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Aserradero Otero en Ciales rescata la madera para devolverle su magia

Esta empresa familiar toma la materia que otros desechan y la transforma para que luego puedan convertirse en muebles, guitarras y otras piezas

12 de octubre de 2022 - 11:40 PM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 2 años.
Javier Fernando Otero Ramos (derecha), junto a su padre, Fernando Otero, quien en el 1977 construyó la zapata de una empresa que ofrece nueva vida a cientos de árboles que pudieron acabar en vertederos. (Isabel Ferré Sadurní)

Cinco generaciones de la familia Otero, del barrio Hato Viejo Cumbre, en Ciales, han compartido el arte de rescatar la madera que algunos desechan y le han dado vida útil para que otros la conviertan en música, muebles, gabinetes o cualquier pieza que pueda esculpirse con esta materia prima.

Desde allí, nacen miles de brazos para guitarras eléctricas que deleitarán al mundo con su melodiosa belleza, aliviando los corazones abatidos en medio de ciclones, terremotos y pandemias.

Se trata del Aserradero Otero, una tradición familiar que comenzó en la década del 70 a serrucho y hacha, aunque el oficio fue inspirado por generaciones anteriores que vieron en la madera una fuente de empleo para mantener a los suyos.

Fue el padre de Javier Fernando Otero Ramos, quien construyó la zapata de una empresa que ofrece nueva vida a cientos de árboles que pudieron acabar en vertederos o a punto de caer sobre algunas viviendas.

“Esto es una tradición, la familia de bisabuelo, abuelo… Mi papá (Fernando Otero) hizo esto en 1977 como un pasatiempo, pero él sabía trabajar con madera porque vio a su papá aserrando madera a mano con serrucho y hacha. Así era el aserradero de antes”, recordó Javier Fernando, el menor de cinco hermanos.

Al observar el humilde espacio donde a diario trabaja, Nando, como lo conocen sus allegados, contó cómo fue enamorándose de la labor que admiró desde pequeño.

“Uno lleva esa espinita en la sangre. A mí siempre me gustó bregar con maquinaria y, para mí, esto era Disneylandia. Yo siempre estaba detrás de papi, era su sombra. Lo que hacía era molestarlo porque siempre estaba en el medio. Me aprendí todo el negocio completo de cómo procesar la madera”, relató el hombre de 52 años.

Explicó que compra la madera a los agricultores, entre estas, “capá prieto, el cedro, laurel, teca, maga, majó y la caoba”.

“Hay que tener buena maquinaria para que la madera salga de buena calidad porque, de lo contrario, no corta bien. Tener buena experiencia porque la madera es como una balanza; no es cortar un árbol, la madera hay que estar virándola, cambiándola para que quede derecha. Es una experiencia que se adquiere a través de los años”, apuntó.

Asimismo, destacó la manera en que dan nueva vida a muchos árboles que normalmente van a parar a los vertederos, muchas veces por desconocimiento.

“Hace 30 años, yo conseguía mucho cedro y la caoba era escasa. Ahora, dondequiera hay caoba y el cedro es escaso. Yo las traigo. Hay un arbolista que le pagan por tumbar y antes, tiraba los árboles al vertedero, pero una vez dio conmigo, me los da. Ahora, hacemos algo bueno… en vez de botarlos al vertedero, me da los troncos grandes y lo demás se dispone”, reveló.

Es entonces que la madera se convierte en fuente de ingresos, tanto para su familia como para artesanos, músicos, ebanistas y hasta las personas que, durante la pandemia, exploraron sus habilidades y crearon infinidad de piezas para sus respectivos hogares.

“La última que he sacado es para Maryland en Estados Unidos, para una compañía de guitarras eléctricas que, por primera vez, después del huracán María, vinieron a ver qué hacían con la madera. Decían que donde único veían que botaban el recurso era en Puerto Rico. Entonces, fueron a un sitio a probar, pidieron que les sacaran unas muestras de madera para hacer brazos de guitarra eléctrica, pero no le dieron el grado”, sostuvo.

“Llegaron un sábado aquí por curiosidad, entonces me pidieron que sacara la madera que tuviera prácticamente corte de cuarto, que es un proceso para que la fibra de la madera esté recta. Al otro día llamé para decirle que estaban hechas, me pidió 25 piezas. Luego me pidió 25 más. Cuando vio la madera, dijo que era exactamente lo que querían”, reveló al mencionar que fueron referidos por el Museo del Café en Ciales.

De esa manera, creó un vínculo directo para la elaboración de miles de brazos de guitarra en caoba para la empresa estadounidense PRS.

“Se llevaron las primeras 50 piezas para probar. Después me pidieron 100, luego 300, 800, y ahora me pidieron 2,000 piezas en caoba. Ahora hay otra compañía, la mayor de guitarras clásicas, que quieren venir a ver la madera. Por primera vez, están llevando madera de aquí para allá”, esbozó.

Al recorrer el camino andado, Javier Fernando se apoya en su hijo, Javier Otero Sastre que también ha seguido sus pasos. Esta vez, de la madera nació un artesano que elabora mapas con los pedazos que quedan.

Para detalles puede llamar al 787-309-2622.

Somos Ciales
Somos Ciales (El Nuevo Día)


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