La rápida intensificación que el huracán Beryl ha exhibido en su paso por el Caribe hace recordar, en gran medida, el desarrollo que tuvo hace casi siete años el huracán María, el fenómeno atmosférico más devastador para Puerto Rico en el pasado siglo.

Si bien Beryl se ha sostenido como un huracán categoría 5 en su trayectoria hacia Jamaica –isla que debe azotar desde horas de la mañana del miércoles–, el coordinador de avisos del Servicio Nacional de Meteorología (SNM) en San Juan, Ernesto Morales, puntualizó que ciertas características pueden mitigar, en cierta medida, el grado de los daños causados por el ciclón, al menos, en comparación con un fenómeno como María.

“María era un sistema más grande y, al igual que Beryl, tuvo una rápida intensificación y fue un (huracán) categoría 5 por un momento. El movimiento de traslación fue diferente; María fue un poco más lento, entre 15 a 17 millas por hora (mph), (mientras) este sistema, por la época del año en que está ocurriendo, por eso es que va a tan rápido”, señaló el meteorólogo.

Según el informe de las 2:00 p.m. de este martes del Centro Nacional de Huracanes, Beryl –localizado entonces al sur de La Española­– se trasladaba a unas 22 mph, con vientos sostenidos de 155 mph, cerca del umbral de la categoría 5, que comienza en 157 mph. En el reporte de las 11:00 a.m., la potencia de sus vientos alcanzaba las 160 mph. María tocó tierra por Yabucoa con vientos también de 155 mph, de acuerdo con el informe del Centro Nacional de Huracanes.

El lunes, Beryl tocó tierra en la isla de Carriacou, en Granada, durante su devastador paso por las Antillas Menores, aunque todavía es impreciso al alcance de los daños, debido a los cortes en los sistemas de comunicación.

“Lo que vemos en Carriacou, allá en Granada, es bien similar a lo que ocurrió en el sureste de Puerto Rico, en los daños (causados por María). Cuando Puerto Rico fue afectado por María, era un (huracán) categoría 4. La cuestión es que la palabra que describe (tanto a un huracán) categoría 4 como 5 es ‘catastrófico’. Esos son los daños que siempre se asocian a este tipo de huracán. Por eso, hay unas similitudes entre estos dos sistemas”, puntualizó Morales.

Las diferencias entre la velocidad de traslación y el tamaño que registraron ambos sistemas, sin embargo, deberían provocar que Beryl deje una menor cantidad de lluvia en los lugares donde toque tierra, reduciendo los daños asociados a deslizamientos de terreno e inundaciones, que suelen impactar principalmente a territorios montañosos, en contraste con espacios más llanos.

“Las montañas ayudan a que llueva más y se acumule más el agua y haya más escorrentía, con mayor peligro de inundación. En una región llana, el área de captación será mucho menos. Son cositas que hay que mirar y cada huracán tiene personalidad diferente. Pero ya, cuando llegamos al punto de catastrófico, todos estos sistemas comienzan a parecerse el uno al otro”, recalcó.

En ese sentido, el meteorólogo destacó el efecto de Beryl sobre el oleaje en la costa sureste de Puerto Rico, pese a que el archipiélago no fue impactado directamente por el ciclón.

“Las olas están gigantescas en Patillas. Nunca las había visto así de grandes”, subrayó.

Si bien tomará un tiempo aquilatar el saldo de los daños provocados por Beryl, Morales enfatizó que las características del fenómeno encarnan las principales amenazas asociadas al cambio climático, como su desarrollo en una etapa tan prematura de la temporada de huracanes y el corto tiempo –menos de 48 horas– que le tomó pasar de depresión tropical a huracán categoría 4, limitando las posibilidades de preparación de la ciudadanía.

“La rápida intensificación es algo alarmante, ya que quiere decir que la energía en las aguas locales se mantiene bastante alta, entre 82 y 84 grados (Fahrenheit). Hay regiones en 86 grados. Es preocupante porque es solamente el comienzo de la temporada, y sabemos que va a ser hiperactiva hasta noviembre 30. Ahora es que vamos a entrar en los meses más calientes, y vamos a ver cómo esas temperaturas suben”, sintetizó.