Desde Boston y con un subsidio de $700,000, Elsa Mosquera Sterenberg lidera el desarrollo de una herramienta virtual para conectar los talentos de Puerto Rico con la diáspora en la capital y 12 estados del noreste de Estados Unidos
Desde Boston y con un subsidio de $700,000, Elsa Mosquera Sterenberg lidera el desarrollo de una herramienta virtual para conectar los talentos de Puerto Rico con la diáspora en la capital y 12 estados del noreste de Estados Unidos
3 de agosto de 2023 - 11:40 PM
Boston – Los puertorriqueños contarían, a partir de 2024, con una herramienta interactiva que serviría de puente cultural entre talentos de Puerto Rico y la diáspora en la capital y 12 estados del noreste de Estados Unidos. Un mapa virtual y una serie de presentaciones artísticas son el corazón del llamado Bori-Corridor, un proyecto ideado y desarrollado desde Boston por una mujer que migró de Colombia a la isla en su infancia y que adoptó la puertorriqueñidad como cuna de su identidad.
“Nuestra misión es conectar a los artistas locales con la importante audiencia de la diáspora. También, buscamos resaltar la historia y el gran trabajo de grupos dedicados a resaltar la cultura boricua”, explicó Elsa Mosquera Sterenberg, fundadora y directora de Ágora Cultural Architects, organización a cargo del proyecto.
Hay puentes que cruzan fronteras y otros que reconectan lo que nunca debió separarse. El de la isla con la diáspora –los millones de boricuas que nacieron lejos del trópico o que por décadas y distintas razones migraron a EE.UU.– va más allá de un vuelo sobre el océano Atlántico, dijo la gestora cultural, al describir el proyecto que lidera. Consideró que ambos Puerto Rico son realmente uno, atados por lazos invisibles que, a la vez, parecen tan tangibles, desde su forma de hablar hasta el sabor del sofrito en la cocina y el lenguaje musical de la bomba y la plena, la salsa y el reguetón.
Sin embargo, permean los desafíos a la hora de mantener un diálogo cultural y artístico recurrente y más accesible entre la isla y los compatriotas que viven en EE.UU., lamentó quien vive hace una década en la capital de Massachusetts, el quinto estado con la mayor cantidad de puertorriqueños. Es algo que busca mejorar, poco a poco, con la creación del corredor boricua.
La iniciativa es desarrollada a través de Ágora Cultural Architects, una organización que, además de ofrecer servicios de consultoría, se dedica a producir y presentar eventos culturales latinos en Boston. Para el comienzo de Borri-Corridor, la entidad recibió una subvención de $700,000 por parte de The Mellon Foundation, considerada la organización filantrópica de artes y humanidades más grande en la nación.
El proyecto se divide en tres fases iniciales, detalló Mosquera Sterenberg.
En la primera etapa, de investigación y planificación, el Programa de Maestría en Gestión y Administración Cultural de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras ayudó a definir qué es un centro cultural boricua para fines del mapa, cuáles serán integrados de forma inicial y a crear una red de contactos con el fin de ampliar la base de datos.
“Se determinó que, al menos, el 40% de la programación del centro o de la entidad organizadora tiene que ser sobre algún aspecto de Puerto Rico o que, en cambio, su presentador sea boricua o que esté liderado por puertorriqueños”, indicó la estratega.
La segunda fase iniciaría en la primavera de 2024 con la publicación del mapa en boricorridor.com. La página presentaría descripciones, datos y el itinerario vigente de “venues”, festivales y eventos de arte, teatro, música y gastronomía puertorriqueña.
Al momento, el mapa incluiría a Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania, Massachusetts y Connecticut, que, excluyendo a Florida, son los estados con más boricuas en EE.UU. En conjunto, representan una población de casi 2.6 millones de boricuas, según datos de la Encuesta de la Comunidad 2021 del Censo federal, recopilados por el Centro de Estudios Puertorriqueños del Hunter College en Nueva York. Además, el proyecto llega a Maine, Virginia, Vermont, Nueva Hampshire, Rhode Island, Maryland, Delaware y Washington D.C.
Mientras, la población de Puerto Rico fue estimada en 3.2 millones para el 2022.
“Este mapa tiene como primer objetivo unir a gestores culturales puertorriqueños en la diáspora para saber quiénes somos, qué hacemos y cómo podemos hacer una programación más ágil y colaborar. No hace sentido que, por ejemplo, alguien traiga a Roy Brown a un estado y que ese artista no pueda ser contratado en otro lugar cercano. Músicos, cantantes, bailarines y todo tipo de artistas boricuas podrán conectar con promotores, productores, presentadores, organizaciones culturales y centros de espectáculos. La herramienta también estará disponible al público”, describió Mosquera Sterenberg.
En la tercera fase, informó que Bori-Corridor impulsará el uso del mapa a través de una serie de conciertos con cinco músicos boricuas de la isla. Entre marzo y noviembre de 2024, cada uno se presentará, durante fines de semanas distintos, en Boston, Hartford y la Ciudad de Nueva York.
“La idea es darle visibilidad al proyecto y a los artistas puertorriqueños que no siempre tienen la capacidad de viajar ni hacer un ‘tour’ (gira) en Estados Unidos para que presenten sus ofertas. También, vamos a tratar que los artistas hagan algún tipo de trabajo comunitario con un grupo de jóvenes en Boston”, adelantó.
Los músicos, quienes todavía no han sido anunciados, podrían formar parte de talleres con el equipo de Hyde Square Task Force, una organización sin fines de lucro y de equidad social que ayuda a formar a jóvenes afrolatinos en Boston por medio del teatro, la música y la danza.
Detrás de Borri-Corridor, se esconde la ruta de una migrante en la isla que proclama su orgullo puertorriqueño.
Nacida en Cali, Colombia, Mosquera Sterenberg se mudó con una tía materna a Guaynabo cuando tenía 14 años. Al siguiente año, su madre llegó a la isla.
Su padre, ya fallecido, era Jaime Mosquera Castro, expresidente del Banco del Estado en Colombia y quien fue encarcelado por delitos de fraude financiero en medio de la crisis económica del país en 1982.
“Era muy chiquita y fue muy duro para mí. Mi papá estuvo en la cárcel en medio de la crisis. Nosotros estábamos amenazados de secuestro. Mi familia me sacó de Colombia. Un viernes por la tarde, me dijeron: ‘Te vas para Puerto Rico’. Yo estaba con el uniforme del colegio. En ese momento, no había contacto de celular. Fue como si me hubieran sacado de la tierra y trasplantado en otro lugar. Mi mamá me buscó; me había hecho una maleta. Me monté en un avión y me fui”, recordó la hoy gestora cultural a sus 55 años.
Contó que la transición comenzó por la cocina y con el canto del coquí.
“Yo me enamoré de Puerto Rico, de su literatura, de su música, su arte y su gastronomía. El bistec encebollado con aquel vinagrillo me parecía la cosa más maravillosa del mundo. Todavía no entiendo cómo es posible que haya una cosa tan rica como un quesito y una mallorca. Asumí totalmente el acento. Cuando llegué, era la explosión de Menudo. Recuerdo que, en cartas con mis amigas, me preguntaban si me encontraba en la calle a los chicos de Menudo (ríe). Crecí en esta isla y esta isla me hizo crecer”, rememoró.
Tras graduarse del Colegio Puertorriqueño de Niñas, dijo que completó, en 1990, un bachillerato en literatura francesa y estudios internacionales del Marymount College en Nueva York. Regresó a la isla, donde trabajó por siete años con el Grupo Editorial Norma hasta convertirse en gerente para el mercado latino. Fue ayudante especial en asuntos relacionados con libros en la editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Más tarde, creó su propia editorial, EMS Editores, publicando libros sobre historia, biografías y cultura, relacionados con Puerto Rico, durante casi una década, hasta 2014.
A Boston, llegó ese año cuando su esposo, el historiador Pedro Reina Pérez, fue profesor visitante en la Universidad de Harvard como parte de una investigación.
“En ese mismo momento, me diagnosticaron cáncer de tiroides. Me dedicaba a la edición de libros, pero me asusté mucho por mi salud y decidí apartarme un poco del trabajo. Sin embargo, me matriculé en Harvard y completé en un año un certificado en ‘nonprofit management’. Ahí, comencé a vincularme con distintas organizaciones culturales”, relató.
Su próximo paso, dijo, la acercó aún más al arte y a entender mejor las desventajas que enfrentan las comunidades latinas y puertorriqueñas en muchas partes de Estados Unidos.
Se destacó como directora del programa de artes de Inquilinos Boricuas en Acción (IBA) desde 2015 hasta 2019. Esta organización sin fines de lucro fue creada por puertorriqueños que ganaron la batalla contra el desplazamiento en Boston, en 1968, y por más de medio siglo administra a Villa Victoria, considerado un modelo nacional de derechos civiles, organización comunitaria, vivienda asequible y educación.
“El arte se vuelve un estandarte muy importante y algo por qué pelear. Aprendí muchísimo más sobre la cultura puertorriqueña en esta ciudad y me di cuenta de una falta de representación. Boston se dice a sí misma como progresista, pero empiezas a decir ‘aquí falta algo’. Te das cuenta de que todavía hay desigualdad en términos de representación y diversidad. Por ejemplo, si tomas un calendario de actividades culturales, un porcentaje muy bajo es latino y el financiamiento también. Tenía claro que quería armar mi propia organización”, señaló.
Con su pequeña oficina establecida en el sótano de la histórica Arlington Street Church, refuerza su compromiso mientras busca amplificar las voces puertorriqueñas a través del nuevo proyecto de Ágora Cultural Architects, que cofundó en 2019.
“¡Bori-Corridor es un sueño cumplido! Ser puertorriqueña late en mi corazón. Para mí, es bien importante unir a nuestra gente y aportar a que los nuestros tengan una presencia más fuerte en el ámbito del arte y de la cultura. Me siento orgullosa de ser boricua porque, a pesar de todas las cosas, seguimos reafirmando quiénes somos. Somos una nación, culturalmente hablando, a pesar de ser la colonia más larga del mundo. Se me pone la piel de gallina. La riqueza que hay en Puerto Rico me produce mucho orgullo”, manifestó.
Es un sentimiento que, aseguró, le ha transferido a su hija de 27 años. Hasta se niega a cambiar el 787 de su número telefónico y, cuando el frío golpea a Boston en invierno, Mosquera Sterenberg prepara coquito, reúne a los suyos y calienta su hogar al ritmo de bomba y plena.
“No importa dónde haya nacido. En la diáspora, siempre estamos buscando esos lazos de identidad: quién habla el mismo idioma que tú, tiene esas mismas costumbres, quién ríe y llora como tú, y conoce las mismas historias. Vivimos deseosos de esa conexión. Seguimos buscando y reclamando nuestro espacio”, concluyó.
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