Una noche del mes de julio, estando en La Habana, se me ocurrió acercarme al legendario Hotel Riviera para tomar un trago. La última vez que había estado en ese
Una noche del mes de julio, estando en La Habana, se me ocurrió acercarme al legendario Hotel Riviera para tomar un trago. La última vez que había estado en ese
Una noche del mes de julio, estando en La Habana, se me ocurrió acercarme al legendario Hotel Riviera para tomar un trago. La última vez que había estado en ese hotel, un par de años atrás, lo había hecho acompañada del chofer y guardaespaldas de Meyer Lansky. Yo investigaba la vida nocturna de los años 50, y el chofer de Lansky, ya muy anciano, evocó para mí, durante dos horas de conversación, la maravilla de una ciudad opulenta, tan luminosa y a la vez tan trágica.
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