Como ha sido parte de su rutina por el último año, un grupo de científicos se adentra hasta el fondo del Criadero de Peces en el relativamente remoto Bosque Estatal de Maricao. Caminan a lo largo de los estanques, donde peces de agua dulce de diversos tamaños y especies nadan plácidamente. Al final del sendero, una escalera lleva a una parte del río que tiene de fondo una plataforma de cemento. Cruzan, con bastante posibilidad de mojarse los pies aun si se mueven con rapidez, y siguen por el sendero que continúa en la otra orilla en dirección a un claro donde está su objetivo: el aviario en el que revolotean decenas de cotorras puertorriqueñas.