Opinión
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Las enseñanzas de nuestro padre

Cartas de amor a don Antonio Luis Ferré de sus cinco hijos, Mari, Toño, Albi, Mañu y Loren

20 de junio de 2024 - 11:40 PM

Don Antonio Luis, en el centro, junto a sus cinco hijos. Desde la izquierda, Luis Alberto, Antonio Luis, María Luisa, María Eugenia y Loren Ferré Rangel.
Don Antonio Luis, en el centro, junto a sus cinco hijos. Desde la izquierda, Luis Alberto, Antonio Luis, María Luisa, María Eugenia y Loren Ferré Rangel. (El Nuevo Día)

“Como padre fue cariñoso y nos enseñó el valor de una familia unida. Nos enseñó a respetar las opiniones del otro y a escuchar. Fue un padre que nos enseñó el valor de la educación, el respeto y el servicio a los demás y el valor del trabajo honesto. Como empresario supo intuir los cambios que enfrentaría nuestro país en la era post industrial y por medio de El Nuevo Día abrió un espacio para la discusión y debate de ideas. Además, no dudó nunca en invertir en la empresa dotándola de la mejor tecnología posible ya fuese en la prensa a color o la evolución digital. Pero, sobre todo, fue un puertorriqueño al servicio de su país ya fuese desde la empresa privada o las causas sociales. Pudimos trabajar junto a él por muchos años, aprender de su sabiduría, valentía y paciencia. Su legado como padre, esposo y empresario sigue vivo en nuestra generación y en la de sus nietos”.

- Luis Alberto Ferré Rangel

“Padre de un amor profundo que siempre compartía con una sonrisa, un cariñoso abrazo, un sabio consejo y presente con su apoyo incondicional. Árbol de tronco firme que nos cobijó con su sombra y nos guió a ser mejores personas. Hombre de familia, afable, tranquilo, pausado, pensativo, de palabras precisas, justo, de una gran fe y corazón noble”.

- Antonio Luis Ferré Rangel

“Decía el poeta universal alemán Bertolt Brecht: ‘Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida y esos son imprescindibles’. Y así fue Papi. Luchó toda la vida, pero no por ser imprescindible si no por ser un hombre bueno.

Papi era para mí como el ojo en el centro del huracán. Donde los vientos tormentosos de la vida perdían fuerza y quedaba protegida dentro de la paz y la serenidad de su consejo.

Fue él quien me enseñó que todos debemos buscar nuestro centro. Cultivar la vida interior, pues es aquí adentro en lo más profundo de nuestro ser donde uno encuentra la verdadera fortaleza y, más importante, la paz”.

- María Luisa Ferré Rangel

“Hombre con gran temple, integridad, humildad y un gran corazón, pero también competitivo, exigente, esperaba lo mejor de todo el mundo, no importaba qué tarea estábamos haciendo. Fue un líder de centro, nunca de extremos, siempre de consenso, trabajando y luchando por un Puerto Rico más inclusivo, más justo.

Defendió la libertad de prensa y la verdad toda su vida, y aún cuando en algunas instancias esa defensa le costó su salud, su convicción fue inquebrantable. Eso no se olvida.

Extrañaré la sonrisa de Papi, sus grandes y fuertes manos que sujetaban a uno y te ayudaban a levantarte o te empujaban para que siguieras un poquito más lejos, o trataras una vez más. Pero en esa fuerza había siempre una suavidad, una ternura, mucho amor. Sé que seguiré sintiendo tus manos, apoyándome, guiándome, y empujándome a seguir adelante y tu sonrisa seguirá dándome aliento y paz”.

- María Eugenia Ferré Rangel

“Hombre noble. Incansable trabajador. Siempre sensible ante la belleza de la Creación. Sagaz, incisivo, con una habilidad única para llegar a la médula del problema, a lo esencial, al corazón. No hay que hablar para saber a dónde llegar. Llegabas con olor a tinta de las prensas, pero siempre, siempre elegante, maletín de cuero en mano. Te esperábamos porque nos enseñaste que el momento más importante del día era la cena -en familia- para conversar. No había conversación pequeña. Cada uno tenía su lugar: unos padres, cinco hermanos y un Nuevo Día. Aprendí la importancia de ser escuchado pero, sobre todo, aprendí la importancia de saber escuchar y que, al final del día, la moneda más valiosa es la bondad”.

- Loren Ferré Rangel

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