En momentos en que el término “genocidio” se escucha con regularidad en los medios de comunicación, cabe destacar que, además de aquellos perpetrados con violencia y destrucción, existen también genocidios históricos y académicos, que son cometidos con una motivación igual de devastadora: borrar a ciertos grupos poblacionales del récord histórico. Son genocidios narrativos que calan hondo en las conciencias de los individuos y que, muchas veces, se nutren del odio a sí mismo inculcado por el pueblo dominante sobre el pueblo subyugado.
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Tampoco es un secreto que la historia la escriben aquellos victoriosos y, en definitiva, esa realidad es aplicable en el caso, no solo de todos los pueblos originarios de las Américas, sino del pueblo taíno, pobladores de las Antillas 4,000 años antes de la conquista y a quienes las fuerzas que controlan la narrativa histórica han tratado de borrar sutilmente del récord desde temprano en el Siglo XVI.
Mientras que hoy día muchos pueblos originarios en América Latina conservan su idiosincrasia y su presencia, en Puerto Rico la narrativa desde tiempos inmemorables ha sido que el pueblo taíno – grupo poblacional caribeño de habla arawak – desapareció extinguido ante la presión y el maltrato de la maquinaria establecida por los europeos en el Caribe.
También, la noción de un “indio” dócil, enajenado de la presunta modernidad europea y que sucumbió como pueblo ante la presión de la conquista, es una visión impuesta poco real de los antepasados nativos de los puertorriqueños.
Para el antropólogo y arqueólogo Reniel Rodríguez Ramos, profesor de arqueología en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Utuado, la narrativa histórica que se ha tenido por siglos sobre un exterminio total de los pobladores originarios de Puerto Rico es “una falacia”.
“Eso es una completa falacia. Es como si hubiesen tirado aquí una bomba atómica y, de un día para otro, todos los pueblos originarios hubieran desaparecido”, argumentó el profesor de arqueología a la vez que señaló que no existe registro en la historia de la humanidad de algún grupo poblacional que se doblegue con tal docilidad hasta su exterminio.
“Hay que entender que la idea que se nos ha inculcado aquí del taíno es la idea de un indio dócil. Y a base de esa premisa, de que los taínos aquí estaban a merced de los indios Caribe y de los españoles, es que está basada esa falacia. Pero cuando ves eso desde una perspectiva antropológica, ves que todavía existe su presencia en el diario vivir como, por ejemplo, en el vocabulario, en nuestra cultura, costumbres, incluso en técnicas de siembra como el ‘aholla’o de mina’, que los españoles nunca registraron, pero que se siguen utilizando en Puerto Rico hasta el presente”, señaló.
El profesor opinó que, en definitiva, la erradicación histórica de los primeros pobladores de las Antillas fue, y sigue siendo, una estrategia política; “un mecanismo artificial de erradicación ” para evitar un reclamo del territorio por parte de los pueblos nativos.
Evidencia histórica y cultural
Parte de la narrativa sobre la desaparición de los taínos mayormente está basada en evidencia histórica recopilada a base de censos poblacionales realizados por el gobierno insular en la isla durante el dominio español de Borikén.
Sin embargo, Rodríguez Ramos argumentó que, a pesar de que esta documentación establece categóricamente la extinción del pueblo taíno a partir del Siglo XVI, existe suficiente evidencia en esos mismos récords para refutar tal postura.
En 1565 las autoridades de la corona española declararon al pueblo taíno al borde de la extinción luego de que un censo de ese año mostrara que, supuestamente, sólo 200 nativos indígenas quedaban vivos en La Española, ahora República Dominicana y Haití.
Sin embargo, 222 años después, el censo de 1787 en Puerto Rico enumeraba nuevamente a 2,300 indios “puros” en la población, pero, una vez más, en el siguiente censo de 1802, ya no figuraba ni un solo nativo.
“Aquí se hicieron unos censos que no cubrieron toda la isla, que se concentraron solo en áreas específicas, y cualquier grupo de indígenas que se internara en el monte obviamente no quedaba registrado”, señaló el también antropólogo.
“Cuando te pones a verlo desde el punto de vista antropológico, en casos donde ha habido genocidios masivos, como quiera queda un trazo de la gente ahí. No hace ningún sentido antropológico que hayan exterminado a los taínos, y aquí la narrativa que se ha dado desde siempre es que, en menos de medio siglo, básicamente aquí ya no había pobladores originarios”, añadió.
Por su parte, el arqueólogo Miguel Rodríguez López, exrector del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe (CEAPRC), coincidió con Rodríguez Ramos en que, actualmente, la presencia taína en el archipiélago de Puerto Rico es absolutamente palpable.
El también autor del libro “Crónicas Taínas”, explicó que la presencia de “indios” en los censos poblacionales del Gobierno Insular en Puerto Rico fue registrada a través de los siglos XVI, XVII y XVIII e incluso, según evidencia recopilada por el historiador Juan Manuel Delgado, hasta tan tarde como en el Siglo XIX se encuentran documentos describiendo a individuos como “indios” o “indias”.
“En el 1777 fue el último censo que informó sobre indios en la Indiera, que enumeraban 1756 indios. Después, los próximos censos no incluían esa categoría, los indios se incluían como criollos o mestizos, así que se iban diluyendo y ya no se les llamaba indios”, explicó.
“Mucha de la cultura jíbara tiene que ver con el aprendizaje de los métodos indígenas de sembrar las plantas, de llevar el tiempo, de saber cuándo viene un huracán por los cambios en la naturaleza, así que se mantuvo siempre una conexión directa con nuestros antepasados taínos”, añadió.
Ambos historiadores coincidieron en que otra palpable evidencia de la presencia taína en el Puerto Rico actual son los vocablos de la lengua arawak que perduran en el vocabulario puertorriqueño moderno como lo son maíz, maguey, ceiba, jobo, majagua, jaiba, iguana, caimán, hamaca, enagua, canoa, cacique, caníbal, sabana y huracán, entre otros.
Evidencia genética
No obstante, la mayor y más contundente evidencia de la presencia taína en Puerto Rico en el Siglo XXI es el vínculo genético que ata a los puertorriqueños con esta etnia que poblaba además Cuba, La Española, Jamaica y otras partes del Caribe.
Tanto los hallazgos con ADN mitocondrial en la década de 1990 del doctor Juan Carlos Martínez Cruzado, profesor de genética del Departamento de Biología del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), como los hallazgos de una investigación genética publicada tan recientemente como en 2019 por antropólogos de la Universidad de Minnesota, muestran evidencia contundente e irrefutable de la continuidad genética que comparten indígenas nacidos antes de la colonización y los puertorriqueños modernos.
En el estudio de 2019, liderado por la antropóloga de origen puertorriqueño, María Nieves Colón, se utilizó el ADN antiguo que sobrevive en restos biológicos taínos, como esqueletos, logrando demostrar que existe un enlace genético directo entre los puertorriqueños modernos y las antiguas comunidades de los pobladores originales.
Ese ADN es considerado por los expertos como “ADN antiguo” y, en este caso, se examinó una muestra amplia de individuos de tres sitios arqueológicos en Puerto Rico: Tibes, en Ponce; Punta Candelero, en Humacao y Paso del Indio, en Vega Baja.
“A nivel bilógico se ve, y no solo con el estudio de Martínez Cruzado, que fue con el ADN mitocondrial, sino con estudios que están haciendo investigadores como Nieves Colón, que es una arqueogeneticista boricua, quien ha documentado trazos genéticos en enterramientos humanos en Puerto Rico que se ven en la población actual”, indicó por su parte el profesor Rodríguez Ramos.
“Nosotros, como puertorriqueños, cargamos con esa evidencia genética, o sea, tenemos evidencia de una conexión directa con esos pueblos originarios”, añadió.
Revalorización histórica
Rodríguez López resaltó la revalorización de la herencia taína en la población puertorriqueña moderna que ha surgido en los pasados 20 años en Puerto Rico y la adjudicó a la manera en que la arqueología y la antropología han revelado el descubrimiento de nueva evidencia histórica que está cambiando la visión del puertorriqueño actual de su herencia indígena.
“Me atrevo a decir que esa búsqueda por rescatar nuestra herencia taína, de revalorizar a nuestros primeros pobladores, hace 20 o 30 años no se consideraba de la misma manera que hoy día se está considerando”, aseguró el arqueólogo.
“Sí se sabía que había una herencia indígena, que comíamos casabe y bailábamos areito, además de piezas arqueológicas que se encontraban, pero no había una conciencia como la que se ha ido desarrollando de que actualmente continuamos teniendo herencia indígena, que los taínos no fueron exterminados, que sobrevivieron a la maquinaria de La Conquista”, añadió.
Rodríguez López destacó que las más recientes excavaciones arqueológicas han revelado nuevos aspectos del pasado taíno del puertorriqueño. El profesor señaló que la arqueología moderna es mucho más que la excavación de vasijas y artefactos decorativos del pasado.
“Hoy en día los arqueólogos no solo excavan piezas bonitas de barro o cavan un hoyo tipo Indiana Jones para excavar unas piezas y ponerlas en un museo, sino que hoy día la arqueología busca entender la realidad de estos antepasados a través de sus restos”, señaló Rodríguez López.
“La arqueología moderna también busca información sobre el medioambiente antiguo de estos pueblos, como el trabajo del doctor Jaime Pagán de la UPR – entre muchos otros – que estudia la paleobotánica, cómo los taínos sobrevivieron y se enfrentaron al medioambiente. Esta reinterpretación del ejercicio arqueológico de algún modo le ha dado una revalorización a esta disciplina”, añadió.
El doctor Rodríguez López apostó a una nueva cepa de historiadores y etnohistoriadores que busca dentro de las crónicas tradicionales y otros documentos, pero analizándolos desde una perspectiva diferente, crítica y realista.