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21 de febrero de 2025 - 4:12 PM
Santo Domingo — El carbono 14 ha permitido por primera vez datar con exactitud cuándo se realizaron las pinturas rupestres de las cuevas de Borbón o del Pomier, uno de los principales vestigios arqueológicos de República Dominicana y de la cultura taína en el Caribe: son obras que abarcan desde el siglo XI hasta la llegada de los españoles a finales del siglo XV.
En una entrevista con EFE, el arqueólogo hispano-dominicano Adolfo López, a cargo de la investigación junto con otros especialistas españoles, explica que, a través del carbono 14, se ha podido establecer por primera vez la fecha de esas obras, algunas de las cuales “incluso llegan hasta la época del contacto”.
“Son pinturas rupestres taínas que tienen muchísimo interés porque reflejan rituales (como la ceremonia de la sustancia alucinógena cohoba), animales que existían entonces, imágenes de sus deidades... Son como fotografías de hace mil años”, afirmó.
Ha sido un trabajo a varias bandas: la datación con carbono 14 corrió a cargo de la Universidad de Oxford, en el marco de un proyecto aprobado por el Museo del Hombre Dominicano y el Ministerio de Medio Ambiente y financiado por la Academia dominicana de Ciencias y entidades españolas, en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid, el Museo de las españolas Cuevas de Altamira y los laboratorios del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Museo de la Evolución de la ciudad española de Burgos.
Para este trabajo, efectuado en dos tandas desde 2022 y que solo se ha hecho dos veces en el Caribe, vinieron especialistas de España y se sacaron muestras de buena parte de las pinturas extrayendo porciones muy pequeñas para no causar perjuicios a las obras, pese a que ello dificultaba conseguir la materia orgánica o el carbón vegetal necesarios para la datación.
En el Monumento Natural Reserva Antropológica Cuevas de Borbón o Pomier -a unos 30 kilómetros de Santo Domingo y actualmente en el centro de una polémica por una explotación minera cuyas operaciones diversos sectores piden frenar de inmediato- hay 37 cuevas documentadas (no se descarta que existan más), de ellas 17 con arte rupestre.
En concreto, se han identificado 1,033 pinturas y 103 petroglifos, “pero sabemos -indica López- que hay más pinturas que no se han contabilizado, en total creemos que debe haber unas 1,700 muestras de arte rupestre”.
En el lugar no se han detectado pinturas anteriores, de la época arcaica, sino que todas son taínas, a partir del siglo XI, y una de ellas ya es justo del momento del contacto con los españoles, lo que demuestra que estas cuevas constituían un centro ceremonial de la mayor importancia, “para los indígenas era como hablar del Vaticano o el santuario de Lourdes”, que probablemente sobrevivió a los primeros años de la colonización.
Las pinturas, según el CSIC, se realizaron con carbón vegetal mediante tizones adecuados y preparados previamente para ello, lo que demuestra lo avanzado de este pueblo prehispánico, y en su mayor parte representan aves como animales sagrados, aunque también hay muchas de seres humanos antropomorfos y antropo-zoomorfos, caras y figuras esquemáticas de cuerpo entero y, en menor medida, de otros animales (tortugas, perros) y deidades.
Los expertos también saben que en Borbón había entierros con restos humanos ahora calcificados, pero no han conseguido localizar aún el poblado donde vivían esos taínos, aunque consideran que el centro ritual estaría alejado del lugar de habitación y aislado.
“Pensábamos que el poblado posiblemente estaría más cerca del río que encima de la montaña, pero el cauce ha cambiado muchas veces, ha habido inundaciones, no es fácil saber dónde vivían”, señala el arqueólogo, quien opina que la zona más factible sería donde está ahora la ciudad de San Cristóbal, pero como construían sus viviendas en madera y no han llegado hasta nuestros días.
Asegura que la taína era una cultura agrícola “sumamente avanzada”: conocía el calendario, manejaba el ecosistema, tenía un sistema de vida muy bien estructurado, no practicaba sacrificios humanos y contaba con una religión y una estructura social muy adelantada en la que las mujeres tenían prácticamente los mismos derechos que los hombres y podían ser cacicas.
Pero los taínos terminan desapareciendo porque, con la llegada de los españoles, una parte murió en guerra y fruto de la esclavitud, pero sobre todo por enfermedades contagiadas por estos.
López afirma que los taínos pervivieron mucho más tiempo de lo que se piensa (siglos X-XV) y, de hecho, ha encontrado un poblado en Playa Grande (norte de República Dominicana) que pervive, según el carbono 14, hasta principios del siglo XVII.
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