La desesperación por los frecuentes apagones no puede de ninguna manera justificar actos de violencia contra LUMA, ni engaños a la población de que se podrá salir fácil del contrato, escribe Mayra Montero
La desesperación por los frecuentes apagones no puede de ninguna manera justificar actos de violencia contra LUMA, ni engaños a la población de que se podrá salir fácil del contrato, escribe Mayra Montero
Todos estamos desesperados por los apagones. Y no de ahora. Esto empezó con el paso de María, cuando la desesperación se nos metió en los huesos. Desde el mal tiempo previo al gran huracán, el 15 o 16 de septiembre, la que esto escribe estuvo sin luz hasta el mes de enero, auxiliada por un humilde generador de gas, que se podía prender solo por unas horas. En esos meses acudía a la Redacción de este periódico para escribir estas columnas, pero mis proyectos literarios quedaron aparcados.
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