Existe una fina línea entre los hechos históricos; veraces y corroborables, y los rumores populares; que pasan de generación en generación, tomándose con los años como hechos fehacientes. Tal ha sido el caso de una controvertida propiedad terrera, ubicada en la calle Fortaleza #308 del Viejo San Juan, que es el epicentro de un debate histórico sobre su fachada original y su antiguo uso.
Según el recuento popular, la edificación original contaba con una línea de campanas en su pórtico frontal que —cuenta el rumor— pertenecían a una lechería que las hacía sonar cada vez que llegaba el suministro de leche fresca a la isleta del Viejo San Juan. Sin embargo, esa aseveración casi siempre adolece de un dato fundamental al no indicar con exactitud en qué período de la extensa historia de la Ciudad Amurallada tuvo ese uso.
La única evidencia de la que se tiene conocimiento sobre la historia de la estructura se encuentra en los archivos del Programa de Patrimonio Histórico Edificado (PPHE) del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), agencia gubernamental que sirve como custodio y que se encarga de la preservación de estructuras históricas en la ciudad antigua.
El arquitecto José C. Silvestre, conservacionista del ICP, explicó a El Nuevo Día los récords de la agencia muestran evidencia de la utilización de la estructura solamente desde la década de 1950, cuando se fundó la entidad gubernamental. A través de fotografías de la fachada de la estructura, tomadas durante la creación de un inventario fotográfico dos años antes de la fundación del organismo gubernamental, se puede observar que esta no mostraba las campanas; supuesta evidencia de que allí operó una lechería.
“Nuestros expedientes datan del 1955, que es la fecha en que se fundó el ICP”, explicó Silvestre. “Contamos con un inventario de fotos levantado entre 1953 y 1954 sobre las fachadas en el Viejo San Juan y para ese inventario se tomó una foto de ese edificio donde no se muestran las campanas que se alega estaban originalmente en el pórtico frontal”.
“Se hizo una actualización de ese inventario fotográfico en 1982 y ahí sí mostraba unas campanas instaladas en la parte frontal de la fachada, sobre la cornisa, de manera diagonal. Tenemos fotos que hasta muestran que la instalación de las campanas se hizo de manera descuidada”, añadió el experto.
El conservacionista indicó, además, que los expedientes del ICP solo arrojan luz sobre la utilización de la estructura desde 1953 hasta la actualidad. El experto señaló que, de haberse utilizado esa estructura como una lechería, posiblemente fue en algún momento de la primera mitad del siglo XX o de la segunda mitad del siglo XIX.
No obstante, no existe evidencia historiográfica que corrobore el señalamiento. Por lo menos no en manos del ICP.
“No habiendo encontrado evidencia histórica de ese uso que se plantea, de los usos que sí podemos constatar desde la década de 1950 hasta ahora, es que ha sido una joyería, ha sido tienda de ‘souvenirs’ y ha sido vivienda. O sea, ha tenido un uso mixto, entre comercial y residencial, que no incluye un uso histórico como lechería”, dijo, mientras urgió a cualquier persona que posea evidencia sobre el uso de la edificación para este propósito, a comunicarse con el ICP para que esos datos sean incluidos en el acervo histórico de la agencia.
Historial de incumplimientos
De lo que sí existe plena evidencia en los archivos del ICP es de que, a través de las décadas, la mencionada estructura ha sido propiedad de varios dueños privados que, según Silvestre, se mantuvieron en incumplimiento de reglamentaciones de conservación de estructuras establecidas por el ICP.
La mejor documentada de estas es la de la instalación de unas campanas en la fachada de la estructura a finales de la década de 1970 o principios de la de 1980.
El conservacionista compartió con El Nuevo Día copia de una comunicación escrita por el entonces director del PPHE, Héctor Darío Pérez, en 1984, señalándole al entonces dueño del edificio, José A. Marín, sobre una serie de infracciones, incluyendo la instalación de las campanas.
“La comunicación que le emitió el director del PPHE en ese momento, fechada al 31 de mayo de 1984, indica claramente que al propietario se le indicó que debía corregir varias infracciones, entre ellas, ‘la remoción de campanas instaladas en la azotea’”, dijo Silvestre citando la misiva.
“También, el 15 de agosto de 1985, un año después, el director ejecutivo del ICP en ese momento, Elías López Sobá, emitió una comunicación escrita indicando que esa propiedad tenía un historial frecuente de infracciones y de revocaciones de beneficios de exenciones. O sea, es una propiedad con un historial de no cumplimiento por parte de distintos dueños”, añadió el arquitecto.
Interrupción de la línea histórica
Silvestre aseguró que, incluso si las campanas realmente existían en la fachada previo a la década de 1950 y eran utilizadas por una lechería para anunciar la llegada de leche fresca a la isleta, al haber sido removidas, ello constituye un problema de continuidad histórica.
“Al no estar esas campanas en la década de 1950, como muestran las fotografías que tenemos en nuestro expediente, se interrumpió la línea histórica del edificio, y sin evidencia que se conozca sobre el uso de esa instalación a principios de siglo o durante el siglo 19, es simplemente una especulación”, señaló.
Una de las polémicas que rodean al controvertible edificio sanjuanero son los señalamientos contra el ICP sobre la supuesta falta a sus deberes ministeriales por no haber conservado las campanas de la estructura; alegatos que dan por sentado el origen de estas sin ofrecer evidencia histórica de su existencia original.
“Lamentablemente es otro caso más de información que se difunde sin tener la evidencia y la información correcta, haciendo más difícil nuestro trabajo para preservar y documentar estas estructuras”, indicó Silvestre.
“En el PPHE nuestros expedientes son la memoria viva del transcurso de la utilización y del manejo de cada edificio en el Viejo San Juan, entre ellos, el de la calle Fortaleza #308, y la evidencia que tenemos en récord es que, entre la década de 1950 y la de 1970, las campanas no formaban parte de la estructura y por ello se le señaló en varias ocasiones al propietario que estaba en violación de las normas”, concluyó.
El arquitecto señaló que tampoco se sabe con certeza cuándo fueron removidas las campanas, aunque especuló que podría haber sucedido a finales de la década de 1990 o principios de la de 2000, al existir documentación fotográfica de estas durante esa época.