Como un vago recuerdo de la Guerra Fría, es muy probable que se haya topado cientos de veces con el rótulo. Es una placa de metal, visible en los portales de algunos edificios públicos y privados, con un diseño sencillo e inconfundible: tres triángulos amarillos tocando sus puntas dentro de un circulo blanco, gris o negro, con la frase “fallout shelter” (refugio nuclear) debajo.
Sin embargo, el génesis de este símbolo, y su propósito, no tiene su origen en la “carrera nuclear” de finales de la década de 1950 y principios de 1960, sino en los refugios antiaéreos construidos por la Defensa Civil (DC) durante la Segunda Guerra Mundial ante la posibilidad de bombardeos aéreos.
El doctor Manuel R. Rodríguez Vázquez, curador de la División de Historia Militar del Museo Nacional de Historia Americana del Instituto Smithsonian, y coautor del libro “La Guerra Fría en Tiempos Binarios en Puerto Rico y el Caribe”, explicó que, en Puerto Rico, la urgencia de construir refugios antiaéreos se acentuó luego del ataque a la base naval de Pearl Harbor, en Hawái, el 7 de diciembre de 1941.
“A pesar de la distancia que mediaba entre la isla y los campos de batalla en Europa y el Pacífico, luego de ese ataque las precauciones tomadas por las autoridades para proteger a la población aumentaron”, aseguró Rodríguez Vázquez.
Un programa de la Defensa Civil
El también exprofesor de historia en la Universidad de Puerto Rico (UPR) explicó que, debido a la similitud en el valor estratégico militar entre Puerto Rico y Hawái, y ante la posibilidad de que San Juan fuera blanco de un ataque enemigo similar, la DC estableció en Puerto Rico el “Programa de Refugios Antiaéreos y de Simulacros de Oscurecimientos” en diciembre de 1941.
Según Rodríguez Vázquez, a pesar que desde febrero de 1941 el entonces presidente del Senado, Luis Muñoz Marín, había solicitado al secretario del Departamento de Guerra de los Estados Unidos, Henry Stimson, la construcción de refugios antiaéreos sin recibir contestación, no fue sino hasta dos días después del ataque que la petición fue contestada por el entonces ayudante general de los Estados Unidos, E.S. Adams, informándole que había recibido instrucciones del Departamento de Guerra para dar inicio a la construcción de los refugios solicitados.
El periódico El Imparcial advirtió, en su edición del 10 de diciembre de 1941, sobre la vulnerabilidad de Puerto Rico como un blanco estratégico para el enemigo.
“La entrada de Estados Unidos en la presente guerra mundial nos sorprende, en efecto, sin un solo refugio antiaéreo, sin un solo albergue para la población civil y disposición para evacuar las zonas de mayor peligro. El desamparo es absoluto. En caso de ser la Isla objeto de un bombardeo aéreo, inesperado y brutal, como los que acaban de efectuarse en las poblaciones de Filipinas y Hawái, la pérdida de vidas sería incalculable y enorme la responsabilidad de los llamados a hacer frente a este problema con previsora anticipación”, indicó el diario en la historia.
No obstante, a partir de mayo de 1942, la urgencia en la construcción de estos refugios antiaéreos disminuyó significativamente y el programa fue cancelado en julio de 1943 ante la inminente derrota del Bloque Fascista (Alemania Nazi, el Reino de Italia y el Imperio de Japón).
Nueva tecnología bélica
Las tensiones de la posguerra entre Estados Unidos y la Unión Soviética volvieron a crear el temor de un ataque aéreo a finales de la década de 1950, esta vez con una nueva tecnología: armas nucleares.
Por ello, la evolución de los refugios antiaéreos a “refugios nucleares”, aseguró el historiógrafo, está directamente atada a la nueva tecnología bélica de la época y la amenaza de una lluvia radiactiva.
“Durante la administración de los presidentes Harry S. Truman (1945-1953) y Dwight Eisenhower (1953-1961), la Guerra Fría – y la posibilidad de que una arma atómica pudiese diezmar a gran parte de la población, no solo por el estallido sino por los efectos a largo plazo de la radiación – obliga al gobierno a crear un nuevo programa de refugios a nivel nacional”, dijo.
“El desinterés del gobierno cambia a partir de la administración de John F. Kennedy (1961-1963), cuando la Unión Soviética asumió una postura beligerante. El discurso de Nikita Kruschev de 1961 en Berlín le hace entender a Estados Unidos que una guerra es inminente. A partir de eso es que el gobierno crea un programa de construcción de refugios en toda la nación, incluyendo a Puerto Rico”, indicó Rodríguez Vázquez.
El gobierno entonces identificó y designó como refugios ciertas estructuras que cumplían con parámetros científicos y de ingeniería de esa época que, presuntamente, soportarían un ataque nuclear. Luego fueron rotulados.
Rodríguez Vázquez dijo que, aunque actualmente es imposible decir con certeza cuántos de estos refugios quedan, en su momento, aseguró, llegaron a más de 1,000.
“El gobernador Luis Muñoz Marín, en 1961, emite una circular a sus jefes de agencia diciendo de manera puntual que se tenía que trabajar con este asunto de los ‘fallout shelters’ inmediatamente”, relató Rodríguez Vázquez.
“Para finales de 1963 y principios de 1964, en el pico de la Guerra Fría, la Defensa Civil informa (sobre) el establecimiento de 1,114 refugios con capacidad para albergar 106,000 personas. En 1965 ya se habían identificado 310,000 estructuras con espacio para 126,000 personas”, añadió.
No obstante, el programa fue desactivado a finales de la década de 1960 debido al consenso entre la comunidad científica de que los refugios realmente no ofrecían protección alguna ante la potencia de una explosión nuclear.
Orígenes del símbolo
Con el incremento en las tensiones entre el Bloque Soviético y Occidente, la Defensa Civil se vio en la necesidad de rotular los refugios nucleares de una manera accesible al público.
El cartel tenía que cumplir con los requisitos psicológicos de simplicidad, fácil identificación, retención y una combinación de colores llamativa. Según las estipulaciones del gobierno, este tenía que ser lo suficientemente simple para que lo pudieran identificar niños, personas que no hablaban inglés y personas que no supieran leer.
La versión que se conoce actualmente del letrero fue presentada al público por el Departamento de Defensa el 1 de diciembre de 1961.
En 1962, se negociaron contratos para la producción de 400,000 letreros de aluminio para exteriores y un millón de letreros de acero para interiores, a un costo de $699,800 ($7.1 millones en dinero actual). Se enviaron a 53 oficinas de campo del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos (USACE) y de la Oficina de Astilleros y Muelles para su distribución en los distintos estados y localidades, y su posterior instalación en refugios antiaéreos públicos aprobados.