Se destacan por confeccionar mecedoras, juegos de sala, sofás, ‘love seats’, mesas de centro, mesas de esquina, juegos de comedor y camas
Se destacan por confeccionar mecedoras, juegos de sala, sofás, ‘love seats’, mesas de centro, mesas de esquina, juegos de comedor y camas
13 de octubre de 2022 - 11:40 PM
Por más de un siglo, la familia Villalobos, oriunda de Ciales, se ha caracterizado por la calidad de muebles confeccionados en enea y maderas del país, en un proceso minucioso que comienza en un mangle de Manatí.
Allí acuden tres veces al mes para hallar la materia prima contenida en una yerba que crece entre 10 a 12 pies; que debe cortarse en menguante tras amarrarse por la cintura para evitar pisar en falso y, además, vigilando que no se acerque algún caimán.
Sin embargo, es la esencia de una tradición que se ha mantenido a través del tiempo, hilvanando conocimientos que pasan de generación en generación.
“Es una supertradición de más de 120 años, que comenzó la familia Troche, que vinieron de Santurce y se alojaron en el pueblo de Ciales. Ellos fueron los que trajeron los muebles en madera y enea”, expresó el artesano Juan Luis Villalobos Jiménez, de 47 años.
“Después, comenzó un tío de mi papá. Luego, mi abuelo, que falleció hace más de 30 años, aprendió con él. Mi tío Guadalupe hizo el taller y David Villalobos, que ya falleció. Se quedó el hijo y ahora está Waldemar que tiene 42 años; somos primos”, relató desde su taller ubicado en el sector Los Villalobos del barrio Cordillera.
Según Villalobos, “aquí se hace todo tipo de muebles con maderas del país”. “Se hacen mecedoras, juegos de sala, sofás, ‘loveseats’, mesas de centro, mesas de esquina, juegos de comedor y camas… Somos especialistas en los sillones a la medida, para personas obesas, altas, grandes, que se ajuste bien a la persona”, detalló al destacar que cuenta con 22 modelos de mecedoras.
“Usamos la caoba que es la nativa de aquí, de Puerto Rico, usamos el majó que se usa para hacer cuatros y es buenísimo para muebles, capá prieto, cuatro tipos de laurel, teca, acacia negra que abunda mucho en Ciales, y la maga, entre otras. Pero para muebles, son las más que se usan porque la madera no se tuerce”, explicó.
Asimismo, destacó que lo más importante del proceso es que la madera y la enea se consigan en temporada menguante.
“La enea es la yerba que usamos para ‘empajillar’ los muebles. Crece en los manglares como de 10 a 12 pies; ahí es que está en su punto bueno para cortarla. Vas al mangle en la temporada menguante y eso se hace para evitar la polilla. Todo el mundo piensa que adquirir la enea es fácil, pero esto es costoso porque cada viaje sale como en $400″, sostuvo.
“Para llenar este rancho tenemos que ir tres veces al mes, porque es bien difícil estar más de cinco horas en el lugar. Allí, hay partes que te puedes ir hasta la rodilla, en otras pisas y se va el pie completo. Hemos visto caimanes pequeños, en el mangle que voy es un terreno cerrado, el agua se queda empozada, pero es agua limpia, que no huele mal ni nada”, reveló.
Luego, llevan la enea al taller, separan las hojas, eliminan lo que no sirva y la tienden en el rancho adonde debe permanecer por espacio de 20 días para que seque bien.
“Para ‘empajillarlo’, que significa forrar el mueble a mano, se recomienda que se recoja temprano por la mañana la cantidad que vayas a usar; cinco o seis mazos. Luego, la mojas para que cuando estés ‘empajillando’ esté flexible y se mantenga húmeda. Eso evita que te dañes las manos y se hace más fácil. Se va empatando y se va haciendo una soguita, que ahí es donde está lo bonito de eso porque no todo el mundo lo hace lindo”, afirmó.
“Para la madera, hay que escoger bien el aserradero, que sea una persona que le guste cortar los árboles en menguante porque a esa sí que le da polilla, si la cortas fuera de luna. Hay que dejar que la madera seque, después que está cerrada porque el árbol contiene agua y para poder utilizarla, tiene que estar bien seca para ensamblar el mueble”, resaltó el artesano certificado por la Compañía de Fomento Industrial.
El trabajo es realizado por tres primos en el taller familiar, donde elaboran desde el ‘empajillado’ hasta poner la madera, pieza por pieza, de manera individual.
“Hay que pulirlas, se sella, se ensambla y se ‘empajilla’. Al final, me gusta lavarlos para que la paja esté limpiecita, se le montan los brazos y balancines, luego se lija, se sopletea y se limpia bien. Se le aplica una segunda mano del sellador para que quede bien brilloso. Es un proceso. Si eres rápido, ‘empajillar’ puede coger seis horas”.
De otra parte, admitió la necesidad de más mano de obra, pues, dijo que “los más jóvenes no quieren aprender. La tecnología nos está matando”.
“Ya conmigo, este taller muere. Pero quiero dejarles saber que toda persona que quiera trabajar esto, puede venir y le enseñamos”, concluyó.
Para más información, puede llamar al 787-943-1399.
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