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Científica ponceña se inspira en la labor de Sor Isolina Ferré

La microbióloga Greetchen Díaz Muñoz jamás pensó que, algún día, esa niña que acudía a los Centros Sor Isolina y que veía en la sister un modelo a emular en su vida, recibiría el Premio Sor Isolina Ferré a la Excelencia del Servicio al Prójimo

30 de abril de 2022 - 11:40 PM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 3 años.
Greetchen Díaz Muñoz contó a El Nuevo Día las vivencias de su niñez -cerca de Sor Isolina Ferré- que la marcaron positivamente a través de su vida. (El Nuevo Día / Isabel Ferré Sadurní)

Desde temprana edad, Greetchen Díaz Muñoz supo que quería estudiar Ciencia, pero no contaba con personas que le orientaran sobre qué debía hacer para alcanzar su sueño.

Solo sabía que quería emular la labor de Sor Isolina Ferré, quien le inspiraba paz y deseos de ayudar a su comunidad de la Playa en Ponce pues, igual que muchos niños del barrio, Greetchen acudía a los Centros para tomar diversos talleres de arte, baile y modelaje, entre las clases que enriquecieron su niñez.

Esos recuerdos pasaron por su mente una y otra vez al recibir en su adultez una medalla con el rostro de Sor Isolina, que le hicieron viajar en el tiempo cuando correteaba del salón hasta el sector Palmita, donde creció rodeada de su mayor ejemplo.

“Soy científica, pero la ‘sister’ era un modelo a seguir que yo tenía, como una persona que servía a la comunidad, como una persona que pensaba en la comunidad y, yo quería ser científica porque quería ayudar a la comunidad y, aunque ella no era una científica, ella era y fue de los primeros modelos a seguir que yo tuve cuando era niña. Una verdadera ‘influencer’ de esos tiempos”, confesó la científica y educadora.

“Hay algo que yo recuerdo de ella y es que siempre proyectaba tranquilidad. Es difícil de describir porque como yo era bien niña, no tengo los recuerdos tan claros, pero cuando me acuerdo de algo que da paz o tranquilidad, su rostro era eso. Entonces, ella llegaba a los lugares y era tranquila, calmada, como lo que yo describiría como bondadosa”, sostuvo.

Somos Ponce
Somos Ponce (El Nuevo Día)

Sentada en un banquito ubicado en el jardín de los Centros en Ponce, la respetada microbióloga dejó fluir sus pensamientos para conectarse con un pasado repleto de interesantes anécdotas como, por ejemplo, cuando el llamado “Ángel de la Playa” se aparecía en el barrio acompañada de figuras artísticas.

En ese contexto, explicó la similitud con su ejecutoria de atraer a personas que no conocen la Ciencia para enamorarlas de la disciplina, sobre todo a las niñas de noveno grado a través del programa Semillas de Triunfo, un proyecto que impulsa a través de Ciencia Puerto Rico.

Me llamaba la atención que siempre venía con alguien del mundo artístico, a veces era Danny Rivera, pero ella siempre traía gente para que viera lo que estaba pasando en la comunidad. Me pongo a pensar en eso y es un poco lo que yo hago ahora, y es que trato también de que personas que no tienen que ver tanto con la Ciencia, presten atención a ese mundo que yo conozco para que vean que a través de ello pueden ayudar a las personas, a la sociedad”, expuso.

“Ella (Sor Isolina) vivía cerca de donde yo vivía y una vez, Ricky Martin la fue a visitar en un helicóptero y yo era chiquita y me acuerdo a todo el mundo corriendo el rumor: ‘Llegó Ricky Martin, llegó Ricky Martin’. Ahora, al recordarme, parece una leyenda urbana. Yo lo que veía en ella era ese poder de atracción, ella tenía un magnetismo que yo quisiera tener, pero hizo que ella pudiera llevar mucha gente a la causa del centro y a la Playa que quizás, para muchos, no era un lugar de mucha importancia. Luego, eso se repitió con otras personalidades”, relató.

Así creció en medio de talleres de escultura, modelaje y navegando en la enciclopedia para conocer más de las nubes, las estrellas y alimentar su gran deseo de aprender conceptos que capturaron su atención.

El Google de antes era la enciclopedia y, yo tenía una enciclopedia de mi abuela, tomaba diferentes tomos y los leía. Así conocía de diferentes cosas que tenían que ver con la Ciencia, no de personas sino de conceptos y, sobre todo, me interesaban mucho las nubes, las estrellas, yo pensaba que iba a ser astrónoma y de ahí comenzó esa curiosidad desde los siete u ocho años”, acotó.

“Yo decía que quería ser científica, pero no tenía idea de qué realmente conllevaba ser científica porque no tenía a nadie que me lo pudiera mostrar. Aun así, nunca le tuve miedo a lo desconocido. Prueba de ello fue cuando estaba en noveno grado en la Escuela Santiago González, supe de esta escuela residencial en Mayagüez, especializada en Ciencias y Matemáticas, que daban clases de Astronomía y me dije: ‘Esa es la escuela que yo tengo que ir”, manifestó.

De esa manera, salió del barrio para escalar una inmensa montaña que desconocía, pero en su corazón sabía que estaba haciendo lo correcto cuando fue aceptada en el Centro Residencial de Oportunidades Educativas en Mayagüez (CROEM) y más adelante en el recinto mayagüezano de la Universidad de Puerto Rico.

“Llené la solicitud, mi mamá tenía miedo porque no sabía lo que era, pero yo me fui. No tenía miedo de salir del barrio para poder progresar. Eso me llevó a donde estoy ahora”, resaltó la ponceña, quien luego completó estudios doctorales en Genética Molecular de la Universidad de Ohio y una “investigación posdoctoral en la Universidad de Nebraska, específicamente en un centro de virología”.

Pero Díaz Muñoz nunca se olvidó de su gente ni del barrio que la vio nacer.

“Recuerdo mis primeras esculturas de barro que las hice en un taller del Centro y cosas así, llegan como esos momentos de la niñez que fueron bonitos porque aprendía o conocía siempre algo. Tomé mis clases de modelaje aquí, enseñaban maquillaje, pasarela y otras cosas, y fue curioso, no era que yo quería ser modelo, sino que me gustaba mucho el mundo de la moda y yo quería ser diseñadora de modas”, señaló la directora del Programa de Educación en Ciencia y Alianzas Comunitarias de la organización Ciencia Puerto Rico.

Durante esta entrevista, la destacada doctora en Ciencias no dudó en desplazarse hacia el busto de Sor Isolina para continuar documentando las estatuas de mujeres en diversas partes del mundo.

De hecho, Greetchen tiene su propia estatua como parte de la iniciativa IF/THEN, en la cual fue seleccionada como embajadora, junto con un centenar de mujeres (incluyendo a las puertorriqueñas Minerva Cordero Braña y Roselin Rosario Meléndez), a nivel mundial, por su compromiso y empeño de promover la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés).

En su incansable carrera, también logró otro de los sueños que escribió en una libreta que guarda desde que era pequeña. Se trata de Fórmula STEM, un programa de televisión que modera para WIPR.

Sin embargo, entre los logros cosechados jamás pensó que, algún día, esa niña que acudía a los Centros Sor Isolina y que veía en la síster un modelo a emular en su vida, recibiría el Premio Sor Isolina Ferré a la Excelencia del Servicio al Prójimo 2021.

“Sin temor y aun siendo humilde, puedo decir que, para mí, el premio fue muy significativo, y soy de las personas que más se pudo haber identificado con esa medalla. Cuando la recibí, yo sentía como una mezcla de emociones el día de la premiación, porque se habla mucho de ella, se guía y uno empieza a recordar”, reveló.

“Eso significa mucho para mí, para una niña que creció bajo la influencia de ella y que su trabajo está inspirado en muchas de las cosas que ella hizo como persona, como miembro de la comunidad… priceless”, concluyó.

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