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Imagina esta escena: estás en la sala de tu hogar y empieza a transmitirse, en el televisor, un debate de los cuatro candidatos a la gobernación. La programación se detiene para pasar a comerciales y tus padres u otros familiares comienzan a hablar sobre los aspirantes. Quieres comentar también, pero temes que se desate una disputa.

¿Alguna vez has estado en esta situación y optas por evitar las conversaciones sobre política con tus allegados pensando que terminarán en caos?

Ante una coyuntura política histórica –con diversidad de propuestas y candidaturas–, profesionales de la conducta humana y la comunicación insisten en el valor de una conversación en la que medie la escucha activa, el respeto por las disidencias y que evite los fanatismos.

“La meta de una conversación sobre política no debe ser tratar de convencer al que piensa distinto de que piense como uno, sino de ofrecer argumentos que puedan llevar a una reflexión en la otra persona. Si nos enfocamos en tratar de cambiar el pensamiento del otro, con toda probabilidad fracasaremos, porque vamos a poner a la otra persona a la defensiva y hasta es posible que se afecte la relación”, enfatizó este sábado la psicóloga Mirelsa Modestti.

Planteó que, “por primera vez en mucho tiempo, se ha visto a muchos jóvenes interesándose en la política”, lo que repercute en las conversaciones que pueden generarse en los hogares. También, a través de las redes sociales, jóvenes que ejercerán su primer sufragio han publicado sus experiencias incentivando conversaciones saludables con sus padres y abuelos.

A un mes de las elecciones, el director de Somos Más, Johnny Rullán Schmidt, explicó que, por décadas, en Puerto Rico, ha existido “la mentalidad de que no se habla de política o religión porque son temas que dividen”. El también psicólogo mencionó como ejemplo el hecho de que, en muchos negocios, se colocan rótulos que, precisamente, prohíben la discusión de esos temas.

“No todo el mundo tiene las herramientas de inteligencia emocional, socioemocionales, como para aceptar diferencias y diferir respetuosamente. No deberíamos de estar evitando tener conversaciones de temas tan necesarios como la política. Es importante hablarlo dentro de la familia, porque la política pública y las decisiones del gobierno nos afectan absolutamente a todos y a todas en el día a día... y hasta la misma posibilidad de que los nietos y los hijos de aquellas personas que no quieren hablar de política se puedan quedar en Puerto Rico”, resaltó.

Rullán Schmidt recomendó diferenciar lo que es la política de la politiquería. “Cuando hablamos de política, hablamos de ese proceso de toma de decisiones de un gobierno, es un tema que no podemos escapar. Sin embargo, muchas veces se desvía la conversación a lo que es la ‘tiraera’ y defender como fanático mi equipo”, apuntó.

Asimismo, Modestti destacó que la conversación debe ser “abierta, franca y donde se les dé espacio a todas las partes”. A su juicio, lo anterior es más difícil para los mayores que para los más jóvenes, porque “hay muchas personas (que) tienden a pensar que, ‘como soy mayor, tengo experiencia, yo sé más, ¿qué me va a enseñar este jovencito?’. Mi experiencia, en la universidad, fue que aprendí mucho de mis estudiantes”.

La psicóloga señaló que “tiene que haber unas reglas no escritas de aceptación de la opinión disidente del otro. “(La escritora puertorriqueña) Concha Meléndez dijo: ‘disentir no es desamar’. Es cierto, podemos disentir y seguirnos queriendo, pero hay que saberlo”, dijo.

“La mayoría de las personas no quieren hablar de política por miedo a que esa conversación desemboque en un desacuerdo, en una ruptura o simplemente un conflicto. La gente le tiene miedo a la confrontación. La conversación de política no tiene por qué generar confrontación, siempre y cuando la abordemos desde el respeto, desde el reconocimiento”, subrayó.

Para lograr tener un diálogo saludable, los expertos coincidieron en claves como practicar la escucha activa –permitiendo a la otra persona presentar su punto sin interrupciones– y argumentar con datos y hechos sobre perspectivas políticas de los candidatos, como sus plataformas y trayectoria.

“Eso propicia una conversación mucho más saludable, productiva y conducente a que nos logremos entender y que, incluso, podamos respetar las diferencias”, dijo Rullán Schmidt.

Al mismo tiempo, Modestti recomendó evitar los adjetivos y juzgar a las demás personas. “Esa conversación (sobre los partidos tradicionales) se está dando mucho en los hogares, entre nietos y abuelos, entre hijos y padres. Me parece importantísima, pero, si tú quieres convencer a tu papá o a tu abuelo de algo, no puedes empezar juzgándolo por su postura”, enfatizó, al reconocer los beneficios del intercambio histórico que germina de conversaciones multigeneracionales.