Como cada sábado desde inicios de octubre, un grupo de graduandos de la Escuela Vocacional José Felipe Zayas, en Coamo, se unió hoy a los voluntarios que reconstruyen, tras siete años del huracán María, la Casa Parroquial San Blas, un baluarte histórico erigido en 1891.

Los estudiantes han levantado los muros de mampostería careada, es decir, que dejan las piedras expuestas en la superficie, con su diversidad de formas y tonos, como los que tenía la estructura original. Entre sus tareas, están mezclar el cemento, preparar las piedras, los ladrillos y colocarlos para formar las murallas, que servían originalmente para contener los fuegos de esparcirse y arrasar con las estructuras de madera a su alrededor.

“El resultado ha sido fantástico, los trabajos se han adelantado muchísimo con esa ayuda”, expresó el ingeniero José Díaz, quien está a cargo de la obra.

La integración de los estudiantes se dio por iniciativa de la arquitecta Jennifer Rivera, quien también es maestra de Inglés e identificó el interés de sus estudiantes, principalmente entre los de la concentración de plomería, en la construcción. A la vez, ponen en práctica sus talentos y adquieren nuevas destrezas, como el uso de herramientas y cómo trabajar con una estructura histórica.

“Se les da la oportunidad de ellos perder el miedo y enfocarse en las metas que quieren lograr”, destacó la maestra sobre la experiencia que también abona a las horas de labor comunitaria y exploración ocupacional que deben cumplir los estudiantes para obtener su diploma de escuela superior.

Una de las estudiantes, Ninoshka Torres, quiere estudiar Ingeniería Civil, por lo que se considera “afortunada” de tener experiencias como estas que le expongan al ámbito en el que quiere desarrollarse profesionalmente.

“(Es) una experiencia totalmente nueva, bastante interesante, bastante de mi interés, ya que, en un futuro, me gustaría estudiar en lo que es este campo de la ingeniería, de la construcción. Me siento bien afortunada”, sostuvo Torres.

Por otra parte, Yanelis Santiago, quien estudia Tecnología Automotriz, ha aprendido a trabajar con maquinaria. Además, le enorgullece hacer una aportación a la comunidad coameña mediante la reconstrucción de la edificación histórica.

A raíz de esta experiencia, los líderes del proyecto están ayudando a los jóvenes a establecer su propia empresa, en la que trabajarían una vez terminen la escuela superior. Entre los servicios que ofrecerían –a domicilio–, está la plomería.

“No hay plomeros en la calle trabajando, y sería posiblemente la primera empresa donde hay mujeres trabajando en plomería. Vamos a asegurarnos de ayudarlos en todo y crearles una empresa que tenga una apariencia de seriedad, con sus logos, con sus uniformes, todo preparado para que los reciban en las casas confiando que tienen un recurso valioso para darle el servicio que cada cliente necesita”, destacó Díaz.

Además, de cara a echar a andar esta iniciativa empresarial, los estudiantes continuarán su preparación con trabajo de campo en proyectos formales, como la posada que se está construyendo en el municipio.

El ingeniero destacó que la reconstrucción de la Casa Parroquial ha sido cuesta arriba, pues solo tienen a dos personas en el proyecto a tiempo completo y el resto ha sido labor voluntaria. Díaz ha ofrecido talleres a los voluntarios de, por ejemplo, empañetado e instalación de cerámica en los baños.

“Esa es la gente que quiere aportar, que quiere dar su tiempo y su talento. Después de que están bien dirigidos, eso es como las orquestas, los músicos suenan bien si uno los organiza y pone los recursos como hacen falta. Tengo que agradecerles porque, gracias a ellos, la obra está hecha”, acentuó.