Algo que pudiera parecer una idea novel ante los ojos de generaciones más recientes: la privatización de los servicios de energía eléctrica, realmente es un concepto que ha existido desde el inicio de esta invención, en el siglo XIX, y fue la manera en que la producción de energía, y el subsecuente desarrollo de una red eléctrica, tuvieron sus inicios en Puerto Rico.
Desde 1890, el gobierno español, a través de un Decreto real, invitó al público a someter propuestas para fundar un servicio de energía privado para la isla, ya que la innovación probó ser sumamente exitosa en España sustituyendo el uso de lámparas de aceite y gas para el alumbrado público.
Empresas como la Sociedad Anónima de la Luz Eléctrica (SALE), fundada por Melquiades Cueto, así como otras empresas similares, fueron creadas durante este periodo y probaron ser claves en el desarrollo de una red eléctrica, antes de la invasión estadounidense de 1898.
Uno de los primeros esfuerzos por masificar el servicio eléctrico en la isla comenzó el 15 de febrero de 1893, cuando SALE recibió la autorización del gobierno español para instalar un sistema de alumbrado eléctrico en la ciudad capital de San Juan que sustituyera el antiguo.

Luego del cambio de soberanía, empresarios norteamericanos comenzaron a interesarse en la industria de la energía eléctrica en Puerto Rico. J.B. White Company, por ejemplo, creó la San Juan and Río Piedras Railway Company (SJRPRC) en 1898 y el San Juan Light and Transit Company (SJLTC), en 1899, para desarrollar rutas de tranvías eléctricos que requerían de generación de energía.
Ambas empresas resultaron ser claves en el desarrollo de la electricidad en la isla durante la primera mitad del siglo XX.
En los próximos 22 años, después de 1893, Puerto Rico experimentó una vorágine de desarrollo económico, ligado a la actividad agrícola, que impulsó contundentemente la expansión de la red eléctrica en Puerto Rico.
Del campo a las urbes
Según el historiador Eugenio Látimer Torres en su libro “Historia de la Autoridad de Energía Eléctrica: implantación de los sistemas de luz y fuerza en Puerto Rico 1893 – 1993”, a diferencia de otros países, en Puerto Rico el desarrollo del servicio de energía eléctrica comenzó ruralmente y luego emigró hacia las ciudades.
Desde 1893 —cuando la innovación fue introducida en Puerto Rico por el hacendado cafetalero de Villalba, don José Ramón Figueroa Rivera— municipios claves como San Juan, Ponce, Mayagüez y Utuado ya contaban con sistemas eléctricos que proveían electricidad, y que estaban ligados a la actividad agrícola privada.
“La iniciativa privada guió esta intensa actividad comercial”, explica Látimer Torres. “A partir de 1900, la industria del azúcar emprendió un crecimiento acelerado, el cambio de soberanía de España a Estados Unidos implicó la entrada al país de grandes capitales procedentes principalmente de Boston y Nueva York. Esto resultó en el desarrollo de nuevas centrales azucareras. Las centrales azucareras Aguirre y Guánica fueron ejemplo de esa nueva etapa”.
“En ese escenario agrícola es que se montan varios sistemas eléctricos principales en las centrales azucareras. Estas plantas instaladas por los propietarios producían energía para su propio consumo quemando el bagazo de la caña durante el período de la zafra”, añade.

De privadas a corporación pública
Para Látimer Torres, los 22 años entre el primer sistema eléctrico instalado en Villalba y la construcción por parte del gobierno de la Central Hidroeléctrica de Carite, en 1915, el sector privado, de capital local o extranjero, fue el protagonista del desarrollo de una industria eléctrica en el país.
Entre los inversionistas extranjeros se destacaron los canadienses, quienes eran propietarios de la Puerto Rico Railway Light and Power Co., así como, localmente, la familia Valdés Cobián, fundadores en 1910 de la Compañía de Luz, Energía y Hielo de Mayagüez, una empresa de servicios públicos en esa ciudad, así como, más tarde, la Cervecería India.
“Los años siguientes a la inauguración del sistema eléctrico en Carite, fueron de significativa importancia para el desarrollo y crecimiento de la industria eléctrica puertorriqueña”, asegura Látimer Torres.
“La intensa actividad desarrollada entre 1916 y 1928 por un pujante núcleo compuesto por empresarios individuales, corporaciones municipales y el gobierno central a través del Departamento del Interior, lograron que para 1924 un 83% de las poblaciones del país tuvieran alumbrado eléctrico”, señala.
Fue así como el gobierno insular, con el propósito de integrar los sistemas eléctricos que continuaban desarrollándose, creó la agencia de Utilización de las Fuentes Fluviales (UFF) en 1927 – antecesora de la Autoridad de Fuentes Fluviales (AFF), que a su vez precedió a la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE).
Según el historiador, la labor realizada por la UFF repercutió significativamente en el uso de la electricidad, el consumo de esta y su acelerado crecimiento en Puerto Rico.
“Este fue un período de intensa productividad que, aunque marcado por la ausencia de planificación, forjó el molde de su sucesora la AFF”, asegura Látimer Torres.

Un primer apagón
Uno de los subproductos más comunes del servicio de energía eléctrica son las deficiencias en la generación de electricidad, que causan, a veces, las inevitables interrupciones en el servicio eléctrico.
En Puerto Rico, incluso desde el comienzo de la red eléctrica a finales del siglo XIX, se han registrado apagones, siendo el primero documentado el miércoles, 19 de enero de 1898 en el centro urbano de la isleta de San Juan, a solo meses del comienzo de la Guerra Hispanoestadounidense.
Andrés Sanfeliú Cruz, historiador aficionado y productor del blog de historia de Puerto Rico, “El Cayito”, explicó que el recuento de Látimer Torres menciona el apagón, pero no indaga sobre las causas, aunque especulaciones sobre lo sucedido no falten.
“En el 1893 empiezan a electrificar a San Juan. Van poniendo postes de luz para ir sustituyendo las luminarias de gas por lámparas que funcionaban con energía eléctrica. Llegaron a instalar 22 postes para 1897, pero había descontento con SALE porque el Ayuntamiento le estaba otorgando unas subvenciones para que el nuevo sistema se implementara y, desde el punto de vista de las autoridades, la empresa arrastraba los pies en la expansión del servicio en la isleta”, indicó Sanfeliú Cruz a El Nuevo Día, mientras añadió que otro proveedor de energía, que no era SALE, servía a las zonas de Puerta de Tierra y Santurce.
No obstante, los historiadores debaten sobre si el apagón general en la isleta de San Juan, que comenzó el miércoles, 19 de enero y se extendió hasta el día siguiente, jueves, 20 de enero de 1898, fue causado por una controversia entre SALE y la administración municipal.
“En 1896 hay un conflicto entre SALE y el Ayuntamiento, porque el gobierno había comprado unas lámparas modernas y costosas en Europa, de la marca Breguet, y SALE les indicaba que, si se querían instalar estas nuevas lámparas, habría que quitar cuatro de las lámparas que ya estaban, ya que, según SALE, no podían generar la suficiente energía para suplir esa demanda. Las nuevas lámparas utilizaban mucha más electricidad porque alumbraban mucho más”, explicó Sanfeliú Cruz.

“Finalmente, el Ayuntamiento tranzó por la eliminación de las cuatro lámparas y se instalan las nuevas a finales de 1897, y a principios de 1898 es que se da el apagón. No me atrevería a decir que fue directamente por la instalación de esas lámparas, pero lo que sí está claro en el recuento histórico, es que la capacidad de generación era bien limitada”, indicó el bloguero.
El jueves, 20 de enero todavía había áreas sin electricidad en el casco de San Juan. Según Látimer Torres en su investigación, la calle Tanca, esquina con la calle Fortaleza; así como la calle San Justo, esquina con la calle Fortaleza, y la zona frente al Palacio de Santa Catalina, permanecían sin electricidad.
“El Ayuntamiento le dio multas a SAL. 50 pesos por el apagón del 19 de enero, y 25 pesos adicionales por haberse extendido hasta el jueves”, explicó Sanfeliú Cruz.
“Pero hay que tomar esto en su justo contexto”, añadió. “En ese momento de nuestra historia solo estaba utilizándose generación eléctrica para el alumbrado público; las casas y negocios aún operaban sin electricidad. Como sí se pudieron haber visto afectados los residentes es en que estas calles permanecieron a oscuras por dos noches”.