mujer dirigiendo”, dijo al recordar lo revelador que fue para ella conocer a Helen González, la segunda mujer en la isla en estudiar dirección de orquesta y quien casualmente fue su profesora durante su primer año en el Conservatorio. “Cuanto tomé ese curso con ella quedé totalmente enamorada de la dirección”, contó al repasar el despertar de su trayectoria.
Pero el vínculo de Vivas Irizarry con la música comenzó mucho antes y fue tan natural que, antes de hablar, ya cantaba. A sus cinco años aprendió a tocar la guitarra, instrumento que usaba a escondidas de su abuelo mientras este dormía la siesta. Más adelante, antes de morir, la dejó de obsequio.
“Nunca dejé de tocar guitarra, nunca dejé de hacer música”, dijo con una sonrisa, evocando ese regalo invaluable.