Los adultos mayores son altamente vulnerables al enorme calor que sufrimos por el cambio climático, y es necesario tomar medidas para protegerlos, para documentar los efectos en la salud y las posibles muertes, así como establecer políticas públicas para educar a la ciudadanía sobre dichos riesgos.

Esas son algunas de las recomendaciones del Plan de Mitigación, Adaptación y Resiliencia al Cambio Climático en Puerto Rico, que identifica a los adultos mayores como uno de los grupos más vulnerables ante las altas temperaturas que sufre la isla.

Aunque el calor excesivo puede afectar a la población en general, los cambios causados por el envejecimiento, los efectos secundarios de ciertos medicamentos, las condiciones de vivienda y los recursos socioeconómicos, entre otros, se convierten en factores de mayor riesgo para las personas adultas mayores.

“¿Por qué los adultos mayores son más vulnerables por calores extremos? El cuerpo se adapta o trata de hacerlo de dos maneras, sudando y bombeando sangre a la piel, porque ahí hay un intercambio de calor con el ambiente y se puede enfriar. Pero está comprobado que los adultos mayores sudan menos, y eso es como tener un aire acondicionado que no se puede poner en high. El adulto mayor lo pone en medium”, explica a El Nuevo Día Carl A. Soderberg, quien es ecólogo, ingeniero y miembro del Comité de Expertos y Asesores sobre Cambio Climático (CEACC).

“La otra complicación es que, muchas veces, se va la luz y el agua, y no te puedes duchar para bajar el calor, que es un factor agravante”, agrega.

Otros dos factores que afectan a personas envejecidas es que tienen el sentido de la sed disminuido, por lo cual toman menos agua, y que, entre los medicamentos que consumen, algunos tienen efectos diuréticos que los hacen eliminar líquidos del cuerpo con más frecuencia. Ambas condiciones pueden llevarlas a deshidratarse más rápidamente que personas más jóvenes en días de altas temperaturas.

Soderberg indica que, en días de altos niveles de calor, “el corazón tiene que bombear sangre más rápido y, a medida que una persona tiene más edad, existe mayor probabilidad de que tenga problemas del corazón, más condiciones crónicas, como diabetes y asma”. “Hay más probabilidad de que sufra problemas de salud o de muerte antes de tiempo debido al calor excesivo”, apuntó.

El experto llama la atención particularmente a la posibilidad de que las altas temperaturas estén provocando muertes en ese grupo de la población sin que se esté documentando de esa forma. Por esa razón, propone cambios para que los médicos incluyan las muertes por calor excesivo en el Certificado de Defunción.

“El doctor Pablo Méndez Lázaro (también integrante del CEACC) hizo un estudio y demostró que las olas de calor aumentan las hospitalizaciones. Por eso, yo insisto en que se documenten las muertes a causa del calor extremo. En Houston, cuando pasó el huracán Beryl murieron como 200 personas por problemas de calor. Si en otros lugares la gente se muere, aquí también, lo que pasa es que no hay estadísticas”, asegura el también exdirector de la Agencia federal de Protección Ambiental (EPA, en inglés).

El estudio Climate change, heat and mortality in the tropical urban area of San Juan, Puerto Rico, del que participó el doctor Méndez Lázaro, concluyó que, durante los meses de verano de 2012 y 2013, hubo un aumento significativo en el efecto de las temperaturas sobre la tasa de mortalidad. “Los accidentes cerebrovasculares y las enfermedades cardiacas fueron las primeras causas de muerte mayormente asociadas con las temperaturas elevadas del verano”, indican los investigadores del estudio.

Según han dicho los meteorólogos, la temperatura ambiental continuará subiendo debido al cambio climático. Frente a eso, el plan elaborado por el CEACC –que debe pasar la aprobación de la Asamblea Legislativa y no fue considerado en la pasada sesión– propone más de 800 estrategias y cursos de acción en 14 áreas para mitigar, adaptarse y ser resistente al cambio climático. El documento incluye qué agencia o entidad será responsable de cada recomendación, costo, posibles fuentes de fondos y métricas para evaluar resultados.

Las estrategias a corto, mediano y largo plazo incluyen educar al público sobre los cambios en el clima y qué medidas pueden tomar para disminuir el impacto al ambiente, los efectos y cómo protegerse. También propone capacitar a los profesionales de la salud y al personal de salas de emergencias para que puedan identificar condiciones de salud que se asocian con eventos de calor extremo u olas de calor, para que contribuyan al sistema de vigilancia en salud pública; y desarrollar un sistema de vigilancia y monitoreo del efecto de los eventos climáticos extremos en la salud pública considerando los siguientes estresores: calor extremo, huracanes, polvo del Sahara, sequías e inundaciones.

Igualmente, el plan indica que el sistema de vigilancia debe utilizar, como mínimo, los indicadores de exceso diario estimado de mortalidad por todas las causas, por grupo de edad, y número de muertes por temporadas del año. Se recomienda, además, que el sistema de vigilancia del Departamento de Salud debe incluir las tasas de hospitalización por enfermedades “relacionadas con el calor”, enfermedades “relacionadas con huracanes”, enfermedades “relacionadas con enfermedades vectoriales”, las de enfermedades “relacionadas con las inundaciones”, las visitas a salas de emergencias por estrés por calor y las consultas de urgencia a médicos generales por golpes de calor, entre otras.

“Se deben establecer refugios térmicos para personas que no tienen aire acondicionado o no tienen dinero para la pagar la luz. Ya estamos acostumbrados a formar refugios para eventos de lluvias. Debería haber, por lo menos, uno por municipio”, señala Soderberg.

El experto dice que esos refugios servirían como un centro de enfriamiento para días de calor extremo a los que podrían acudir también personas sin hogar o que trabajan al aire libre, y podrían ayudar a prevenir riesgos a la salud y muerte. Soderberg aclara que la propuesta no es que se construyan nuevas estructuras, sino habilitar lugares existentes, como escuelas, bibliotecas y centros comunales.

Pintar de blanco los techos de las viviendas y otras estructuras también es una recomendación para bajar la temperatura. Ese resultado también lo tienen los techos verdes, en los que se siembran plantas, y la reforestación urbana. “Si uno toma la temperatura bajo la sombra de un árbol en la zona urbana, y luego te vas a la carretera, la diferencia son 10 grados”, afirma el ecólogo. “Los municipios pueden crear áreas verdes, no solo en las plazas públicas”, añade.

Establecer incentivos y subsidios gubernamentales para la instalación de acondicionadores de aire en residencias de comunidades desatendidas, desfavorecidas y desventajadas también está entre las recomendaciones. “Se puede imitar el incentivo de energía renovable para la instalación de placas solares”, menciona el documento, que también recomienda hacer una cartografía de las áreas geográficas más vulnerables y hacer protocolos de desplazamiento y refugio de las poblaciones desventajadas.

“Hasta que no vinieron los calores extremos, creo que los puertorriqueños no entendieron lo del cambio climático”, afirma Soderberg. “Lo importante de que el plan se apruebe es que hay que ir tomando acciones ahora porque, si uno lo sigue posponiendo, no se va a poder hacer nada”, sentenció.

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REFERENCIAS

Plan de Mitigación, Adaptación y Resiliencia al Cambio Climático en Puerto Rico

Climate change, heat and mortality in the tropical urban area of San Juan, Puerto Rico