1 de febrero de 2025 - 10:32 PM
Seis estadounidenses que habían estado detenidos en Venezuela en los últimos meses fueron liberados por el gobierno del presidente Nicolás Maduro luego de que éste se reunió el viernes con un alto funcionario estadounidense encargado de instar al mandatario sudamericano a aceptar de vuelta a migrantes deportados que han cometido delitos en Estados Unidos.
El presidente estadounidense Donald Trump y su enviado para misiones especiales, Richard Grenell, anunciaron la liberación de los seis hombres en redes sociales. La visita de Grenell sorprendió a muchos venezolanos que esperaban que Trump continuara la campaña de “máxima presión” que llevó a cabo contra Maduro durante su primer mandato.
Según la Casa Blanca, el viaje de unas cuantas horas de Grenell a Venezuela se centró en los intentos de Trump para deportar a venezolanos de regreso a su país natal, que actualmente no los acepta, y en la liberación de los estadounidenses detenidos.
“Despegamos y nos dirigimos a casa con estos seis estadounidenses”, escribió Grenell en la red social X junto con una fotografía donde aparece con los hombres a bordo de una aeronave. “Acaban de hablar con Donald Trump y no podían dejar de darle las gracias”.
We are wheels up and headed home with these 6 American citizens.
— Richard Grenell (@RichardGrenell) February 1, 2025
They just spoke to @realDonaldTrump and they couldn’t stop thanking him. pic.twitter.com/sCvCO4HQQv
La reunión en la capital de Venezuela tuvo lugar menos de un mes después de que Maduro prestara juramento para un tercer mandato de seis años, pese a evidencias creíbles de que perdió las elecciones del año pasado. El gobierno estadounidense, junto con varias otras naciones occidentales, no reconoce la victoria reclamada por Maduro, y en su lugar hace referencia a actas recogidas por la coalición opositora que muestran que su candidato, Edmundo González, ganó por un margen de más de dos a uno.
La cadena estatal Venezolana de Televisión transmitió imágenes de Grenell y Maduro conversando en el Palacio de Miraflores, y dijo que la reunión había sido solicitada por el gobierno de Estados Unidos.
Durante la firma de una orden ejecutiva en la Oficina Oval el viernes, le preguntaron a Trump si el hecho de que captaron a Grenell reuniéndose con Maduro daba legitimidad a un gobierno que la Casa Blanca no ha reconocido oficialmente.
“No. Queremos hacer algo con Venezuela. He sido un gran opositor de Venezuela y Maduro”, respondió Trump. “No nos han tratado muy bien, pero lo que es más importante, han tratado al pueblo venezolano muy mal”.
Trump añadió que Grenell se está “reuniendo con mucha gente diferente, pero estamos a favor del pueblo de Venezuela”.
En tanto, algunos republicanos criticaron la visita.
“Es un momento terrible” para hacer esto, dijo Elliott Abrams, quien se desempeñó como enviado especial a Venezuela e Irán durante el primer gobierno de Trump. “Una reunión con Maduro será utilizada por él para legitimar su gobierno y demostrar que los estadounidenses lo reconocen como presidente. Si el propósito es enviar un mensaje duro sobre cuestiones migratorias, el presidente podría haberlo hecho él mismo. No había necesidad de enviar a alguien a Caracas”.
La disputa sobre los resultados electorales desató protestas en todo el país sudamericano. Más de 2,200 personas fueron arrestadas durante y después de las manifestaciones.
Entre los detenidos hay hasta 10 estadounidenses, a quienes el gobierno ha vinculado con supuestos complots para desestabilizar al país. Ni la Casa Blanca ni el gobierno de Maduro dieron a conocer de inmediato los nombres de los seis que fueron liberados el viernes.
Un grupo sin fines de lucro que había abogado por la liberación de un detenido dijo que David Estrella, un hombre de 62 años del que se tuvo noticias por última vez en septiembre, estaba entre los que regresaban a Estados Unidos. El ministro del Interior venezolano, Diosdado Cabello, había acusado a Estrella de formar parte de un supuesto complot para asesinar a Maduro.
El gobierno de Trump ha tomado una serie de acciones para cumplir con las promesas de combatir la inmigración ilegal y llevar a cabo la mayor iniciativa de deportaciones masivas en la historia de Estados Unidos.
Esas medidas incluyen la revocación esta semana de una decisión del gobierno del expresidente Joe Biden que habría protegido a aproximadamente 600,000 venezolanos de la deportación. Dicha revocación pone a algunos en riesgo de ser expulsados del país en unos dos meses.
La secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, dijo a los periodistas el viernes que Trump había dado instrucciones a Grenell para “identificar un lugar y asegurar que los vuelos de repatriación” que lleven a venezolanos —incluidos miembros de la organización criminal Tren de Aragua— “aterricen en Venezuela”. Añadió que Trump también ordenó a Grenell “asegurarse de que todos los estadounidenses detenidos en Venezuela sean devueltos a casa”.
Más de 7.7 millones de venezolanos han dejado su país desde 2013, cuando su economía se desplomó y Maduro asumió el cargo por primera vez. La mayoría se estableció en otros países de América Latina y el Caribe, pero después de la pandemia de COVID-19, cada vez más migrantes pusieron la mirada en Estados Unidos.
Es previsible que el deseo de los venezolanos por mejores condiciones de vida y su rechazo a Maduro y sus políticas continúen impulsando a la gente a emigrar.
Antes de las elecciones presidenciales del año pasado, una encuesta a nivel nacional realizada por la firma de investigación Delphos —con sede en Venezuela— mostró que aproximadamente una cuarta parte de la población pensaba emigrar si Maduro era reelegido.
Grenell ya había contactado a Maduro anteriormente en nombre de Trump para tratar de conseguir la liberación de estadounidenses encarcelados, pero regresó con las manos vacías.
En 2020 viajó con Erik Prince, fundador de la controvertida empresa de seguridad Blackwater, a Ciudad de México para una reunión secreta con un asistente de alto rango de Maduro. Las conversaciones confidenciales se centraron en la oferta de Maduro de intercambiar a ocho estadounidenses entonces encarcelados en Venezuela por el empresario Alex Saab, un aliado cercano del presidente que había sido acusado en Estados Unidos de lavado de dinero, según informó previamente The Associated Press.
No se llegó a ningún acuerdo, y la exigencia de Grenell de que Maduro renunciara fue rechazada por el enviado del presidente venezolano. Grenell siempre ha negado que estuviera negociando un intercambio de rehenes.
Más tarde, en diciembre de 2023, el gobierno de Biden intercambió a Saab por 10 estadounidenses como parte de una política para reanudar vínculos con Maduro antes de las elecciones presidenciales.
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