

29 de marzo de 2025 - 12:03 PM
Uno de los edificios más emblemáticos de Pyongyang, la capital de Corea del Norte, es el Hotel Ryugyong, el cual empezó a ser construido en el año 1987 y nunca ha podido ser inaugurado o habilitado al público oficialmente.
A pesar de que este colosal rascacielos cuenta con la capacidad suficiente para albergar a una gran cantidad de personas, debido sus 3,000 habitaciones distribuidas en 105 pisos, nunca ha recibido a un solo huésped en sus instalaciones.
El enorme proyecto nació como una propuesta para demostrar el poder de Corea del Norte en medio de la Guerra Fría, siendo además una respuesta a la edificación del lujoso hotel de Swissôtel The Stamford, conocido anteriormente como el Westin Stamford, ubicado en el centro de Singapur.
En ese sentido, los norcoreanos querían demostrar su ingenio dentro de la industria de la construcción, ya que buscaban crear la maravilla arquitectónica más alta del mundo en forma de pirámide, conformada con cinco restaurantes giratorios en la cima para brindarle una vista inigualable a los visitantes.
Conforme a ello, se tenía previsto que sus puertas fueran abiertas al público en 1989, pero con el tiempo el proyecto sufrió múltiples dificultades económicas y técnicas, por lo que al final sus adecuaciones no lograron concretarse.
Sin embargo, durante los años posteriores algunas empresas e inversionistas intentaron finalizar la fabricación sin ningún resultado, convirtiendo el Hotel Ryugyong en una edificación abandonada producto de los errores de planificación.
Además, con la caída de la Unión Soviética en 1991, Corea del Norte sufrió un duro golpe en su economía, por lo que tuvo que afrontar una crisis financiera muy fuerte que afectó drásticamente el comercio del país.
En 2008, Orascom Group, un conglomerado egipcio, decidió retomar el proyecto y financiar la reparación de la fachada, lo que llevó a que parte del hotel fuera cubierto con paneles de vidrio y acero inoxidable, devolviéndole la esperanza a la población.
Pese a que la empresa logró mejorar la apariencia del inmueble, actualmente las obras del interior siguen estando estancadas, debido a que no cuentan con el equipamiento necesario para el funcionamiento normal del establecimiento.
Sumado a esto, durante más de una década el edificio ha recibido el nombre del “hotel de la perdición”, en vista de que sigue siendo una estructura de hormigón vacía a la que muy pocas personas han tenido acceso, con el único fin de utilizar las instalaciones como una pantalla gigante para proyectar propagandas políticas.
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