La historia de la tecnología moderna a partir de mediados del siglo XIX es una accidental y de constante cambio, pero que sin duda alguna demuestra el apego de las personas, sean de la época que sea, a estas invenciones; unos por necesidad, otros por entretenimiento y algunos por simple novedad.

Varios ejemplos que se podrían citar son la invención de la radio, luego de la televisión, más adelante de la Internet y, hoy día, de la inteligencia artificial (IA), entre muchos otros ejemplos.

No obstante, según su naturaleza, la tecnología no es una cosa, sino un proceso que tiene la capacidad de transformar o combinar algo ya existente para construir algo innovador o darle otra función. Asimismo, esta constante evolución tecnológica tiene el efecto de crear un círculo de repetición donde lo que una vez fue tecnología de último momento, luego se transforma en algo obsoleto, perdido en los anales del tiempo y el espacio.

Una de estas invenciones que cambió el entorno de Puerto Rico para luego desaparecer fue el telégrafo, traído a la isla en 1858 de la mano de su propulsor en los Estados Unidos, Samuel F. B. Morse.

Según establece el recuento histórico, esta primera conexión no llegó a un centro urbano, sino al pueblo de Arroyo por iniciativa del propio Morse, quien había pasado las Navidades de ese año en el entonces pequeño poblado, invitado por su hija mayor, Susan Walter Morse, y su esposo, Edward Lind, un acaudalado hombre de negocios y esclavista británico dedicado al comercio textil y radicado en la zona sureste de Puerto Rico.

“El telégrafo en Puerto Rico comienza al final de la década de 1850 con la visita Samuel Morse al pueblo de Arroyo porque allí está un comerciante inglés, casado con su hija. Durante una visita, le comenta de su trabajo con el telégrafo a su yerno, esto luego de que Morse logró establecer, en la década de 1840, la primera conexión entre Washington D. C. y Baltimore”, explicó el profesor Félix R. Huertas González, catedrático de la Universidad Ana G. Méndez en Gurabo y expresidente de la Asociación Puertorriqueña de Historiadores (APH).

“Así que esa llegada tiene que ver con la casualidad. Se unieron la historia con la vida familiar y ahí es que Morse ve que su yerno tiene una propiedad importante que se beneficiaría de conectarla con el muelle de Arroyo para mover sus productos textiles”, añadió en entrevista con El Nuevo Día.

Fue entonces que, de esa manera, la llegada del telégrafo a la isla se da por esfuerzos privados y no del gobierno, luego que Lind financiara la conexión construida por su suegro desde su hacienda La Enriqueta hasta su almacén textil situado en el muelle del puerto de Arroyo, separados por una distancia de más de casi dos millas.

“El propio Morse hace un recuento de la fiesta que realizaron en la hacienda para enviar ese primer telegrama en un texto que él mismo publicó más tarde en su vida, donde indica que en el evento participaron autoridades del pueblo de Guayama y Arroyo”, indicó el historiador.

Para ese momento tan importante, Morse había preparado un telegrama protocolario para que fuese el primer mensaje transmitido a través de esta invención. Sin embargo, el destino tenía deparado otro desenlace para este histórico momento.

Juan B. Huyke, personalidad emblemática de Arroyo, describe la anécdota curiosa en un artículo publicado en el “Semanario Arroyano”, en 1859.

“Para la inauguración de la línea se preparaba una fiesta, a la cual fueron invitadas autoridades del país y de los pueblos cercanos a Arroyo. La presentación más importante del programa sería el envío de un telegrama, que transmitiría el propio inventor”, lee el artículo.

El escrito continúa diciendo que “días antes de la fecha señalada para la inauguración, el señor Morse y el señor Lind se dirigieron al pueblo en una elegante carroza, tirada por una hermosa pareja de caballos negros. Al llegar al almacén dejaron el carruaje y los caballos al cuidado del mensajero de la oficina que se descuidó por un momento [...] y sucedió que (los caballos) asustados, se dieron a la loca carrera por las calles del pueblo, dirigiéndose al campo y llevándose tras de sí la carroza [...] Morse, mirando a su aparato, pensó en avisar al campo por medio de un telegrama. Vaciló un instante, porque ¿iba a ser este el primer telegrama que él hubiera querido transmitir en ocasión de más solemnidad? Visiblemente contrariado, se sentó frente al aparato y escribió: ‘Caballos escapados desde aquí van en esa dirección. Deténganlos’”, convirtiéndose ese en el primer telegrama enviado en Puerto Rico.

A pesar de que usualmente se piensa que Puerto Rico bajo el control de la corona española era un lugar atrasado, nada puede estar más lejos de la realidad, habiendo sido la isla uno de los países pioneros de la telegrafía en el siglo XIX.

El profesor Huertas González explicó que, luego de la visita de Morse, el gobierno insular comenzó los esfuerzos para equipar a la isla con una red de comunicación telegráfica de cara al siglo XX.

“Siempre se piensa que España fue un país atrasado y que la modernidad vino con Estados Unidos, y eso no es del todo cierto. En el caso del telégrafo, uno como historiador tiene que reconocer que España estuvo bien adelantada con esta tecnología en términos de las dos colonias que le quedaban: Cuba y Puerto Rico”, explicó el catedrático.

“Por ejemplo, a nivel internacional, bajo España (en la década de 1870) Puerto Rico logró conexión con otras partes del Caribe. Cuando las empresas ‘West Indies’ y la ‘Panama Telegraph’ lograron desarrollar un cable submarino, el gobierno insular de Puerto Rico se aprovechó de eso y pudo tener conexión con Jamaica, Saint Thomas y más adelante con Cuba. O sea, que bajo España sería la primera vez que la isla tiene conexión internacional”, añadió.

El profesor dijo, además, que, bajo el dominio español, Puerto Rico vería una conexión telegráfica sin precedentes con unas 22 estaciones alrededor del archipiélago para 1870, y con telegrafistas que cubrían turnos de 12 horas. Sin embargo, el historiador reconoció que, con la invasión estadounidense de 1898, el nuevo gobierno daría particular prioridad y mayor cantidad de recursos a este proyecto, que retomó de manos españolas.

“Ya ahí estamos hablando de que comienzan las construcciones de una mayor cantidad de estaciones en diferentes pueblos”, dijo.

Huertas González indicó que, en la década de 1920 (50 años luego de su desarrollo en la isla), el costo de un telegrama de 15 palabras o menos era de .20 centavos mientras que cada palabra adicional tenía un costo de .2 centavos adicionales. Por otro lado, en esta misma década, el costo de un telegrama a la ciudad de Nueva York tenía un costo de .40 centavos.

“A la prensa, por su constante uso del telégrafo, le daban un 50% de descuento”, explicó.

Fue a mediados del siglo XX cuando llegó el momento para que el telégrafo fuera desplazado por una nueva y más moderna invención, tal y como usualmente una tecnología hace con la otra. Fue el teléfono la invención que llevó el concepto del telégrafo a otro nivel.

“Ya para la década de 1940 se transfiere la administración de la telegrafía del Departamento de lo Interior a la nueva Autoridad de Carreteras. En ese momento Puerto Rico comienza un proceso de modernización e industrialización, y aunque el telégrafo continuó unos años después, ya ahí comienza a decaer”, explicó el catedrático de historia.

“Es como todo, una nueva tecnología comienza a sustituir otra y entonces ya tenemos el desarrollo del teléfono, que finalmente sustituyó totalmente el telégrafo, porque no es lo mismo escribir desde la distancia que hablar desde la distancia”, añadió.

El historiador aseguró que el telégrafo es posiblemente el primer medio de comunicación masiva que integró a todo el país siendo también la primera chispa que encendió la industria de las comunicaciones tal y como se conocen hoy día.