MOCA.— La faena comienza a las 6:00 de la mañana en la casa de los González, en el barrio Cerro Gordo, donde cada miembro de la familia tiene una tarea asignada para lograr la confección perfecta que por 20 años ha distinguido al Chicharrón Isla.

La producción artesanal de esta empresa familiar es bien conocida en el noroeste del país, donde asegura su fundador, Efraín González, se utiliza en restaurantes locales para condimentar “los mejores mofongos de la zona”.

“En aquel tiempo (cuando se inició en el negocio) los primeros chicharrones los hice con leña… y luego seguí inventando, seguí bregando hasta que poco a poco fui expandiendo. Empecé primero con los restaurantes, para los mofongos. Y me siento bien orgulloso (de lo que ha logrado)”, cuenta don Efraín, quien explica que todo el proceso de elaboración toma entre dos a tres horas.

La confección de chicharrón sigue siendo el sustento de esta familia, que habilitó un espacio en su hogar, en el que hermanos, hijos y nietos trabajan en la cocina, empaque y despacho. En total son siete empleados que sacan semanalmente entre 1,500 a 2,000 libras del producto para la venta al por mayor en el área noroeste.

Cindy González Mercado, hija de don Efraín, lleva “toda la vida” trabajando con su papá. Ella asegura que lo que diferencia a Chicharrón Isla de la competencia es su frescura.

“Es un producto que se despacha calientito… no tiene grasas añadidas, porque se cocina en la misma grasa que libera el cuerito. Tú sabes, al boricua le encanta lo puertorriqueño, y les encanta el producto porque saben lo que es el cerdo, la capa, el lechón asado o el chicharrón. Aquí todo el año comemos chicharrón”, dijo.

Aunque Chicharrón Isla se ha mantenido por dos décadas y la familia está segura de que podrían mercadearlo en toda la Isla, el espacio en la casa se ha hecho pequeño para aumentar la producción. Es por eso que no se promocionan ni siquiera a través de las redes sociales, pues no podrían cumplir con una demanda mayor a la actual, explicó González Mercado.

No obstante, indicó que llevan dos años tramitando la adquisición de un plantel escolar Cerro Gordo Lao, que fue cerrado y se encuentra en abandono, lo que les ayudaría a expandir su marca. Mientras eso sucede, los González siguen operando con la seguridad de que producen “el mejor chicharrón de Puerto Rico”, desde un rinconcito de Moca.