2 de marzo de 2025 - 2:27 PM
Aleysha Ortiz, una joven puertorriqueña de 19 años, se graduó con honores en la Hartford Public High School, en Connecticut, y hasta obtuvo una beca universitaria. Sin embargo, no se siente orgullosa, sino defraudada. Es que se quejó de que el sistema educativo le falló: nunca aprendió a leer ni escribir. Por ello, presentó una demanda contra las autoridades de su escuela y de la ciudad por su experiencia “traumática”. “No me enseñaron nada”, aseguró.
Ortiz llegó a Estados unidos desde Puerto Rico con su familia cuando era niña y completó su educación primaria y secundaria en Connecticut. Estuvo 12 años dentro del sistema público de la localidad de Hartford. A pesar del largo trayecto, se fue de sus salones con las manos vacías: se graduó sin saber leer ni escribir. Logró pasar de año confiando ciegamente en las aplicaciones tecnológicas que convierten la voz en texto y viceversa.
Un mes antes de recibirse, en mayo de 2024, Aleysha decidió demandar a las autoridades educativas y de su ciudad por haberla promocionado año tras año, sin brindarle las herramientas básicas para su futuro.
Según contó en declaraciones a The Connecticut Mirror, en los 12 años que estuvo escolarizada, los docentes nunca la educaron: “Me empujaron. Me cambiaron de clase y no me enseñaron nada”.
La chica testificó en una reunión del consejo municipal, en la que relató que a pesar de ser analfabeta, recibió un diploma con honores por su rendimiento académico, que no reflejaba su situación. Para poder dar su testimonio, Aleysha tuvo que grabar en su celular lo que iba a decir. Escuchó ese audio una y otra vez, hasta memorizarlo, ya que apenas puede leer unas pocas palabras.
En mayo de 2024, Ortiz demandó a la Junta de Educación de Hartford y a la ciudad por negligencia y por haber violado su derecho a recibir una educación justa.
Courtney Spencer, abogada de la joven, consideró que “es uno de los casos más impactantes” de desatención educativa que vio en toda su carrera. “Nunca debió haber sucedido y no debería estar sucediendo. Todo su futuro se verá afectado”, lamentó.
Por su parte, Ortiz calificó su experiencia educativa como “traumática”. En específico, detalló que, por sus dificultades de aprendizaje, fue apartada y pasó meses sin un maestro de educación especial o de apoyo. Incluso afirmó que, en ocasiones, fue ridiculizada por el personal educativo.
Durante la secundaria, la joven quedó bajo la supervisión de Tilda Santiago, su gestora de casos de educación especial. De acuerdo a la demanda, Santiago la sometió a “acoso y hostigamiento repetidos”, así como también la menospreció frente a compañeros y docentes.
La madre de Aleysha, Carmen Cruz, contó a CNN que notó que su hija tenía dificultades de aprendizaje desde pequeña. Por ello, cuando la niña cumplió cinco años, se mudó a Connecticut con la esperanza de que allí Ortiz recibiera mejores servicios educativos.
Sin embargo, la situación no cambió. La mujer acudió al colegio, habló con los responsables y docentes para que la ayudaran, pero no logró un cambio real. “Yo no hablaba muy bien inglés, no conocía las reglas de las escuelas y me decían muchas cosas. Me dejaba llevar por lo que me decían los profesores porque no entendía nada”, recordó.
Mientras su hija cursaba, Aleysha encontró en la tecnología una herramienta clave para sobrellevar su educación: usó aplicaciones que convertían texto en voz y viceversa, para completar tareas y exámenes. Para hacer sus deberes, grababa todas las clases con su celular y reproducía los audios en su casa para memorizarlos. “Las aplicaciones me dieron una voz que nunca pensé que tuviera”, dijo a CNN.
Gracias a este método y su esfuerzo, pudo mejorar sus calificaciones y alcanzar casi el nivel más alto de rendimiento académico. Así consiguió ser aceptada en la Universidad de Connecticut, donde estudia políticas públicas, aun sin saber leer ni escribir.
Mientras cursa en la universidad y se esfuerza por recuperar los años perdidos, la joven espera que la demanda siga su curso y que las autoridades educativas se hagan responsables de su accionar negligente. “Me quitaron la oportunidad de aprender. Me robaron algo… Quería hacer más y no tuve la oportunidad de hacerlo”, concluyó.
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