Un poco obsceno sí que ha sido el matrimonial rifirrafe, pero al final prevaleció la cordura y corrieron a negociar en privado. No hay nada tan disuasorio como una transmisión en vivo, escribe Mayra Montero
Un poco obsceno sí que ha sido el matrimonial rifirrafe, pero al final prevaleció la cordura y corrieron a negociar en privado. No hay nada tan disuasorio como una transmisión en vivo, escribe Mayra Montero
En lo que ha sido primerísima noticia, algo así como el gran acontecimiento de fin de año —como si no tuviéramos, a nivel colectivo, asuntos graves de los que ocuparnos— está el movimiento, la sustracción, el desvío (no sé cómo llamarlo) de los cien millones de las cuentas de un reguetonero. Pienso que ni por cien ni por mil millones vale la pena exponer las interioridades de la riqueza, la manera en que se gestiona, la facilidad con que se deslizan de un lado para otro las grandes fortunas. ¿Ustedes se imaginan cuántos oídos han estado atentos? Oídos buenos, oídos malos, oídos cristianos, oídos satánicos… de todo, menos oídos sordos. Un poco obsceno sí que ha sido el matrimonial rifirrafe, pero al final prevaleció la cordura y corrieron a negociar en privado. No hay nada tan disuasorio como una transmisión en vivo.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: