3 de febrero de 2025 - 12:00 PM
Los avances en las tecnologías de generación y las metas globales de reducción de emisiones contaminantes han llevado a entidades internacionales a proyectar un aumento significativo en la producción de energía nuclear, una fuente que la gobernadora Jenniffer González ya ha descartado promover en Puerto Rico en el marco de los ajustes que propone a la política pública energética.
Para varios expertos convocados recientemente por el Colegio de Ingenieros y Agrimensores (Ciapr), sin embargo, el desarrollo de las tecnologías asociadas a la energía nuclear –que han incrementado la flexibilidad en el uso de esta fuente y mitigado los riesgos de su operación– ofrece una serie de oportunidades que Puerto Rico debería considerar.
“Sabemos que es una (fuente) que, por situaciones que han pasado en la historia, (la gente) le tiene cierto recelo a ese tipo de tecnología. Pero aquí, lo que hacemos es educar sobre las distintas fuentes energéticas, en este caso, la nuclear”, dijo Carlos Fournier, presidente del Ciapr.
El agrimensor puntualizó que, como organismo, el Ciapr no endosa la energía nuclear, si bien considera que es pertinente evaluar todas las alternativas sobre la mesa.
En Puerto Rico, se desarrolló, en la década de 1960, la planta BONUS, a base de agua hirviente, como un proyecto experimental. La planta, en Rincón, fue clausurada en 1969, tras identificarse problemas técnicos “que requerían modificaciones muy costosas”, y hoy es un museo administrado por la Autoridad de Energía Eléctrica.
El ingeniero electricista Manuel Rodríguez Perazza, uno de los panelistas del “Foro Nuclear”, celebrado el sábado en la sede del Ciapr, puntualizó que, en pasados años, han tomado auge los llamados “microrreactores”, como se conoce a unidades de energía nuclear que producen hasta 300 megavatios (MW), una capacidad cercana a las plantas convencionales de combustibles fósiles. Históricamente, los reactores han producido, en promedio, cerca de 1,000 MW, según el Departamento de Energía de Estados Unidos, país donde la energía nuclear suple alrededor de una quinta parte del consumo.
Actualmente, destacó Rodríguez Perazza, el multimillonario empresario Bill Gates está financiando un proyecto de microrreactor nuclear, bautizado como “Natrium”, en Wyoming, que tendría capacidad para, simultáneamente, almacenar energía y despachar 345 MW. Al sumar la energía almacenada a la que produce de manera continua, el microrreactor puede incrementar su generación a 500 MW por cinco horas, subrayó el catedrático retirado del Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico.
“No voy a recomendarle a Puerto Rico que compre ese reactor, sino que abra los ojos y se ponga a mirar a Wyoming, a ver qué pasa con ese reactor. Si el reactor es un éxito en Wyoming, puede ser un éxito en Puerto Rico”, señaló el ingeniero, en un aparte con El Nuevo Día, al destacar que el “área de seguridad” en torno a un microrreactor puede ser de 300 pies, en lugar de la milla que supone un reactor convencional.
De otra parte, describió esta fuente como la “más barata” en el mercado, al precisar que los acuerdos para adquirir los reactores incluyen el suplido de uranio, que se utiliza para desencadenar el proceso conocido como “fisión nuclear”, creando calor y propulsando el generador eléctrico.
Iván Nicolau Nin, ingeniero químico y expresidente del Ciapr, sostuvo que, hoy día, una central nuclear basada en microrreactores puede contar con dos unidades en un espacio equivalente a una cancha de baloncesto. Paralelamente, enfatizó que las tecnologías de enfriamiento modernas mitigan las posibilidades del error humano, particularmente, en lo referente a los mecanismos de enfriamiento.
“Esa es la diferencia. Estos son (reactores) ‘normally cold’: tú los dejas quietos, y ellos se enfrían. Para prenderlos, es un dolor de cabeza, pero, desde el punto de vista de seguridad, estás hecho. Son procesos naturales, no tiene que estar alguien ahí velando, como con (los reactores convencionales), que tienes que tener un montón de técnicos ingenieros chequeando que no se salga de los parámetros”, indicó Nicolau Nin.
En su presentación, Nicolau Nin destacó que los desastres históricos asociados a la energía nuclear, como las explosiones en Chernóbil, en la antigua Unión Soviética, en 1986, y en Fukushima, Japón, en 2011, estuvieron matizados por fallas humanas directas y de incumplimiento con protocolos de seguridad.
“Eran tecnologías de 1870″, dijo el ingeniero, al señalar que, en Estados Unidos, urge que se actualicen las reglamentaciones para facilitar la evaluación de los proyectos de energía nuclear más avanzados, denominados de “cuarta generación”.
Pese a los desastres del pasado, la energía nuclear compone alrededor del 10% de la cartera eléctrica a nivel global, según la Agencia Internacional de Energía (IEA, en inglés), y potencias como China han acelerado el desarrollo de nuevas construcciones, mientras que el gobierno de Estados Unidos legisló recientemente incentivos en virtud de las ventajas para la reducción de emisiones, si bien la capacidad de generación se ha mantenido estable a lo largo de la pasada década.
Si bien la IEA señala que un crecimiento de la energía nuclear facilitaría la meta de llevar las emisiones a cero para 2050, también advirtió que la industria ha fallado repetidamente en completar los proyectos a tiempo y que los costos de construcción son casi el doble del monto óptimo.
“Con las cosas que han pasado anteriormente, hemos tenido lecciones aprendidas que han permitido desarrollar nuevos procesos, lo que son los reactores modulares pequeños, que conlleva unos estudios rigurosos numéricos, también experimentales, que han dado muy buenos resultados”, sostuvo, por su parte, la ingeniera Andrea Cruz, de la firma Sargent & Lundy, quien también ofreció una presentación a la matrícula del Ciapr.
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