El exdiplomático aseguró que su familiar fue secuestrado cuando se dirigía a la escuela de sus nietos a dejarlos por el inicio a clases
El exdiplomático aseguró que su familiar fue secuestrado cuando se dirigía a la escuela de sus nietos a dejarlos por el inicio a clases
7 de enero de 2025 - 6:17 PM
El líder opositor venezolano Edmundo González, reconocido como presidente electo de Venezuela en varios países y que reclama su victoria electoral frente a Nicolás Maduro, denunció el martes que su yerno fue secuestrado por hombres encapuchados.
A tres días de la toma de posesión del nuevo mandatario venezolano, la tensión se siente en el ambiente en el país con mayor presencia policial y militar en las calles de Caracas, ante la intención de González de regresar al país para tomar posesión del cargo. La ceremonia oficial prevista contempla la investidura de Maduro como presidente por los próximos seis años.
En un mensaje en X, antes Twitter, el exdiplomático opositor aseguró que su familiar, a quien identificó sólo por el nombre de Rafael, fue secuestrado cuando “se dirigía a la escuela de mis nietos a dejarlos por el inicio a clases” y que fue interceptado por “hombres encapuchados” vestidos de negro que “lo montaron en una camioneta color dorado, placa AA54E2C y se lo llevaron”. No dio más detalles.
Las autoridades venezolanas no respondieron inmediatamente sobre el asunto.
En un comunicado posterior de la Plataforma Unitaria, con la que González concurrió a las elecciones, se cuestionó que se trataba de una “desaparición forzada por motivos políticos” y señaló al Estado venezolano por el secuestro frente a los dos hijos del yerno del opositor de 6 y 7 años.
Horas después, en la red social X, la líder opositora María Corina Machado denunció que “desde hace unas horas, agentes del régimen han rodeado la casa de mi mamá, han puesto alcabalas en toda la urbanización y sobrevolado con drones”. También “se fue” la luz en la zona, acotó.
“Maduro y compañía, ustedes no tienen límite en su maldad. Cobardes”, añadió.
La incertidumbre se sentía en la capital venezolana el martes acerca del futuro político del país, tras más de dos décadas de derrumbe económico y social que ha provocado salida del país de más de siete millones de personas.
Pese a ser el primer día de clases después de las fiestas decembrinas, no había mayor presencia de niños por las calles.
“Hay tensión, apenas anochece la ciudad queda como un pueblo fantasma. No nos da confianza ver tantos policías. Me da miedo que se forme un lío y me agarre en medio de la calle, creo que mucha gente tiene ese sentimiento”, dijo a AP Mari Jiménez, una oficinista de 32 años. El jueves y viernes “ni de broma voy a asomar la nariz en la calle”.
Las calles habitualmente bulliciosas, donde conductores y peatones libran cada día una batalla por hacerse de un espacio, estaban más silenciosas, cada uno en lo suyo. La mayoría de personas parecía tratar de no hacerse notar en las cercanías de los agentes de seguridad desplegados.
También se pudo observar el martes la movilización por las calles venezolanas de numerosos milicianos, integrados por civiles armados bajo el mando de la Fuerza Armada. Varios de ellos, quienes portaban uniformes de camuflaje y fusiles, abandonaron el martes el Museo Militar 4F para una reunión de fuerzas de seguridad en el palacio presidencial.
“¿Cómo no tener angustia? Creo que nos afecta no tener control de lo que sucede”, comentó Patricia Hernández, una jubilada de 58 años. “Nadie sabe lo que costó decidirme a salir a comprar unas cosas que necesitaba desde anoche. Antes daba miedo salir de noche por los ladrones, ahora da más miedo encontrarse con un policía en esta situación (de agitación política), miedo a que te lleven preso sin ninguna razón”. Patrullas y hasta tanquetas se ven apostadas por las calles de Caracas.
Los comerciantes aguardaban con cautela para reponer sus inventarios y el tránsito permanecía congestionado por el cierre de calles y por la instalación de improvisados puestos de control policial. El despliegue de agentes de seguridad, muchos de ellos enmascarados y armados con fusiles, era notorio en Caracas desde días antes de la toma de posesión.
Mientras el presidente Nicolás Maduro se prepara para asumir un nuevo mandato de seis años ante la Asamblea Nacional, de mayoría oficialista, el opositor Edmundo González anticipó que tiene la intención de regresar del exilio para tomar posesión como mandatario electo.
Se desconoce, no obstante, cuándo y cómo ingresará a Venezuela.
“Todo el mundo está esperando el 10 de enero para ver qué pasa o ver qué sucede o ver qué se decide o ver quién llama a hacer algo o en qué forma termina de alguna manera, digamos, teniendo un desenlace toda esta situación”, dijo a The Associated Press Benigno Alarcón, politólogo y director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello.
El ministro de Interior, Diosdado Cabello, ha advertido que González será arrestado si vuelve al país y que Maduro será juramentado el viernes.
En tanto, Machado, motor de la candidatura de González, convocó a una protesta nacional para la víspera de la toma de posesión.
En una videoconferencia el martes, Machado confirmó que asistirá a la protesta del jueves, luego de casi cinco meses sin apariciones públicas. La opositora, que es investigada penalmente por supuesta instigación a la insurrección, se ha mantenido hasta ahora en la clandestinidad.
“Por nada del mundo yo me pierdo ese día. Esto es un día histórico... Esto es un día en el cual todos los venezolanos queremos ser parte”, aseveró.
El descontento generalizado impulsó a la oposición a apostar por la vía electoral y, tras esquivar las numerosas trabas que le impuso el gobierno --incluyendo la intervención de partidos y la inhabilitación de los precandidatos opositores más populares como Machado— logró al fin postular a González como candidato unitario para las elecciones del 28 de julio.
Pero el entusiasmo inicial de la oposición y sus simpatizantes tras los comicios se diluyó cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE), un organismo colegiado de mayoría oficialista, declaró que Maduro había obtenido 6,4 millones de votos frente a los 5.3 millones que recibió González. La oposición sostiene que el 83,5% de las actas en su poder muestran una victoria 2 a 1 de su candidato.
Muchos tienen aún vivo el recuerdo de las protestas en rechazo a la proclamación de Maduro como ganador en las que fueron detenidas más de 2.400 personas. Aunque el gobierno anunció en semanas recientes la liberación de 1,515 detenidos, la organización no gubernamental Foro Penal afirma que continúan en las cárceles unas 1,795 personas por “motivos políticos”.
Marta Valiñas, jefa de la misión de expertos independientes del máximo organismo de derechos humanos de la ONU, a cargo de investigar y documentar presuntas violaciones de derechos humanos y posibles crímenes de lesa humanidad en Venezuela, exhortó a los cuerpos de seguridad a “comportarse con los más estrictos estándares internacionales en materia del uso de la fuerza”.
Maduro ha desafiado los pedidos de Estados Unidos, la Unión Europea e incluso aliados regionales como Brasil, Colombia y México para que publique las actas de votación que respaldan su presunta victoria electoral. Más de cinco meses después de los comicios, las actas de resultados siguen sin publicarse.
González, por su parte, huyó al exilio luego de que España le otorgó el asilo político en septiembre ante la orden de detención e investigación penal que le abrieron las autoridades venezolanas por varios delitos, entre ellos el de conspiración.
A lo largo de 25 años de gobierno socialista, Venezuela ha estado sumida en una severa crisis signada por una alta inflación, bajos salarios y elevados precios que tienen como referencia su valor en dólares. El salario mínimo que reciben millones de venezolanos es de 130 bolívares al mes, unos 2,45 dólares, mientras el ingreso promedio en el sector privado es de unos 110 dólares mensuales. La desconfianza de los ciudadanos en los agentes policiales se ha intensificado a la par del incremento de la represión en los últimos años.
“Pido a Dios que pase lo que pase tengan piedad del pueblo, no nos merecemos vivir tan mal”, manifestó Jiménez.
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